Konstantinos Gavras nació un 12 de febrero en Arcadia (Grecia). Su padre fue un funcionario griego antifascista de origen ruso que luchó con el Frente de Liberación Nacional de Grecia durante la Segunda Guerra Mundial y su madre era una mujer de origen griego.

Su apodo (Costa-Gavras), muchas veces confundido con un apellido compuesto, tiene una explicación muy acorde con su carácter y obra; al nacer le llamaron Konstantinos “sin preguntar si me gustaba o no”, explicó él mismo. “Además, hubo dos reyes en Grecia que se llamaron así y yo nunca estuve de acuerdo con ellos. Así que decidí llamarme simplemente Costas. Más tarde, un accidente gráfico en el cartel de mi primera película hizo que la «s» final se convirtiera en un guion, y mi nombre se quedó finalmente en Costa-Gavras. Y así me llamo porque uno mismo, si es posible, ha de elegir su propio nombre”.

En el marco de la Guerra Civil Griega (1943-1945), su padre fue acusado de comunista y encarcelado. Este hecho, hizo que cuando Costa-Gavras quiso entrar en la universidad griega fuera rechazado. Tampoco pudo ir a estudiar a los EEUU, debido a la ley del Senado que prohibía extender visado a comunistas y familiares de los mismos. Ante estas circunstancias decide trasladarse a París para cursar estudios de filología en la Sorbona.

DESCUBRIMIENTO DEL CINE FRANCÉS Y LA POLÍTICA

Llegado a Francia a principios de los 50, experimenta una enorme sensación de libertad. Como tantos jóvenes en la Francia de aquellos años, se interesa por la política contradiciendo, dicho sea de paso, los consejos de su madre que había “sufrido” las consecuencias de la ideología de su propio marido. El descubrimiento del cine francés es clave en su existencia y para él se abre un nuevo mundo artístico. Poco interesado en el cine de su Grecia natal, que se reducía a ver con meses de retraso superproducciones estadounidenses, se aficionó enseguida al cine francés clásico. Solía frecuentar la Cinemateca Francesa (de la que más tarde sería presidente); organización privada cofundada por Henri Langlois. Es aquí donde se encuentran cineastas de la talla de François Truffaut, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, Éric Rohmer, Jean Douchet y Suzanne Schiffman. Fruto de esta afición, se matricula en el Instituto de Estudios Cinematográficos Avanzados (IDHEC). Posteriormente llegó a trabajar como ayudante de Henri Verneuil, Jacques Demy y René Clément a principios de los 60.

PRIMERA INCURSIÓN EN EL CINE

Gracias a su trabajo como ayudante en el cine, Costa-Gavras entra en contacto con actores, como Montand (que participará en varias películas), y consigue que le apoyen en su primer proyecto; una adaptación de una novela de intriga, Los Raíles del crimen (1965). Con una estética muy noir, consigue un éxito considerable y un atisbo de lo que será una constante en sus películas: mostrar el lado oscuro del ser humano.

A partir de aquí se centrará en crear cine político, ya que según sus palabras “todo es política” y aunque se define abiertamente de izquierdas, su máxima interés es mostrar los errores y horrores del totalitarismo de cualquier color, al que denuncia muchas veces plasmando la realidad histórica y la actualidad política en pantalla.

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Z (1969)

Este trabajó significó su consagración como director. Con un guion de Jorge Semprún adaptaba una novela de Vassilis Vassilikos, y se basa en el asesinato del diputado de izquierdas Grigoris Lambrakis que se intentó hacer pasar por un accidente por parte de la policía. En una declaración de intenciones sin ambages, los primeros créditos del metraje nos advierten de que “cualquier parecido con la realidad es intencionado”.

La película es una condena a la Junta de Coroneles, un periodo dictatorial compuesto por juntas militares de extrema derecha que gobernaron Grecia desde 1967 hasta 1974, prohibiendo derechos tan básicos como el derecho a huelga, los sindicatos, los movimientos pacifistas entre otros.

El filme fue un éxito tanto en taquilla como en el reconocimiento de la crítica, consagrándose con el Premio el Jurado de Cannes, mejor película de habla no inglesa en los Óscar, mejor película en los Globos de Oro entre otros.

MISSING (1982)

Entrados los 80, Costa-Gavras empieza a poner su foco de denuncia y cine social sobre otros continentes. Así rueda su primera película con capital norteamericano. Una vez más, adapta una novela (Mising: the execution of Charles Horman) de Thomas Hauser. La trama se centra en el Chile con Pinochet como dictador. Unos soberbios Jack Lemmon y Sissy Spacek viajan al país en busca de su hijo, un periodista estadounidense desaparecido.
De nuevo fue un éxito ganando el BAFTA al mejor guion, Premio de Sindicato de Guionistas de EEUU, Palma de oro en Cannes, entre otros.

HANNA K (1983)

Esta película que generó una polémica inmerecida (se acusó a Costa-Gravras de antisemita por parte de algunos sectores de la extrema derecha sionista) fue relegada a la falta de atención mediática por esta razón. Las distribuidoras, posiblemente intentando evitar problemas, no tuvieron valor de llevarla a la pantalla grande. De hecho, solo fue estrenada en algunas salas de Francia.

Hanna es una abogada judía que abandona su vida de casada para viajar a Jerusalén y encontrarse a sí misma en plena crisis existencial.

Costa-Gavras muestra una estructura narrativa de guion lineal con un montaje emotivo y planos secuencia que nos sitúan en la historia de una manera acertadamente inmersiva.

Una obra necesaria que se adelantaba a su tiempo visionando la enorme desgracia palestina.

AMÉN (2002)

Adaptación de la novela homónima de Rolf Hochhuth, relata el silencio e indiferencia de la iglesia ante el Holocausto nazi y ante la revelación que un químico de las SS y un jesuita denuncia ante el mismo Papa. La historia comienza con un hecho real en el que un periodista judío en 1936 se suicida en público advirtiendo al mundo de las intenciones antisemitas de los nazis.

Con estilo sobrio, técnicamente correcto pero modesto y alejado del sensacionalismo que muchas veces impregna el relato de la masacre judía, esta película cumple su función de denuncia de manera valiente.

Amén, se alzó con el premio al Mejor Guion en los Premios César.

COMPORTARSE COMO ADULTOS (2019)

La última película dirigida por Costa-Gavras hasta la fecha, es una mirada de nuevo a su Grecia natal. Adaptación del libro escrito por el ex-ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis durante la crisis griega de 2015.

El título de la película es tomado de unas palabras pronunciadas por Christine Lagarde que era en esos años presidenta del FMI, que tachó a las propuestas de Varoufakis como faltas de madurez. La película es un retrato de ese año y medio durante el cual Varoufakis encara una lucha desigual contra la troika que desemboca en su conocida dimisión llena de dignidad con su tristemente célebre («el dinero no me compra el amor»).

Existe durante toda la película cierto tono sarcástico que el propio director explica así: “Es una película sobre las reuniones en Europa, en teoría muy serias e importantes, durante las cuales se tomaron muchas decisiones. Pero nunca sabremos bien cuáles fueron esas decisiones. Toda esa gente habla en nombre de los europeos y hay algo allí que podría definirse con la frase ‘somos serios, pero no tan serios’. Por eso intenté que hubiera un sentido de ironía presente durante la mayor parte del tiempo. Era importante mantener cierta distancia con la realidad de esas reuniones, que en el fondo no son otra cosa que una realidad falsa”.

Una narración con pulso y tensión que quizá no logró tanto éxito como algunos trabajos anteriores, pero igualmente necesaria.

A día de hoy, y a sus 89 años, Costa-Gavras sigue dando su punto de vista lúcido y denunciando los desmanes políticos. Y sobre todo, sigue planteando incógnitas e incomodidad en cada película. Porque según sus propias palabras “El cineasta debe hacer preguntas, pero no dar respuestas”. Estamos en un momento, en el que más que nunca, hay que intentar encontrar estas respuestas.