El primer programa de la FDIM adoptado por la conferencia Mundial en 1945 fue el llamamiento a las mujeres por la conquista, aplicación y defensa de los derechos de la mujer como madre, trabajadora y ciudadana; por la defensa de los derechos de todos los niños a la vida, al bienestar y la instrucción; por la conquista y salvaguardia de la independencia nacional y las libertades; por la eliminación del apartheid, la discriminación racial, el fascismo, el militarismo; por la paz y el desarme universal.

Que aunque sigue vigente, vimos necesario en el XVII Congreso que celebramos en Caracas actualizar nuestras propuestas a fin de salir al encuentro de las necesidades que demanda la lucha mundial de las mujeres en este tiempo, y las nuevas formas de explotación, opresión y discriminación que han impulsado los regímenes capitalistas y patriarcales, así como las necesidades de los pueblos colonizados y dominados por el imperialismo, asumiendo las demandas y planteamientos que surgen de sus propias realidades.

Se trata de construir a partir de las experiencias de lucha de la diversidad de realidades que enfrentamos las mujeres en los diferentes continentes y países.

Si analizamos el llamamiento respecto al primer punto

POR LA CONQUISTA, APLICACIÓN Y DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LA MUJER COMO MADRE, TRABAJADORA Y CIUDADANA.

Todos los progresos tecnológicos y científicos permitirían que todas las mujeres tuviéramos …

  • Un trabajo digno para una vida digna.
  • El reparto equitativo del trabajo productivo y de cuidados entre hombres y mujeres con jornadas laborales compatibles con la vida que favorecieran la corresponsabilidad de los cuidados.
  • Que el trabajo fuera para vivir y no vivir para trabajar.
  • Que el derecho a la maternidad con prestación fuera igual e intransferible entre hombres y mujeres.
  • Que los cuidados de las personas dependientes no recayeran en exclusiva en las espaldas de las mujeres, suponiendo dobles jornadas de trabajo, sino que hubiera un Sistema de Cuidados público y universal que facilitara la corresponsabilidad de los cuidados y permitiera cierta autonomía a las personas dependientes.

Pero no es así, porque al sistema capitalista y patriarcal le interesa tener a las mujeres a merced de los intereses de los mercados y del patriarcado.

Hoy en 2022 sufrimos en el mundo el aumento de la desigualdad de las mujeres en todos los aspectos de la vida. Sean asalariadas, autónomas, campesinas, desempleadas, estudiantes o jubiladas.

Las mujeres de todo el mundo nos enfrentamos a la precariedad laboral donde el derecho a la maternidad no es una cuestión social sino individual que carece de protección.

  • Según datos de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).  la actual tasa de participación de la mano de obra mundial para las mujeres es de algo menos del 47%. Para los hombres, es del 72%. Es una diferencia de 25 puntos porcentuales, y algunas regiones se enfrentan a una brecha de más de 50 puntos porcentuales.
  • En 2020, más de 2.000.000 de mujeres de todo el mundo dejarán su trabajo al ser madres (OIT)
  • Según la OIT, casi el 60% de las mujeres no tienen derecho a un permiso de maternidad por ley, y casi el 66% no tienen derecho a un permiso de maternidad remunerado. Esta falta de cobertura tiene una gran repercusión en la capacidad de las mujeres para mantener un empleo estable y puede impedir que vuelvan a trabajar después del parto.
  • Las cifras de EUROSTAT muestran que más de un tercio de las mujeres que trabajan en la UE lo hacen a tiempo parcial, y según las cifras de la Oficina Internacional del Trabajo, en muchos países del mundo el subempleo de las mujeres supera el 45%.

 Asimismo, las mujeres mayores tienen sobre sus hombros el cuidado de las personas ancianas, enfermas y discapacitadas, lo que les obliga a abandonar por completo el trabajo o a conformarse con un trabajo a tiempo parcial ante la ausencia y el deterioro de los servicios sanitarios y asistenciales públicos y gratuitos.

La maternidad es un obstáculo en la vida laboral de las mujeres hasta el punto de que las empresas en muchos casos, obligan a las nuevas trabajadoras a comprometerse antes de ser contratadas a no ser madres o las despiden cuando se quedan embarazadas.

Al mismo tiempo, muchos países del mundo tienen leyes reaccionarias que prohíben el aborto. En otoño de 2020, el «Acuerdo de Ginebra» fue firmado por 43 Estados, entre ellos los gobiernos de Estados Unidos, Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Sudán, Libia, pero también Hungría y Polonia, que cuestiona el derecho de las mujeres al aborto legal y seguro.

También es violencia hacia las mujeres no tener derecho a un empleo digno y una vida digna. También es violencia no poder decidir libremente sobre nuestra maternidad y nuestro cuerpo. También es violencia no tener derecho a la salud y a la vida.

Desde FDIM sabemos que existen las condiciones materiales para la igualdad de las mujeres, por eso nosotras apostamos por la única salida de las mujeres que es sumar para fortalecer la lucha colectiva a nivel nacional e internacional.

Para luchar contra las políticas de los gobiernos y sus alianzas que sirven a los intereses del capital y el patriarcado. Los mismos que crean las guerras y las olas de personas refugiadas.

Siguiendo con los puntos que llevaba el primer llamamiento…

POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DE TODOS LOS NIÑOS A LA VIDA, AL BIENESTAR Y LA INSTRUCCIÓN.

La defensa de estos derechos viene implícita en garantizar servicios públicos de calidad y universales en educación, salud, dependencia e igualdad.

La pandemia ha evidenciado la situación de desmantelamiento de lo público por las medidas de recortes, externalización y su privatización.  También que el sostenimiento de la vida cotidiana, se basa en el trabajo invisible y no remunerado de las mujeres.

En el mundo la pandemia ha afectado más a las personas más vulnerables, especialmente a las mujeres y menores. Sobre todo, en aquellas sociedades donde la mayoría son familias a las familias monomarentales que quedaron mayormente desprotegidas.

En España hay casi dos millones de hogares monoparentales. Ocho de cada 10 están encabezados por mujeres. En estas familias, el riesgo de sufrir pobreza y de exclusión infantil es 20 veces superior al de la media en España. Con un único sueldo en el hogar, muchas perdieron el empleo o tuvieron mayores dificultades para conciliar la vida familiar, con sus hijos e hijas en confinamiento con la profesional.

ONU Mujer señaló que en estos últimos dos años la violencia contra las mujeres, especialmente la que se produce en el ámbito doméstico se ha incrementado,

Un contexto que ha obligado a muchas mujeres y niñas a estar encerradas con su maltratador. Mientras las interrupciones de los servicios de atención a las víctimas se han visto alterados dejándolas en situaciones de desamparo. Hasta el punto que

algunas supervivientes retiraron sus denuncias debido a la dependencia económica de parejas que abusaban de ellas.

La pandemia ha generado mucha tensión en hogares y comunidades junto al cierre de las escuelas que puso muchas vidas en peligro con el aumento de las violencias machistas, como la domestica también aumentaron otras como los matrimonios infantiles, el trabajo infantil y los embarazos de adolescentes todo ello resultado de la pobreza generada por la pandemia.

Las mujeres y niñas desplazadas forzosas se han visto gravemente afectadas. Con la pandemia creció el riesgo de violencia, abusos, trata y explotación sexual, como consecuencia de la desigualdad de género.

Ante la reducción o desaparición de los ingresos, muchas familias no han podido afrontar los costes de la educación y han dejado a sus hijas a cargo de la casa, la familia y las tareas domésticas. Esta situación las expone a múltiples peligros como la violencia y los abusos dentro y fuera del hogar, el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina, la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y los embarazos adolescentes no deseados.     
En 2021 la OMS alertaba de que 11.2 millones de niñas y mujeres jóvenes se verán obligadas a abandonar sus estudios o habrán perdido el acceso a la educación debido a la pandemia, especialmente en los niveles socioeconómicos más bajos en los que los impactos de la crisis han sido mayores.  
 “Si la reconstrucción no tiene una mirada de género e infancia, que tenga en cuenta los impactos específicos en las niñas, habremos retrocedido los avances conseguidos en igualdad. Solo entre 2020 y 2030, se estima que habrá un incremento de 13 millones de matrimonios infantiles como consecuencia de la pandemia, es decir, 3.500 niñas serán obligadas a casarse cada día en esta década si no se ponen en marcha medidas para abordar las causas sociales y económicas que los provocan”.

Es fundamental seguir luchando por servicios públicos de salud y educación gratuitos y de calidad, por el reconocimiento del trabajo de cuidados que sostiene la vida, por medidas y acciones que fomenten   la corresponsabilidad y unas relaciones entre hombres y mujeres   libres e iguales. Medidas para acabar con todas las violencias que sufrimos por el hecho de ser mujeres y niñas como la violencia vicaria, la explotación infantil, los matrimonios forzados, la trata de niñas para explotación sexual, los embarazos no deseados, la ablación, entre otras múltiples.

POR LA CONQUISTA Y SALVAGUARDIA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL Y LAS LIBERTADES.POR LA ELIMINACIÓN DEL APARTHEID, LA DISCRIMINACIÓN RACIAL, EL FASCISMO, EL MILITARISMO.POR LA PAZ Y EL DESARME UNIVERSAL.

Asistimos a una nueva recomposición geopolítica mundial en un escenario de graves amenazas a la paz.

La crisis sistémica y multidimensional a escala mundial, agravada por el impacto de la pandemia de la COVID-19 y de la guerra en Ucrania   continúa profundizando en las desigualdades.

La crisis socio económica que perjudica especialmente a la clase trabajadora y en especial a las mujeres que somos las más vulnerables se agudiza con el grave deterioro ecológico, el incremento de los flujos migratorios incontrolados, el terrorismo internacional y la exacerbación de conflictos regionales e internacionales.

Resurgen fuerzas ultranacionalistas, radicales y filo fascista que alzan valores racistas, xenófobos e intolerantes afianzados por el patriarcado más extremo.

La OTAN ha obligado a mantener un alto nivel de militarización que masculiniza y deforma la vida cotidiana. También ha fomentado la militarización de la Unión Europea, haciendo que la alianza económica a la que nos unimos se convierta en otra máquina de hacer guerra.

Las guerras no resuelven las disputas, sino que las exacerban.  Ningún futuro se construye sobre la guerra, lo que necesitamos es una diplomacia eficaz para parar la guerra respetando la seguridad y los derechos de todos los pueblos.

Existe una alianza entre las armas y la masculinidad, el patriarcado armado, que en las situaciones de guerra conflicto aumenta las violencias sexuales hacia las mujeres que se utilizan como botín o herramienta para la dominación del enemigo.

La OTAN provoca guerras que generan efectos diferentes para ambos sexos. La mayoría de personas desplazadas y refugiadas son mujeres, muchas con hijos e hijas.

El compromiso con la OTAN exige grandes inversiones militares por parte de los países miembros en detrimento de lo que sostiene la vida. Viene implícito una reducción y recortes en lo público.

Desde FDIM decimos no a la guerra y no a la OTAN, a la estructura que mantiene una sociedad militarizada y patriarcal y apostamos por el dialogo y la paz.

La OTAN es el brazo armado del imperialismo estadounidense, que impide una política de paz, seguridad mutua y solidaridad que está conduciendo al mundo al desastre.

Debemos intensificar nuestros esfuerzos para que la palabra guerra desaparezca finalmente del vocabulario de las relaciones humanas.

En este contexto político, las mujeres luchan además porque les sean reconocidos sus derechos humanos y contra la desigualdad de género, que aumenta, producto del impacto de las políticas neoliberales.

  • Es imprescindible comprender la desigualdad de género como un elemento estructural, es así desde los cimientos que debemos reconstruir la igualdad, desde un cambio de paradigma que ponga la vida en el centro de las políticas.
  • Para el cambio estructural que propicie la igualdad de género, se necesita un cambio en el modelo de desarrollo, que tenga en el centro la autonomía (trabajo, corresponsabilidad, libres a decidir sobre su vida, sus cuerpos y su maternidad) de las mujeres y la protección del medio ambiente.
  • Cada día se hace más visible la feminización de la pobreza, son las mujeres y las niñas las más afectadas por la crisis, la pandemia, las guerras, las desapariciones forzadas, las migraciones, la trata de personas, la violencia de género e intrafamiliar, los feminicidios, y el disfrute y respeto a sus derechos humanos.
  • Persiste la asimetría en la distribución de la riqueza. Hay un Aumento de las brechas entre países ricos y pobres (donde aumentan también la brecha entre mujeres y hombres, siendo estas las mujeres y niñas las más vulnerables).
  • Las mujeres han estado en la primera línea de enfrentamiento a la pandemia (poniendo en riesgo sus vidas).
  • Las mujeres han hecho un gran aporte en la sostenibilidad de la vida, si tenemos en cuenta que el trabajo de cuidado está fundamentalmente en manos de las mujeres. Se impone transformar la sociedad en una sociedad de cuidado. Una sociedad que cuide y no las mujeres
  • La división sexual del trabajo que se sustenta en la cultura del privilegio es patriarcal y violenta (el trabajo masculinizado mayor valor social con mejores condiciones de salario y seguridad, mientras el feminizado aquel que tiene que ver con el cuidado de la vida que es al que nos han relegado peor consideración social y de condiciones con más bajos salarios, peores jornadas y menor seguridad).
  • El trabajo no remunerado esta fundamentalmente centrado en las mujeres. Urge incluir mediciones más allá del Producto Interior Bruto (Las mujeres realizan al menos 2,5 veces más trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres. Por tanto, tienen menos tiempo para dedicar al trabajo remunerado o trabajan más horas, combinando trabajos remunerados con otros que no lo son. El trabajo no remunerado de las mujeres sufraga el costo en cuidados que sustenta a las familias, apoya a las economías y a menudo suple las carencias en materia de servicios sociales. Sin embargo, pocas veces se reconoce como “trabajo”. El valor del trabajo de cuidado no remunerado y del trabajo doméstico representa entre un 10 y un 39 por ciento del producto interior bruto)
  • Gobiernos neoliberales que institucionalizan la desigualdad por falta de políticas que propicien la igualdad de género. Al contrario, consolidan la desigualdad en el acceso a los recursos, al tiempo y propician la falta de autonomía en las mujeres.
  • En el año 2021 la tasa de participación femenina en el empleo fue muy inferior   a la masculina. Ha habido una brusca desaceleración. Muchas mujeres que necesitan y quieren trabajar, no han podido hacerlo por la carga de las tareas de cuidado en el hogar. 
  • Las mujeres han sufrido otra pandemia en la sombra, los feminicidios y otras violencias. 1 de cada 4 niñas en 2021 contrajo matrimonio antes de los 18 años. Aun cuando no siempre es visible esta es una violación de los derechos humanos
  •  Una experiencia de violencia que permanece es que la mujer está siendo utilizada instrumentalmente para justificar las guerras.
  • Es la mujer el punto de intersección entre colonialismo, imperialismo, nacionalismos y fundamentalismos culturales. Es el punto de sutura del capitalismo globalizado, racista y sexista: Son la mano de obra más barata, descartable, en las cadenas de montaje de las maquilas, son las que, inmigrantes, “sin papeles”, están dispuestas a realizar trabajos inseguros y poco remunerados, siendo víctimas además de todo tipo de violencias y discriminación.  
  •  Aumentan de manera significativa los niveles de vulnerabilidad de las mujeres y niñas de todas las edades, colocándolas en situaciones de alto riesgo y exposición frente a la violencia de género, como la trata, la explotación sexual, la prostitución y el tráfico de personas (la pobreza, la pandemia, los conflictos, desplazamientos forzados).
  • Según Naciones Unidas, 10 millones de mujeres – en algunos países hasta una de cada tres-, son violentadas (golpeadas, forzadas a tener relaciones sexuales y/o víctimas de algún otro abuso en el transcurso de sus vidas). 
  • A nivel mundial, una de cada cinco mujeres será víctima de violaciones o intento de violación en el trascurso de su vida; La mitad de las mujeres que mueren por homicidio son asesinadas por su actual pareja o ex pareja; Para las mujeres entre 15 y 44 años, la violencia es la principal causa de muerte y discapacidad. Más del 80% de las víctimas del tráfico de personas son mujeres; más de 130 millones de niñas y mujeres han sufrido mutilación genital.
  • En el campo internacional de los derechos humanos existe consenso que la violencia de género constituye una violación de los derechos humanos de las mujeres y una forma de la discriminación por motivos de género. La Corte Penal Internacional incluyó a los hechos de violencia de género, como crímenes de lesa humanidad: la violación, esclavitud sexual, prostitución, embarazo forzado, esterilización forzada u otra forma de violencia sexual de gravedad, entre otros.

Por ello reconocemos que sin importar de qué lugar del mundo somos, nuestra lucha es una sola. Hay un solo enemigo que destruir: el imperialismo y el capitalismo patriarcal. Hemos aprendido que el imperialismo y la alianza criminal capitalista patriarcal genera diversos tipos de opresiones sobre las mujeres.

La emancipación de las mujeres no puede estar separada de la liberación del conjunto de la población, por ello hablamos de que no es posible triunfar y entender la lucha de género si no abrazamos la lucha de clases. 

Se impone entender además la necesidad de la unidad en la acción, de la solidaridad y la lucha permanente por la paz mundial.

(*) Presidenta MDM-FDIM España