«Yo he pasado mucho miedo, el miedo que puede pasar un hombre al que dicen a las 19:00 horas que lo van a fusilar a las 23:00» (M.L. Estefanía)

Recordemos: La novela del Oeste es una categoría de literatura popular o de consumo, ambientada generalmente en el siglo XIX y durante el periodo que conocemos como la conquista del oeste de los Estados Unidos, a su vez tuvo importantes derivaciones cinematográficas y en la historieta gráfica. Fue la novela The Virginian (El virginiano), de Owen Wister (1902) la precursora del género.

En España floreció su escritura en la década de los sesenta del siglo XX, pero su lectura perduró durante toda la posguerra, durante la transición e incluso hasta nuestros días. Su personaje, una suerte de jinete a caballo muchas veces cuidador de vacas, de ahí el sobrenombre de cowboy, debía superar cualquier tipo de dificultad. Un tópico de casi todos estos autores es el frecuente uso de pseudónimos anglófonos para eludir la estricta censura franquista y atraer más público lector. Por ello Jacinto Antón nos dice: «El uso de seudónimo era tanto una imposición del editor para dar realce a las colecciones como una necesidad en caso de los represaliados».

La posición de los editores era comprensible: ¿cómo vamos a vender una novela del oeste si te llamas Eduardo de Guzmán y además eres anarquista?, por lo que para salvar el trance se cambiaban el nombre, así de Guzmán firmó como Edward Goodman, Eddy Thorny, Richard Jackson, Anthony Lancaster o Charles G. Brown. Y es que, en efecto, la mayoría de esos autores (también había mujeres que adoptaban nombres masculinos, como Vic Logan, que se llamaba en realidad Victoria Rodoreda) eran republicanos que habían sido represaliados por el franquismo. Así, en el caso de Alfonso Arizmendi Regaldie, que firmaba como Alf Regaldie, fue su hija Consuelo la encargada de sacar sus primeras novelas de la cárcel, donde cumplía condena después de la guerra.

Pero sin duda, hablar de novelas del oeste en España conlleva necesariamente citar los nombres de Marcial Lafuente Estefanía y Francisco González Ledesma (dejemos aparcado de momento a José Mallorquí, creador de El Coyote).

Marcial Lafuente Estefanía (Toledo, 1903-Madrid, 1984) es considerado el máximo representante de las llamadas novelas de quiosco o «de a duro» en España con sus 2.600 novelas del oeste. Serrat plasmó esa huella en el Romance de Curro «El Palmo»: «Y en horas perdidas/Se leyó enterito/A don Marcial Lafuente». Además de publicar como M. L. Estefanía, utilizó seudónimos como Tony Spring, Arizona, Dan Lewis o Dan Luce. Las novelas publicadas bajo su nombre han sido escritas, o bien por él, o bien por sus hijos, incluso por su nieto Federico. M. L. E. estudió ingeniería industrial y ejerció en España, África y América. Entre 1928 y 1931 recorrió gran parte de los Estados Unidos, lo que habrá de servirle para ambientar sus historias. Iniciada la Guerra en 1936, se afilió a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y participó voluntario en el Ejército republicano, llegando a ser general de Artillería. Se libró de morir en el paredón, pero a partir de 1939 padeció varios periodos de cárcel.

Francisco González Ledesma (Barcelona,1927-2015) fue un abogado, periodista, guionista de historietas y novelista. Especializado en los últimos años en el género policíaco, dando vida al comisario Ricardo Méndez, es considerado uno de los principales impulsores de la novela negra de corte social en España.

Obtuvo en 1948, con solo 21 años, el Premio Internacional de Novela, instituido por el editor Josep Janés i Olivé por su novela Sombras viejas y en cuyo jurado se encontraba Somerset Maugham y Walter Starkie. Sin embargo, la censura franquista prohibió su publicación, tildando a su autor de «rojo» y «pornógrafo», ello le enterró como autor de novelas «serias». Fue Francisco Bruguera quien le propuso que escribiera novelas del Oeste: «me dijo que me buscara un seudónimo porque con un apellido como González nadie se iba a creer una novela del oeste». Y en 1952 nació Silver Kane, bajo el cual llegó a entregar una novela semanal. En total, unos mil títulos. Además ha publicado novelas de bolsillo bajo los seudónimos de Taylor Nummy, Rosa Alcázar y Fernando Robles.

Alejandro Jodorowsky opina que las novelas «vaqueras» de F. G. Ledesma «están muy bien escritas (…) Es tan anarquista su contenido que me parece un milagro que Franco no mandara fusilar a Silver Kane».

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