Tras la clausura del I Congreso El Republicanismo en España. Política, sociedad y cultura tuvo lugar en el Campus del Milán de la Universidad de Oviedo el coloquio El Republicanismo. Actualidad y perspectivas de futuro. El Comité Organizador lo planteó como un acto que, sirviendo de broche, rebasara lo meramente académico y aspirase a dar participación a un perfil de público más amplio que el que había asistido a las sesiones anteriores. Indudablemente, y así fue, el debate prometía ser más político que académico. La inclusión de las libertades y la monarquía en un mismo paquete, con ocasión del sometimiento del proyecto de Constitución a consulta popular, supuso convertir la forma de organización del Estado en algo innegociable, al no existir un referéndum específico a propósito del modelo de Estado.
A ello se añadió, asimismo, la construcción mediática de la etapa abierta en 1975 como el estreno de los procedimientos democráticos en España y el silenciamiento de la experiencia de 1931-1936, en el marco del tácito pacto de silencio que rigió todo el proceso. Andrés Borrego escribió en 1885 Causas de la razón de ser del republicanismo en España, cuya idea central era, evidenciando el desprestigio de la monarquía, acabar con él; la fórmula que proponía era que el pueblo español constatara que bajo el régimen monárquico disfrutaba de las mismas libertades que con una república: estos criterios no dejan de estar en la base de las transformaciones políticas experimentadas en España en las últimas tres décadas.
En el debate, moderado por el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, David Ruiz, se contó con la participación de dos representantes del Ateneo Republicano de Asturias (el profesor Luis Arias Argüelles-Meres y el abogado gijonés Francisco Prendes Quirós, ambos colaboradores del diario asturiano La Nueva España) y otros dos de la Unidad Cívica por la República (los históricos militantes del PCE, Armando López Salinas y Víctor Díaz-Cardiel). Durante su curso se hizo evidente que el republicanismo, además de constituir un eventual objeto del análisis histórico, oculta un problema de candente actualidad en la más inmediata historia de España, en especial desde que la reciente boda del heredero al trono garantiza de facto la perpetuación del régimen monárquico.
Necesidad de autocrítica
Los contertulios insistieron en la vital importancia de los valores republicanos, que conformarían un repertorio que supera el tradicional credo tripartito de Libertad-Igualdad-Fraternidad para acoger otros, que a su vez se integrarían en el más amplio de ciudadanía con sus derechos y deberes, como la honradez, la transparencia, la dignidad o la decencia. En este punto, hizo especial hincapié Francisco Prendes Quirós, quien con su particular discurso de inspiración decimonónica, lamentó que fuesen tan escasas las memorias que aún a día de hoy recuerdan la letra del Himno de Riego e instó a los asistentes a aprendérselo.
Tanto Prendes Quirós como Argüelles-Meres consideraron que los actuales partidos, protagonistas de lo que se ha dado en llamar transición pacífica hacia la democracia – y que los presentes convinieron en denominar, para mayor precisión, segunda Restauración – no están llamados a traer la república. En esa línea estimaron que la única vía posible de renovación sería la lucha a través de movimientos populares o plataformas que no estuviesen lideradas por aquéllos.
Postura diferente en ese sentido fue la de los representantes de la Unidad Cívica por la República, militantes a su vez del PCE, quienes se mostraron conscientes, como dejó claro en su intervención Víctor Díaz-Cardiel, de la necesidad de una pequeña autocrítica y de la posibilidad de convertir la república en un punto programático susceptible de ser sometido a refrendo popular.
Un valor intrínsecamente republicano respecto al que hubo indudable consenso fue el del antibelicismo, del cual se quiso ver una praxis significativa en las manifestaciones contra la guerra de Irak, en las que hondearon tan a menudo multitud de banderas republicanas. Durante todo el coloquio las intervenciones giraron en torno a este punto, recordando que pacifismo y republicanismo en España fueron históricamente de la mano y distinguiendo el Artículo 6 de la Constitución republicana de 1931, en el que se renunciaba a la guerra como instrumento de política nacional, y el de la Constitución actualmente vigente, la aprobada en 1978, que reserva al monarca la prerrogativa de declarar la guerra.
Esto tampoco es nuevo si se tiene en cuenta, como recordó López Salinas, la secular vinculación entre la dinastía borbónica y episodios de fuerza y violencia en la historia contemporánea de España (entronizamiento de Alfonso XII tras el golpe de Estado de Martínez Campos, establecimiento del régimen dictatorial del general Primo de Rivera con el beneplácito del monarca Alfonso XIII, nombramiento de Juan Carlos I como sucesor a título de rey por parte del dictador Francisco Franco …). Unanimidad existió igualmente en lo respecta al tipo de república deseada, ya que no todas fueron consideradas aceptables y en ese sentido menudeó entre las propuestas el epíteto de federal.
En un ambiente distendido y cordial, numerosos asistentes expusieron las valoraciones que consideraron pertinentes , siendo la participación muy activa en ese sentido. Si algo evidenció, tanto el coloquio como la parte más académica del Congreso, fue, como subrayó el profesor Francisco Erice, la riqueza de la tradición republicana y la convicción de que el concepto de republicanismo debe remitirnos a algo más que a una opción de modelo de Estado o a un partido: a una actitud, unos valores y un programa de reforma en todos los sentidos.