El pasado 25 de Marzo se organizó en la localidad cacereña de Valdencín (pedanía de Torrejoncillo), una jornada y encuentro repleta de actividades para conmemorar y reivindicar la memoria del pueblo extremeño en un día olvidado de nuestra historia. La Asociación 25 de Marzo se ha encargado de revivir, recordar y reivindicar la fecha, que en este 2023 ha devenido en un gran éxito, convirtiendo el 25 de Marzo en un lugar de encuentro y de lucha, y ya una referencia dentro de la región como un día de celebración alternativa a la cacicada del 8 de Septiembre, día de la Virgen de Guadalupe, impuesta por Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
¿Qué se celebra el 25 de Marzo? En ese día de 1936, más de sesenta mil jornaleros, yunteros y braceros extremeños (pero también algunos en Andalucía y Salamanca), ocuparon en torno a doscientas cincuenta mil hectáreas de tierras de cultivo, pertenecientes a la aristocracia terrateniente. Sesenta mil personas se organizaron y en paz, sin derramar una gota de sangre, forzaron a la Segunda República a acelerar la ansiada reforma agraria, que quería dar tierra al pobre, un medio de subsistencia, y una forma para darle a la clase trabajadora un medio para tomar su libertad de las manos de la clase dominante tras siglos de opresión. A pesar del éxito inicial, esta y otras revueltas campesinas fueron uno de los detonantes que llevó a la reacción a conspirar contra la República, que llevó al intento de golpe de Estado y la Guerra Civil. La esperanza ganada se truncó, y Extremadura volvió a ser cortijo de pocos y hambre de muchos, en una problemática que atraviesa secularmente la historia de Extremadura. Hoy, lo que se celebra es la memoria de esos extremeños que se levantaron y, sin esperar que nadie los tutelara, tomaron sus aperos para forjar su propia historia. Es lo que se ha reivindicado este 25 de Marzo en Valdencín; y no sólo la memoria de esos yunteros y braceros que se levantaron en el 36: también la memoria de todas las luchas que, desde entonces, levantan al pueblo extremeño para defender su tierra, sus vidas y su dignidad.
La mañana se levantó con niebla en el valle del Alagón, lo cual adelantaba (como se pudo comprobar), un día de sol y calor —ya dice el refrán: «mañanita de niebla, tarde de paseo»—. Sin embargo, la primera actividad tuvo lugar bajo techo: la proyección del documental «Hambre de tierra. La cuestión agraria en Extremadura», de Producciones Morrimer. Este extenso documental hace un detallado recorrido por la historia reciente de Extremadura, articulada en todo momento por la propiedad de la tierra, por cómo esta ha estructurado su sociedad, su economía y su política. El momento de la reforma agraria republicana y el 25 de Marzo del 36 suponen un hito breve en el intento de subvertir la estructura de misera del pueblo extremeño, pero, como nos cuentan a través de una narración precisa y la participación de diferentes expertos en historia y economía extremeña, todavía sigue Extremadura anclada en un paradigma de opresión a través de la propiedad de la tierra y de una reforma agraria nunca consumada. Una opresión secular que nos une con los problemas presentes, que hunden sus raíces aquí.
Tras el documental, y con el buen tiempo, las actividades se trasladaron al exterior, a la plaza de la iglesia, rebautizada por la Asociación 25 de Marzo y el OSCEC (Órganu de Siguimientu i Cordinación del Estremeñu i la su Coltura) como «Praça 25 de Marçu». Aquí, bajo los soportales de la iglesia (para mitigar el calor), tuvieron lugar varias mesas redondas y charlas donde se habló sobre las luchas de hoy de Extremadura, más allá de la tierra: frente al extractivismo, frente al colonialismo energético, frente al sacrificio de una región y sus habitantes, frente a la degradación de los servicios públicos, un pueblo alzado. Por la tarde continuaron charlas, donde se presentó el libro IBEX35. Tres décadas marcando la agenda política de España y de tu bolsillo, por su coordinador, Dani Domínguez (LaMarea), poniendo sobre la mesa los intereses de las grandes empresas españolas en contra de los intereses de los trabajadores y trabajadoras. Se realizó un homenaje a los jornaleros y jornaleras extremeñas, y también se pudo escuchar los testimonios de varias generaciones de emigrados, con mensajes emotivos acerca de los motivos que les llevaron a salir de su tierra, y sus ansias de lucha por volver en condiciones dignas, porque se haya construido una Extremadura digna. Una lucha que se hace conjunta, con apoyo mutuo y organización, con reivindicaciones conjuntas, que piensan una Extremadura diferente. Por eso, el recién creado Premio 25 de Marzo fue a para la Plataforma SALVAtuTIERRA, que se opone a la imposición de un macrovertedero en las cercanías de Salvatierra de los Barros: un pueblo que se alza en solidaridad por una región diferente a la que quieren construir los empresarios. El día de charlas terminó con un precioso recital de poesía homenaje al poeta pacense Luis Álvarez Lencero, a través de un recorrido por su vida y su obra.






Todo esto no hubiera sido posible sin la desinteresada organización de la Asociación 25 de Marzo y por la inestimable colaboración de La Abadía, bar de la localidad que puso a disposición del encuentro el local como centro neurálgico para la proyección del documental, la realización de los conciertos, y el avituallamiento de los participantes (circundada además, por un mercadillo popular). Más de uno y una se vio a sí misma sorprendida disfrutando de la garbanzada popular que prepararon y que disfrutaron los asistentes bajo el inusual calor en este día de Marzo (y problemático, por causas más que conocidas). Sin embargo, cerca de quinientas personas disfrutaron de día y comida en compañía y fiesta. Una fiesta que despuntó en la música: tras la comida, la electro-jota de El Gato con Jotas puso a botar a todos en el pueblo, cantes y bailes tradicionales que después se trasladaron a la calle; por la noche, el rock de Farragua, el hip-hop de Vila Mc Yeuh, el punk-rock de Kalerizo y la cumbia-punk de A Garulla, tuvieron a todo el mundo en pie hasta las tantas.
Un día que se resume en una palabra: camaradería. Muchos encuentros, no sólo entre personas, sino con un espíritu de lucha, con una tierra, con una comunidad, con unas emociones compartidas, y unas luchas compartidas. Gente que vino de muy lejos para encontrarse un espacio solidario y comprensivo, con un espacio que busca devolver la dignidad a todo un pueblo, oprimido desde hace siglos por los intereses económicos y políticos. El pueblo de los yunteros y braceros que un día se levantaron simplemente a tomar su vida, porque no tenían nada que perder más que su hambre y su miseria. Eso es lo que se homenajeó, eso es lo que se reivindicó, y eso es por lo que se sigue luchando.