A mediados de febrero se anunció la firma de un acuerdo entre Microsoft y el Gobierno de España por el cual la empresa se compromete a invertir alrededor de 2.000 millones de euros en nuestro país. El principal objetivo sería fomentar el uso responsable de la inteligencia artificial (IA) en las Administraciones Públicas y empresas españolas y debería conllevar la creación de 69.000 puestos de trabajo.

La noticia saltó a los medios de comunicación el pasado 19 de febrero, parejo a una serie de fotos de los presidentes del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y de Microsoft, Brad Smith, junto a otros miembros del gobierno y representantes de la multinacional tecnológica. El día después del citado encuentro, El País publica una entrevista con Brad Smith en la que el presidente de la compañía se muestra favorable a la regulación de la inteligencia artificial. En declaraciones al periódico, Smith afirma con relación a la creación de puestos de trabajo y la IA en España en los próximos años: “la IA reduce las barreras de entrada [a los empleos del futuro], facilita que alguien sea un profesional de ciberseguridad o que alguien escriba software”. Y aquí Smith nos ha puesto en bandeja una de las claves sobre las que las comunistas debemos poner el ojo: la inteligencia artificial como herramienta de devaluación de la fuerza de trabajo, al tratarse de un desarrollo de las fuerzas productivas.

El fenómeno de la inteligencia artificial y su impacto en nuestro país es, obviamente, complejo. Aproximémonos, parcial y modestamente al mismo, analizando el reciente acuerdo.

El mito de la soberanía digital nacional

El pacto firmado se basa en cuatro puntos principales, que son: (1) la ciberseguridad nacional; (2) el uso responsable de la inteligencia artificial (tanto su diseño como su implementación); (3) la extensión del uso de la IA a la Administración Pública y (4) mejorar la ciberseguridad de empresas y ciudadanas (el orden no es baladí, dando más importancia a las primeras que a las segundas).

Refleja la debilidad de nuestras democracias burguesas que los gobiernos soberanos tengan que pedir ayuda a una gran multinacional en cuestiones de ciberseguridad y soberanía digital. Pero esto es lo que hay cuando hablamos de tecnología en nuestro país, más aún si el tema es la inteligencia artificial. Los avances en la implementación y mejora de la IA se asocian a grandes empresas tecnológicas que operan de forma paralela a los Estados. Y es importante recalcar este aspecto: avances, pero no su invención, pues la inteligencia artificial no es para nada algo nuevo. Lo que ocurre es que se ha necesitado de la infraestructura (chips) para explotar su uso y así, mejorar su funcionamiento a base de probarla. Las ideas en ciencia pueden estar muy claras en el papel, pero una tecnología no avanza hasta que no se ensaya y se proponen nuevas soluciones en base a su funcionamiento. Y todavía queda tela que cortar al respecto cuando los chips más avanzados lleguen implementados masivamente al mercado en los próximos años.

Dada la naturaleza de la inteligencia artificial, si queremos tener a nuestra disposición herramientas en condiciones y no algoritmos de juguete, parece que necesitamos de las grandes empresas y sus infraestructuras: sus fábricas de chips, sus centros de datos, sus modelos de lenguaje (el ChatGPT de OpenAI, el Gemini de Google o el Bing de Microsoft), etc. Deberíamos reflexionar críticamente a este respecto si de verdad aspiramos a un mayor control sobre esta realidad y no es todo pose. Pedro Sánchez anunció el pasado 26 de febrero la creación de un modelo de lenguaje de inteligencia artificial en español y lenguas cooficiales. La medida es, obviamente, necesaria y correcta, pero ¿es suficiente? ¿No deberíamos intentar ir más allá, y liderar la producción de chips, la investigación en redes neuronales (en palabras simples, los algoritmos que sostienen la IA) y, en general, el dominio público de la tecnología?

Herramienta devaluadora de la fuerza de trabajo

Uno de los factores que deberíamos considerar más alarmantes es lo poco que se menciona la educación en España en materia de IA. El Gabinete de prensa de la Moncloa sólo ha mencionado “planes de formación para funcionarios”. Faltaría más, si uno de los objetivos del acuerdo es incorporar la inteligencia artificial en la Administración.

En Alemania el acuerdo del gobierno con Microsoft le compromete a la multinacional a formar a 1,2 millones de trabajadores. En España no

Pero el acuerdo, más allá de este aspecto, ignora que la IA va a tener cada vez mayor impacto en el mundo laboral, tal y como admite Brad Smith en sus declaraciones. Esto se contrapone, por ejemplo, al acuerdo entre Microsoft y el gobierno alemán firmado días después, en el que se comprometen a formar a 1,2 millones de trabajadores, mencionando alianzas con empresas relacionadas con la logística como DHL.

Desde una perspectiva marxista, la inteligencia artificial se sitúa como un paso más en la automatización del trabajo y, por consiguiente, con las consecuencias de ésta: la devaluación de la fuerza de trabajo, separando entre las trabajadoras que saben usarlas y las que no y aumentando el ejército industrial de reserva. Citando a Marx en los Grundrisse[1], la automatización absorbe en la máquina las fuerzas productivas (el saber, las destrezas) de modo que parezcan un atributo del capital y no un producto del trabajo social. Nos suena, ¿verdad? ChatGPT, como ejemplo cotidiano, se presenta como una suerte de máquina maravillosa y gratuita a nuestro alcance (oh, gracias OpenAI; nótese la ironía) cuando no es más que el fruto de la investigación científica y el desarrollo de estas herramientas en base a nuestros datos e interacciones.

Será un paso más en la automatización del trabajo. Habrá que reflexionar desde la organización y la lucha sindical la entrada de la IA en nuestros puestos de trabajo

Ante esta realidad, en mi opinión, pondría no tantas esperanzas en la legislación y las gestiones del Estado, sino más bien otros aspectos como la organización de las trabajadoras y la lucha sindical ante la entrada de la IA en nuestros puestos de trabajo. Un ejemplo obvio: negociación de la reducción de la jornada laboral sin bajar los salarios. Y de ahí en adelante.

Energía para funcionar, agua para enfriar

Actualmente, el entrenamiento de los modelos de inteligencia artificial conlleva un elevado coste energético. Esto es algo que la comunidad científica lleva años señalando frente a la pasividad de las grandes tecnológicas. Algunas estimaciones afirman que las inteligencias artificiales generativas (como los chats que muchas ya hemos usado), consumen hasta cinco veces más que una búsqueda convencional por la web.

Pero la inteligencia artificial generativa no requiere sólo de energía, sino también de agua para enfriar sus centros de procesamiento. Datos admitidos por Google o Microsoft sobre sus modelos de lenguaje han supuesto un aumento del 20 y 34 % en el consumo de agua respectivamente en centros de dichas compañías. Así mismo, las empresas no son transparentes con esta información, complicando los estudios y valoraciones.

El diseño de sistemas de IA más eficientes es urgente. Pactos como el firmado por el Gobierno de España deberían incluir este tipo de condiciones. El acuerdo con Microsoft incluye la próxima apertura de infraestructuras de centros de datos en la Comunidad de Madrid y en Aragón, prometiendo el uso de energía 100 % renovable. Una vez más, en lugar de apostar por el decrecimiento, incluso aumentamos el consumo energético global con estas nuevas tecnologías suponiendo un —muy dudoso— respaldo de las renovables.

Como con cualquier propuesta tecnológica, la IA también puede y debe ser entendida y utilizada por nuestra clase

¿Qué trabajen las máquinas?

Ante un clima de misticismo, incertidumbre y miedos ante la inteligencia artificial, parece que ahora señores como Brad Smith vienen a salvarnos. Sin embargo, nosotras sabemos que la clase trabajadora sólo se tiene a sí misma. Como con cualquier propuesta tecnológica, la IA también puede y debe ser entendida y utilizada por nuestra clase. Pero su irrupción no debe alejarnos de asuntos incluso más apremiantes, como la crisis climática y de recursos. Desde los grupos de trabajo de Ciencia y Tecnología, así como de Energía y Medio Ambiente del PCE, camaradas con inquietudes al respecto estamos trabajando para contribuir a que nuestro Partido esté a la altura de estos grandes debates. Si eres militante del PCE y este artículo te ha picado, te estamos esperando.

NOTA:

[1] K. Marx: «Fragmento sobre las máquinas» en Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, vol. 2, Siglo Veintiuno, Ciudad de México, 1972.

(*) Grupo de Ciencia y Tecnología; Grupo de Energía y Medio Ambiente del PCE