El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos. Lo dijo Antonio Gramsci, un marxista italiano que parecía ver el futuro. Al gobierno reaccionario de nada le ha servido la amplia oposición popular a su proyecto para ampliar la jornada y la explotación de la clase trabajadora y este viernes ha aprobado la jornada de trabajo de hasta 13 horas al día. Pero no como algo extraordinario, sino como una forma de vida.

Algo bárbaro solo explicable porque los capitalistas necesitan aumentar su tasa de ganacia a costa del sudor de la clase trabajadora. La reforma laboral permite a los trabajadores tener un segundo empleo, de un máximo de cinco horas diarias, junto a su actividad principal de ocho horas al día. Es decir, se prevé la posibilidad de una doble jornada de 13 horas, si se tiene dos empleadores. Algo inhumano convertido en ley.

La reforma, avalada gracias a la mayoría reaccionaria y burguesa del Parlamento, permite a las empresas imponer un sexto día laboral, en sábados o domingos, y variar los horarios de los empleados con 24 horas de antelación para adaptarlos a las necesidades de producción. Asimismo, introduce contratos para “empleados de guardia” que prácticamente no tendrán un horario fijo, sino que trabajarán cuando su empleador lo requiera, siempre y cuando sean notificados al menos 24 horas antes.

Las medidas están siendo respondidas con movilizaciones populares en Grecia. Así, miles de manifestantes salieron este jueves a las calles en las principales ciudades del país en respuesta a la convocatoria de los sindicatos de clase que llamaban a la lucha contra este proyecto de ley que representa un retroceso a la clase trabajadora de Grecia en particular y a la mundial en general. En las manifestaciones de la capital participó el secretario general del Partido Comunista de Grecia (KKE), Dimitris Kutsubas. 

.“No nos convertiremos en esclavos modernos” y “las ocho horas de jornada fueron y serán una conquista de los trabajadores”, se podía leer en algunas de las pancartas de los manifestantes, que marcharon hasta el Parlamento, en la céntrica plaza de Syntagma.

“Con esta ley se elimina lo último que quedaba de derechos laborales en el país y se legalizan los seis días de trabajo, son medidas muy peligrosas”, dijo a EFE Dimitris Govas, un manifestante que trabaja en una librería.  Y todo esto en un país en el que ya es una “práctica común” la economía sumergida y las horas extra no declaradas, añade Govas.

Sobre esta cuestión se ha pronunciado Yolanda Díaz, quien a través de sus redes sociales se ha manifestado «muy preocupada por esta noticia que llega desde Grecia. Este es el camino de la involución: menos tiempo, vidas peores, economía low cost. Nosotras seguiremos trabajando para reconciliar la economía con la vida y el planeta», ha dicho la ministra de Trabajo de España en funciones.

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