Estimada ciudadana, estimado ciudadano:

Asistimos a un golpe de Estado a cámara lenta, desde la celebración de las últimas elecciones generales. Las derechas no han aceptado los resultados electorales.

La legislatura anterior empezó con la idea de «gobierno ilegítimo», las derechas pusieron en marcha la máquina del fango. Se hizo un acoso sin precedentes en los países democráticos a la familia del ex-vicepresidente del gobierno Pablo Iglesias. Ahora, estamos en los últimos capítulos del golpe. En el que las togas y algunos sectores mediáticos están siendo utilizados como rehenes, como herramientas por el PP y la extrema derecha. Negándose a la renovación del Poder Judicial, durante años, y coordinando a grupos de la extrema derecha y a los restos del poder bipartidista, cuyos exponentes más genuinos son Felipe González y José María Aznar. Han conspirado y hecho declaraciones apocalípticas que justifican la aptitud golpista de Vox y PP. Al tiempo que llaman reiteradamente a la defensa del régimen del 78.

Algunos grupos de las movilizaciones de agricultores, manifestaciones de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, convocatorias de movilizaciones de jueces, pronunciamientos de órganos tan caducados como el CGPJ (dictamen contra la ley de amnistía que elaboraba el Gobierno con distintos grupos políticos antes de conocer el texto). La derecha y extrema derecha han convocado manifestaciones diarias frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz en Madrid, llegando a más sedes en el resto del país. Son botones de muestra de la angustia de la derecha buscando atajos para llegar al poder al margen de las urnas.

Feijóo, espoleado por las encuestas, se veía presidente del gobierno con mayoría absoluta o -en todo caso- con el apoyo de Vox, con el que tenían la voluntad real de llegar a un acuerdo. Como se ha demostrado en las CC. AA. y ayuntamientos donde daban los números para acceder al gobierno con la extrema derecha. Ya están con la tarea de aplicar sus acuerdos:

Revisión de la historia, blanqueando al franquismo, eliminando la palabra «dictadura». Negando la violencia machista. Censurando actividades culturales como obras de teatro, recitales de poesía… Llevándonos de nuevo al NO-DO, a una España en blanco y negro. Proponiendo la ilegalización de los partidos nacionalistas.

Las derechas no aceptaron el resultado electoral por más mítines que daban por todas las esquinas, por todas las cadenas televisivas y demás medios de comunicación, por algunas capitales europeas y hasta en Zarzuela. Donde vendían el triunfo electoral del PP, como único aval para formar gobierno. Ignorando que las gobiernos en un régimen parlamentario tienen que tener mayoría parlamentaria. La mayoría que invistió a Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno de España es legítima, sin ninguna duda ni fisura.

El gobierno de coalición que se formó en España en la legislatura anterior y que ha vuelto a formarse. El actual Gobierno está llevando una política progresista:

Aumentando el salario mínimo, aumentando las pensiones de acuerdo al IPC, la reforma laboral, la defensa y dotación de la sanidad pública, educación pública, aumento de becas, bonos para el transporte público, impuestos para la banca y eléctricas ante los escandalosos beneficios empresariales, ayudas a los jóvenes para acceder a la vivienda, una ley de amnistía para normalizar la convivencia en Catalunya (amnistía para cientos de catalanes procesados sin que ninguno sea terrorista), trabajando por una España plurinacional (una nación de naciones). La Ley de Memoria Democrática, en la que se garantiza la justicia, verdad y reparación.

Manos Limpias ha sido la que ha puesto la alfombra para que pase esta pantalla, que puede ser el capítulo final del golpe de Estado (es decir, la estrategia de PP-Vox). Vuelve a las andadas la derecha española: ha practicado siempre el matonismo, asonadas militares, el atajo, el genocidio y el chantaje. Este golpe de Estado, este acoso a la familia de Pedro Sánchez, este odio inoculado no ha vencido todavía, estamos a tiempo de pararlo. Podemos evitar que pase, esta vez no pasarán. Merece la pena aguantar, ya que no es un problema de Pedro Sánchez, es un problema de la democracia. No hay que ser del Partido Socialista (yo no lo soy) para defender la democracia y la Constitución, los valores de la libertad. Las urnas —y solo las urnas— son el camino para acceder al poder y para dejarlo.

En esta hora que vive España, se ha de convocar una cumbre para defender la democracia donde estén todos los partidos políticos democráticos, sindicatos, movimiento feminista, movimiento ecologista, representantes de la cultura, etc. Una cumbre plural de las fuerzas democráticas para que este país no caiga de nuevo en la época más negra de su historia.

Por eso, señor presidente Pedro Sánchez, usted no puede dimitir por una denuncia de ocho folios fotocopiados de medios dudosos. ¡Aguantar toca!

Salud y República

(*) Presidente de Honor PCA; exparlamentario de IU

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