Hace unos días tuve una larga conversación con un conocido filósofo de origen catalán. Después de variadas y bien fundadas argumentaciones analíticas afirmó, concluyendo su razonamiento, que IU era la reserva de voto del PSOE, que esa era su función histórica y que había que aceptarla. Confieso que el asunto me dio mucho que pensar y que me dio una de las claves del verdadero debate que, desde su origen, vive IU.
La gran aportación de Anguita fue el intento de crear un proyecto propio y autónomo en la izquierda, más allá y más acá del PSOE. No creo que se pueda negar que ambas almas/posiciones han configurado históricamente el imaginario de IU. Esta asamblea extraordinaria tiene mucho que ver con esto. Se podría expresar del siguiente modo: ¿la componente que nos sitúa como reserva de voto estratégico del PSOE ha ganado ya definitivamente la partida? Entiéndaseme bien, no se trata de cercanía o lejanía con respecto al PSOE sino de autonomía, de proyecto propio y diferenciado, de ser otra cosa y de actuar de otra manera.
Esta asamblea extraordinaria, partiendo del verdadero debate existente, que es éste, debería de haberse concebido como una asamblea de fase, es decir, una asamblea que defina los desafíos y oportunidades del nuevo ciclo político, nacional e internacional, que sitúe un programa para la acción y que encuentre mecanismos que hagan factible la suma de voluntades y el aprovechamiento de todas las energías morales, intelectuales y organizativas de IU partiendo, obviamente, de un balance riguroso de las razones que nos llevan a una asamblea extraordinaria un año después de la VII.
Los documentos mayoritarios no invitan al debate y basta leer la parte política, apenas unos meses después de aprobarse por el CPF, para constatar que ya son viejos. Hay que decirlo con claridad, el coordinador general y su equipo han sido un componente decisivo en el agravamiento de la crisis de IU. La ruptura consecutiva y permanente de las ocasionales mayorías articuladas en su entorno ponen de manifiesto un fracaso político y organizativo de gran magnitud: IU, hoy, no es percibida por la ciudadanía como una formación política autónoma, ha acentuado su perfil como partido electoral e institucional, ha perdido militancia y base social y, lo que es más grave, ha sido incapaz no ya de configurar una dirección colegiada y democrática, sino que ha degradado hasta límites difícilmente concebibles la idea misma que de la política tiene la tradición de la izquierda.
Este aspecto es decisivo, la ruptura entre lo que se dice y lo que se hace ha sido tan grande que no existe relación alguna entre lo acordado en los órganos y lo que luego se practica. La consecuencia es que los intereses se sitúan en el centro y el debate carece de sentido porque la “política” es un mero pretexto para definir posiciones de poder. No es de extrañar que el “éxito” más sobresaliente de la gestión del coordinador y su equipo haya sido dividir a todo el mundo, fragmentar a todas las posiciones y convertir todas las discusiones en un jeroglífico de imposible solución que convierte a los afiliados y afiliadas en meros observadores de lo que hacen los “dirigentes”. Para una organización que pretende ser alternativa es ya demasiado.
Respuesta a un desafío
Sin embargo, esta asamblea se puede concebir de otra manera: como la respuesta colectiva y organizada a un desafío y una oportunidad para iniciar la reconstrucción moral, organizativa y política de IU. El norte ético-político debe ser claro: IU es necesaria para los ciudadanos y las ciudadanas españolas, para l@s trabajador@s, para l@s jóvenes, para las mujeres. Con una IU débil y sin proyecto l@s que no tienen voz, l@s que no tienen poder, que no cuentan en esta sociedad serán más débiles y tendrán menos futuro. No somos y no debemos de comportarnos como si fuésemos un fin sino un instrumento en manos de la gente para transformar este mundo cada vez más ancho y ajeno.
Después, definir bien la fase, es decir la contradictoria situación que se crea en un país que derrota a la derecha, que empuja a ZP al gobierno y que no percibe a IU como alternativa. Lo que hemos defendido muchos es que IU tiene que acentuar su perfil autónomo y eso significa hoy construir una estrategia para configurar una oposición de izquierdas al gobierno del partido socialista, lo que, como siempre, no impide acuerdos parciales o coincidencias puntuales en política nacional o internacional. La línea que realmente se sigue por parte del coordinador y su equipo es de subalternidad estructural al PSOE.
Luego, tener claro que queremos poner en pie un movimiento político y social capaz de crear una organización de nuevo tipo, plural y abierta, sólidamente asentada en la clase trabajadora y en las organizaciones sociales reales, que defina una nueva relación entre el trabajo institucional y la lucha social como parte de un proyecto global de transformación, que haga de la democracia local la base de la reconstrucción de poderes sociales alternativos, capaces de impulsar prácticas y dinámicas políticas que rompan con el apoliticismo y la apatía que la civilización emergente neoliberal está construyendo cotidianamente.
Y por último, una dirección colegiada y colectiva, realmente democrática que construya diariamente la síntesis programática y organizativa de una formación que se ve a sí misma como parte de un bloque social alternativo, plural ideológicamente y culturalmente difuso pero vertebrado en torno a un ideario emancipatorio fuerte.