En las manifestaciones del 1º de mayo, los veteranos y asiduos asistentes comprobamos que cada vez existen más huecos difíciles (o imposibles) de rellenar. Es este el caso de Vigo donde, por segundo año, nos resultará extraño no encontrarnos con Waldino Varela detrás de una pancarta.

Su fallecimiento en 2022, coincidió con la celebración del cincuenta aniversario de la oleada huelguística que convulsionó la sociedad gallega durante todo el año 1972. Waldino era entonces un líder obrero conocido y respetado tanto en su astillero como entre los trabajadores gallegos que se oponían a la dictadura franquista. Había formado parte de la candidatura de las ilegales Comisiones Obreras en las elecciones de enlaces de 1971 en Vulcano, la factoría naval donde trabajaba como tornero. El triunfo de su candidatura les permitió controlar el Jurado de empresa para promover la negociación del convenio colectivo y, como había sucedido en otros momentos, Waldino pasaría al primer plano de las luchas que se desarrollarían en el astillero y en su ciudad. Los trabajadores de Vulcano fueron los primeros en solidarizarse con los de la Bazán de Ferrol ante la terrible represión desencadenada por la dictadura el 10 de marzo de 1972, acción que repetirían con los despedidos de Citroën después del día 9 de septiembre. Waldino Varela, que acumulaba ya un largo recorrido de trabajo y lucha sindical era, para la Brigada Político Social, el principal responsable de la Intercomisión de Vigo que junto al Comité Comarcal del PCG aparecía en el centro de la estrategia huelguística de los comunistas de la ciudad[1]. Las consecuencias de su protagonismo durante la huelga general de la comarca viguesa son también conocidas: fue despedido inmediatamente y detenido. Aunque ganó en Magistratura el derecho a la readmisión, la empresa se negó a acatar la sentencia judicial y no volvería al astillero hasta la aplicación de la amnistía laboral en 1977.

Nacido en el barrio de Teis en 1930 en el seno de una familia republicana de izquierdas y de tendencia anarquista, durante la Autarquía y con solo 14 años entró a trabajar como aprendiz en Construcciones Navales Enrique Lorenzo, el astillero próximo al hogar familiar. Allí pronto contactaría con los restos de la militancia republicana, comunistas y anarquistas que entonces recaudaban el Socorro rojo; seguían las emisiones de la “Pirenaica”; distribuían Mundo Obrero y daban muestras de una incipiente resistencia obrera a la dictadura y a los que se uniría Waldino cuando, con 16 años, encabezó una primera iniciativa en defensa de los aprendices[2]. Eran los primeros años cincuenta, cuando el PCE comenzaba a poner en práctica una estrategia de lucha contra el franquismo que convertía a la clase obrera en su protagonista colectivo y a las factorías en el escenario de la acción política y sindical. Aquella estrategia requería aplicar la conocida táctica “entrista” que implicaba la participación en las elecciones de enlaces y en los jurados de empresa para, desde esas instancias de representación social, canalizar las reivindicaciones laborales. En Vulcano, Waldino Varela intuyó la importancia de las posibilidades sociolaborales que se abrían con las tácticas mencionadas y pronto confluiría con el Partido Comunista en la estrategia de lucha obrera por la democracia, fogueándose con el contacto cotidiano con comunistas veteranos como Manuel Rey, Enrique Grandal, Antonio Abalo Nieto, Ventura Areal y jóvenes anarquistas como Augusto Docampo y Jaime Garrido que se movían entorno a Víctor Francisco Cáceres[3].

Como consecuencia de la actividad de aquellos trabajadores, la candidatura unitaria promovida por los comunistas en las elecciones sindicales de 1960 logró un éxito rotundo con Waldino como independiente y pasaron a controlar el jurado de empresa que debía negociar el primer convenio colectivo de Vulcano. En la primavera del 1962, en el contexto de las huelgas de la minería asturiana, participó en los paros de su astillero para continuar haciéndolo en todos los conflictos laborales ya como militante del Partido Comunista[4]. También volvería a ser enlace sindical en las elecciones de 1963, en las de 1966 y en las citadas de 1971. Durante esa década, desde el jurado de empresa encabezó la negociación de los sucesivos convenios colectivos hasta 1972; las protestas contra las horas extras o contra las consecuencias negativas de la imposición del sistema de organización tiempos de trabajo, el conocido Bedaux. Durante esos años contribuyó a consolidar el nuevo modelo de acción sindical y de organización de la clase obrera, que representaban las Comisiones Obreras.

A comienzos de los años setenta, Waldino, era un referente de lucha obrera reconocido por los trabajadores. Pertenecía a la dirección del PCG y a la Coordinadora de las CC. OO. de Galicia y en 1972 formaba parte de la dirección comarcal del PCG que decidió poner en práctica la teoría movilizadora de “la mancha de aceite” y participó en la dirección de la huelga general más importante de la historia de la ciudad, con más de 30.000 trabajadores de 30 empresas secundando las consignas movilizadoras del comité de huelga durante quince días.

Ultimo primero de mayo, poco antes de fallecer, desde la izquierda, Basilio Cegarra, José Outes, Waldino, Pablo Nuñez y compañera, Alonso Montero, Javier Mariño y José Alen, veteranos compañeros.

Detenido y despedido, después de 1972, dedicaría sus esfuerzos a recuperar la organización de las CC. OO. descabezadas por el encarcelamiento de la mayoría de sus dirigentes y continuaría desde la Junta Democrática a mantener la lucha política contra la dictadura por la amnistía y las libertades hasta la muerte del general Franco. En 1976 participó en la Asamblea de Barcelona, donde se decidió la conversión del movimiento de las Comisiones Obreras en un sindicato de nuevo tipo, y en la VI Asamblea Nacional de Galicia. Con la amnistía laboral se reintegró de nuevo a Vulcano y en 1978 fue elegido miembro de la primera Ejecutiva del Sindicato Nacional de las CCOO de Galicia y poco después secretario general de la Provincia de Pontevedra. En 1977 formó parte de la candidatura del PCG al Congreso por la provincia de Pontevedra y en 1979 en las elecciones municipales en Vigo fue elegido concejal y como tal participó en el primer gobierno democrático de su ciudad hasta 1983.

Posteriormente, ya fuera de las instituciones y en un escenario constitucional, Waldino continuó perteneciendo a las direcciones del PCG y las Comisiones Obreras, manteniendo la fidelidad a sus principios ideológicos y a sus ideas políticas con la coherencia que había caracterizado su vida. Contribuyó a la construcción de alternativas unitarias como Izquierda Unida y, hasta su fallecimiento, desde la Federación de Pensionistas de CC. OO. y las filas del PCG e IU participó en las movilizaciones sociales, siempre desde un irreprochable compromiso ético y social con la clase trabajadora. En cada 1º de Mayo, el representaba un pasado de lucha, y más allá de las diferencias o coincidencias en los debates internos en el ámbito de la militancia sociopolítica compartida, nunca dejaba de mostrarnos no solo su afecto de compañero militante sino también su espíritu crítico e inconformista, reflejo de la coherencia que había guiado toda su vida. Este año volveremos a notar su ausencia física detrás de la pancarta, pero caminará por las calles de Vigo en nuestra memoria y formando parte de la historia de la clase obrera de Galicia.


[1]“Informe especial, Asunto Vigo. Conflicto laboral de matiz político”, Ministerio de Gobernación. Comisaría General de Investigación. Boletín informativo, 43, 21 noviembre de 1972 en Archivo Histórico Nacional.

[2]https:// Documentaria.cegarra.gal. Testimonio: Waldino Varela. Traballador, memoria do movemento obreiro vigués.

[3] Eduardo Bragado y Pedro Lago, “Acción política e sindical e interacción estratéxica en Galicia O caso do asteleiro Vulcano, 1936-1966” en Grial, 151, 2001.

[4] José Gómez Alén, “Galicia 1962: el eco del silencio en Rubén Vega, Las huelgas de 1962 en España y su repercusión internacional, Trea, Gijón, 2002.  

(*) Historiador. Fundación de Investigaciones Marxistas