A Rubén Fonseca
Yo prefiero la navaja, ¿sabe usted, jefe? La navaja es mucho mejor, más ligera, más manejable, ocupa menos sitio. El cuchillo es más seguro, eso sí, pero es más pesado y más difícil de llevar. Casi siempre se nota en los bolsillos de la chaqueta o en el pantalón y, además, hay que llevarlo con funda. Yo le llamo baldeo a la navaja, otros cheira o mojada, según. Y sé de otros que la mencionan como pinchosa, eso va en gustos. A mí me gusta mucho la palabra baldeo. Baldeo. La pronuncio y se me llena la boca de letras que se deslizan, que parecen escaparse. Cuchillo, en cambio, me hace pensar en algo puntiagudo y filoso, es una palabra cortante, fría, dura. Me gusta más baldeo, ¡dónde va a parar! La palabra machete ni siquiera la pronuncio, me da idea de algo pesado, impropio. Mire usted, yo prefiero la auténtica, ¿sabe?, esa que se aprieta un botoncito y sale la hoja como una lengua. Tiene la ventaja de que ocupa muy poco espacio y abulta poco y no pesa. Pero, eso sí, hay que cuidarla, un baldeo que no se cuida es un baldeo inútil, un baldeo que te puede traer problemas. Al baldeo hay que afilarlo con cuidado, despacio, para que no se desgaste la hoja y corte como una navaja de afeitar. Luego, la empuñadura se lija un poquito para que no se escurran los dedos y ya está. Ya tiene usted un baldeo a punto, listo. Yo la llevo en el bolsillo de atrás del pantalón. Otros la llevan sujeta al brazo y sé de otros que en la chaqueta. Eso va en gustos o en manías, ¿entiende?, sobre esto no valen ciencias ni opiniones. Coge usted, por ejemplo, a uno que llaman Julián El Rápido y le dirá que lo mejor es llevarla en el bolsillo derecho del pantalón y si, un suponer, escoge usted a otro, al que llamamos Pollito del Callejón, entonces le dirá que en la chaqueta y en el bolsillo izquierdo. Claro, es zurdo, pero eso a él no le importa. Dice que aun siendo diestro, la llevaría en la izquierda, que es el lugar del corazón. Pero conozco a gente más rara, no se crea, he sabido de gente que la lleva en el cinturón, en la parte de la espalda. Pero ésos suelen ser cuchilleros y faqueros, sobre todo gente de la parte de Portugal, de donde dicen que están los mejores de ese ramo que, como ya le dije, a mí no me gusta. Habrá oído muchas cosas, muchas teorías. Pero para mí que en esto las teorías alcanzan poco valor. Para este arte hacen falta tres cosas principales: ser rápido, tener cojones y llevar siempre la herramienta a punto y preparada. Para el resto hace falta poca ciencia, ya le digo, aunque algo sí hay que saber. Mire, nunca se le ocurra clavar un baldeo donde no se pueda clavar. Usted raje y corte y luego meta, verá como el baldeo, él solito, sabe el camino y cumple su cometido. Tendrá que tener cuidado, mucho cuidado en no pinchar en hueso porque se puede romper el baldeo y causarle su desgracia. Yo le recomiendo el cuello, allí se falla poco, un tajo rápido en el cuello y ya está. Sale un caño de sangre y ya no tiene remedio. Otro punto seguro es darle en el tercer botón de la camisa, ahí el baldeo se hunde como manteca. El tercer botón de la camisa es el punto de oro. Yo creo que hasta más importante que el corazón o el ojo. El corazón es difícil ?eso lo sabe todo el mundo? por las costillas que lo encierran como una caja. Hay que buscar entre las costillas, justo debajo de la tetilla, y deslizar el baldeo por allí. Pero hay que ser bueno y tener mucha práctica. Con el ojo pasa lo mismo que con la oreja, que hay que ser maestro del tercer grado y ahí sí que no valen gaitas. Por eso me inclino en aconsejarle el tercer botón de la camisa o el cuello, sobre todo el cuello. No haga usted como hacen esos chapuceros que se lían a rajar chaquetas sin ton ni son. Con eso lo más que puede hacer es desprotegerse el corazón y cabrear al otro por el destrozo de la prenda. Sé que hay gente que se pone a mover el baldeo a izquierda y derecha como si estuvieran cortando caña. Ésa es gente que no tiene ni idea. El baldeo hay que mantenerlo derecho y quieto, sin moverlo. El que se tiene que mover es usted, jefe, y en el momento clave, alargar el brazo y pinchar o cortar. Todo lo que no sea eso son gaitas y películas. Pero hay otra cosa que le quiero decir y que me contó el señor Francisco Alves Renduel, que era de la parte de Jerez y medio gitano él, según decían. Este señor aconsejaba lo que él llamaba tocata y fuga y que no era otra cosa que asustar al contrario cortándole la cara y, sobre todo, la nariz. El señor Francisco Alves opinaba que esos cortes arrugaban al más pintado, o sea, que acojonaban enseguida por el asunto ese de quedarse con la geró marcada y se terminaba ahí el asunto. Yo, sobre esto, no sé qué aconsejarle; para mí, si uno saca el baldeo es para mojarlo. No sé si me hago entender, jefe, sacar el baldeo no es cosa de chirigota ni cachondeo. Si se saca el baldeo es para hincarlo y no hay más. La gente de la parte de Jerez son muy amigos de esas florituras que a nada conducen, porque, vamos a ver: si a usted, es un suponer y lo digo como ejemplo, le marcan la geró o la nariz, pues coge una mala leche, un odio que no para hasta matar el gachó que le ha hecho el desaguisado, ¿no? Vamos, que esto es de cajón y no tiene vuelta de hoja. Usted haga lo que quiera, jefe. Pero ya sabe, derecho y a mojar. Por último le voy a explicar la posición de las piernas y de los brazos. Vamos, la posición mía, porque en esto ?como en todo? hay escuelas y teorías. La mía es sencilla, efectiva y me ha dado resultado, que es lo importante. Se la explico. Primero, debe llevar la cartera en el bolsillo interior izquierdo de la chupa, farda o chaqueta, que de todas estas maneras se dice. Eso le servirá de protección. El brazo izquierdo lo mantendrá doblado, con el puño cerca de la barbilla y la cabeza levemente agachada, de modo que el cuello ?zona débil donde las haya? quede más protegido. El cuerpo se presentará de lado, para dar el mínimo volumen.
¿Lo capta, jefe? Y ahora las piernas, las piernas son muy importantes. Hay que estar plantado sobre la derecha, que bascula como una puerta por sus goznes. La izquierda, adelantada; los pies, de puntillas; el cuerpo, levemente adelantado y un poco agachado. Y ahora me preguntará por el brazo derecho. Se lo digo enseguida, don Juan. El brazo derecho avanza con el baldeo sin separarse demasiado del cuerpo. Y lo que bailan son las piernas, no el brazo. Se mueve usted a izquierda y derecha, atento a saltar a un lado y a otro, atrás y adelante, don Juan. Y recuerde, al cuello o al tercer botón… y a mojar el baldeo.