Faltaban nueve días para la gran final de la Copa Mundial de fútbol de Qatar cuando la justicia belga anunció la detención de varias personas acusadas de recibir sobornos para presionar a favor del Estado árabe, entre ellas una vicepresidenta del Parlamento Europeo y un conocido ex eurodiputado. Los medios de incomunicación, poco dados a alardes imaginativos, se apresuraron entonces a denominar Qatargate a la operación desarrollada por la fiscalía de Bruselas. Un nombre que resulta inapropiado por dos motivos fundamentales: en primer lugar, porque han repetido la denominación para aludir a dos casos diferentes; y, en segundo lugar, porque Marruecos también juega un papel importante en la trama, probablemente como protagonista.
El auténtico “caso Qatargate” se inició en 2013 con la publicación de un amplio reportaje de investigación de la revista francesa France Football con el título de “Mundial 2022 le Qatargate”, donde se informaba de las graves irregularidades cometidas por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) en la adjudicación a Qatar de la Copa Mundial. La investigación mencionaba una reunión secreta celebrada en 2010 en el Palacio del Elíseo, donde participaron el entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy; el príncipe heredero de Qatar, Tamin bin Hammad al-Thani; el ex futbolista Michel Platini, entonces presidente de la UEFA; y Sebastián Bazin, propietario del club París Saint Germain (PSG). En la reunión acordaron que Platini votaría a favor de Qatar y el país árabe ayudaría al PSG a superar su grave crisis financiera. Tras su elección como sede del mundial, el fondo Qatar Investment Authority adquirió el 70% de las acciones del PSG, donde juegan los dos grandes triunfadores del campeonato mundial: Lionel Messi y Kylian Mbappé, a quienes el ahora emir de Qatar (su auténtico jefe) entregó los premios de mejor jugador y máximo goleador, respectivamente.
Los detalles aportados por France Football formaban parte del denominado Informe García, un trabajo de investigación de 400 páginas encargado por la FIFA en 2012 al ex fiscal estadounidense Michael J. García sobre el proceso de adjudicación de los Mundiales de 2018 y 2022. El documento fue presentado en 2014 y mostraba cómo el emirato árabe consiguió ser sede del Mundial 2022 a través de sobornos millonarios a autoridades de la FIFA. Su Asociación de Fútbol, por ejemplo, pagó a Sandro Rosell, ex presidente del FC Barcelona, 2.000 euros al día por “asesoramiento” en la candidatura del país. Asimismo, sacó a la luz un ingreso de dos millones de libras a una niña de 10 años, hija de un miembro del Comité ejecutivo de la FIFA. De hecho, el 80% de los 22 ejecutivos que votaron a favor de celebrar el Mundial en Qatar se vieron envueltos posteriormente en casos de corrupción y sobornos. Cuando Platini presidía la UEFA trabajando a fondo para llevar el mundial a Qatar, el secretario general del organismo deportivo y, por tanto, su mano derecha, era el suizo Gianni Infantino, actualmente presidente de la FIFA. Es el calvo que sale en las fotos con el emir qatarí y Messi, ante la mirada atenta de Emmanuel Macron. La FIFA ocultó el informe García y solo lo hizo público en 2017 tras la filtración de una revista alemana.
Hace unos meses, la griega Eva Kaili, vicepresidenta del Parlamento europeo detenida en la trama de corrupción destapada en Bruselas, sentenció en una de sus intervenciones públicas que “la Copa del Mundo de Qatar es, en efecto, una prueba de cómo la diplomacia deportiva puede lograr la transformación histórica de un país que está a la cabeza en derechos laborales, abolición de la explotación laboral e introducción del salario mínimo”. Y se quedó tan ancha. El socialista italiano Pier Antonio Panzeri, jefe de la trama, era conocido como el «Sr. Marruecos del Parlamento Europeo» por sus vínculos con la dinastía alauita y su furor antisaharaui. Los detenidos usaban un método vintage y movían cientos de miles de euros en maletas guardadas en sus viviendas. Marruecos fue el otro gran triunfador del torneo al clasificarse para semifinales eliminando a varios de los favoritos y convirtiéndose en la selección africana mejor clasificada en la historia de los mundiales.
Viendo la facilidad con la que se mueven los lobbies en Bruselas y la clarividencia de sus señorías cuando hay euros por medio, me surge una preguntita a bote pronto: ¿La exagerada existencia de hoolligans de Zelenski y del envío de armas a Ucrania responderá a una supuesta solidaridad o será una cuestión de valijas…? Probablemente se trate de coincidencias, como las del Mundial de Qatar.
— Y digo yo… ¿aquí no haría falta una Revolución?
— Y luego, ¿por qué me lo preguntas?