El 1 de octubre de 2022, la Asociación Amical de Mauthausen colaboró con el Ayuntamiento de Burguillos del Cerro en un acto en el que se inauguró una placa en homenaje a los dos vecinos de la localidad que sufrieron como deportados el horror nazi. Una conmemoración que el actual equipo de gobierno de la localidad, una coalición entre PP y Levanta-Extremeños, ha decido eliminar, como quedó claro en el último pleno, donde ante la pregunta de la concejala de la coalición de izquierdas Despierta Burguillos sobre el homenaje afirmaron: “No, no se ha programado. Ni para eso ni para otras muchas cosas. No hay programado nada”.
Francisco Márquez Macías y Antonio Cerrajero Jiménez nacieron en Burguillos del Cerro en 1910 y 1912, respectivamente. Y como otros muchos jóvenes burguillanos, se vieron obligados a huir del pueblo el 14 de septiembre de 1936, el día que las tropas fascistas tomaron el municipio, dejando atrás a sus familias, amigos y compañeros, a los que nunca más volverían a ver, pues ninguno de los dos regresaría a Burguillos.
Tras su paso por el frente extremeño como voluntarios en el Batallón de los Castúos, y después de casi tres años de guerra, ambos acabaron en Francia, donde fueron internados en campos de prisioneros, trabajando en las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE): Francisco estuvo en la 29ª y Antonio en la 108ª CTE. Fueron detenidos por los nazis en 1940 en Belfort (Francia), encarcelados en el Frontstalag 140 y deportados a Mauthausen, donde correrían distinta suerte.
Antonio Cerrajero Jiménez entró en el campo de concentración de Mauthausen el 26 de abril de 1941 con el número de matrícula 3478. El dos de febrero de 1942 fue asesinado con 29 años en el subcampo de Hartheim. Por su parte, Francisco Márquez Macías sería liberado en 1945. Rehízo su vida en Francia y nunca volvió a Burguillos. De hecho, en el entorno familiar siempre creyeron que había muerto en la guerra, como su hermano Manuel, fusilado en Mérida en 1941. En 1993, cuando Francisco se encontraba en su lecho de muerte, contó a su nieta Sabine un secreto que llevaba guardando casi sesenta años: que procedía de Burguillos del Cerro, donde se encontraba su familia, y que había estado preso en el campo de concentración de Mauthausen. Sabine, que me ha proporcionado mucha información sobre su abuelo, se puso en contacto con sus familiares burguillanos y actualmente pasa por Burguillos varias veces al año.
Consideramos que, desde un punto de vista histórico, y también cívico y moral, es altamente peligroso acabar con este tipo de homenajes a las víctimas del nazismo que lucharon, y murieron, por una sociedad democrática más justa e igualitaria. Esta decisión del equipo de gobierno, de PP y Levanta-Extremeños, que utilizaron al terrorismo como argumento justificador para no realizar el acto a las víctimas del nazismo, constituye, además, una total falta de empatía no solo hacia las víctimas, sino también hacia sus familias, que han hecho un esfuerzo extraordinario por arrojar un poco de luz para conocer la historia de Antonio y de Francisco.
(*) Historiador