Ante la inminente temporada turística en todos los rincones de España y la llegada de millones de turistas de diversos países, hay una noticia que está llenando portadas de los principales periódicos y programas de actualidad: la preocupación de los hoteleros en encontrar personal para sus hoteles, bares y restaurantes.
Todo esto sucede, paradógicamente, mientras la patronal continúa bloqueado el convenio de hostelería, porque se niega a incrementar los salarios, y más en concreto, se opone a establecer la revisión salarial exigida por los sindicatos de clase, como Comisiones Obreras, mientras los sueldos de los trabajadores y trabajadoras siguen congelados, y no paran de subir los precios de los productos esenciales, el gas o la gasolina, ni tampoco los desorbitados beneficios empresariales.
Y aquí conviene detenerse para hablar de las condiciones laborales a las que están sometidos millones de trabajadores y trabajadoras de hostelería de nuestro país, donde la práctica empresarial generalizada es aprovecharse, sobre todo cuando no hay representación sindical, para no respetar los descansos ni los permisos retribuidos, imponiendo jornadas extenuantes, con horas extras impagadas para recortar personal, a base de bajos salarios y la constante temporalidad, que se ha agudizado tras la pandemia del COVID-19.
En diferentes programas televisivos vemos cómo se invitan a hoteleros que sin ningún tipo de escrúpulo hablan de «medias jornadas» de 14 horas, o como en el caso de la Feria de Abril, en que los feriantes se escudan en la nueva reforma laboral aprobada por el gobierno de coalición, para criticarla y justificar que no pueden contratar, cuando ellos mismos se ponen en evidencia, ya que ni siquiera cumplían el Estatuto de los Trabajadores con la anterior legislación laboral en las diferentes casetas.
Precariedad, sobre explotación e inexistencia de conciliación familiar
Han convertido el sector servicios en la cuna de la precariedad y la sobreexplotación, donde lejos de cuidar la calidad del sector y la profesionalidad bajo plantillas formadas y con buenas condiciones laborales, ha quedado para la extensión más brutal de los mal llamados trabajos poco cualificados y con una conciliación familiar que brilla por su ausencia.
Si nos remontamos unos años, no demasiados, vemos cómo grandes fondos de inversión compraban complejos hoteleros en la Costa Brava como moneda de especulación para vender unos años después. La poca profesionalidad y compromiso de los empresarios/as del sector, que lejos de fomentar trabajos estables y la estimulación de alargar las temporadas para disminuir la alta temporalidad que viven las zonas turísticas, han aprovechado la pandemia del COVID para pasar contratos de fijos de todo el año a fijos discontinuos en aquellos centros de trabajo que operaban en 12 meses anuales.
A los empresarios hosteleros no les gusta la Reforma Laboral
No es casualidad que la patronal de la hostelería haya sido de las que más virulentamente se han opuesto, en el interno de la CEOE y CEPYME, a la Reforma Laboral impulsada por Yolanda Díaz junto a los sindicatos CCOO y UGT. Los hosteleros tratan de conseguir, de forma fraudulenta y por la vía de los hechos, hacer retroceder los avances conseguidos en la reforma.
Si quieren encontrar trabajadores y trabajadoras, y no esclavos, que mejoren las condiciones de trabajo de estos, tal y como el pasado 24 recordaba el propio Ministerio de Trabajo dirigido por la vicepresidenta Yolanda Díaz.
El movimiento sindical se abre a posibles movilizaciones en este sector maltratado por la alta precariedad. Además, el Ministerio de Trabajo ha anunciado una campaña de acciones desde la Inspección de Trabajo contra el uso fraudulento y precarizador del contrato fijo discontinuo.
(*) Sindicalista dd CCOO; Militante del PSUC Viu
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