Este año, no sólo en España sino también en Francia nos sentimos desbordados por los centenarios. Aquí, El Quijote se ha convertido en el lugar común de los acontecimientos culturales además de constituirse en una operación comercial. En el país vecino, Jean Paul Sartre se convierte en la estrella de las celebraciones. Ante tamaña difusión a través de los medios de comunicación, y tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, otros escritores quedan en la penumbra o en segunda fila. Tal es el caso de Paul Nizan.
Paul Nizan nació el 7 de febrero de 1905 en Tours dentro de una familia que había abandonado el campo y había ascendido socialmente a la pequeña burguesía, un camino inverso que recorrerá el autor de La conspiración que ingresa en el Partido Comunista no como quien tiene que purgar su pecado de origen social, sino como un desarrollo de su conciencia producido durante sus años de aprendizaje. Primero, en el Liceo. Más tarde en la Escuela Normal Superior donde la filosofía que se enseña en este centro le produce un rechazo por considerarla no imbricada en la realidad, al tiempo que considera a sus maestros lacayos de la burguesía y formadores de élites.
En 1926 parte para Aden como preceptor de una familia inglesa. Vuelve un año más tarde con una conciencia clara de los problemas del colonialismo y la necesidad de combatir el capitalismo: “Necesito la virtud que más completamente nos faltó: la constancia. Pero es más fácil ser constante con la guerra que con la poesía, que con una mujer. La poesía y las mujeres pasan, la revolución no ha pasado nunca.” Escribe en Aden Arabia, uno de los panfletos más lúcidos de un escritor joven. Asimismo, su compañero en la Escuela Normal, Jean Paul Sartre, años más tarde, escribirá también un hermoso y polémico prólogo.
A partir de 1927, fecha de su ingreso en el PC, inicia su carrera de intelectual militante. Escribe en la famosa “Revue Marxista”, órgano de reflexión teórica de los problemas del marxismo. Ejerce la enseñanza durante un curso en Bourg, para volver un año después a la actividad militante. Escribe en varias revistas y en 1935 es el responsable de Política Internacional en “L’ Humanité.” Antes de ese año, había publicado Aden Arabia (1931) Los perros de guardia (1932) y en 1933, su primera novela Antoine Bloyé.
A esta labor creativa le acompaña su reflexión teórica acerca de la literatura. En sus “Notas de lectura” que escribe en “L’ Humanité”, Paul Nizan desarrolla su concepto de arte militante desde una posición opuesta al humanismo burgués: “El problema del escritor se plantea en el interior de un humanismo que tiene en cuenta las condiciones concretas de la vida humana y no las condiciones abstractas del pensamiento humano, que conlleva la doble conquista de la tierra para todos los hombres, junto con, para cada uno de ellos, el máximo de humanidad y de conciencia.” A esta idea se une un concepto inequívoco de la lucha de clases que aplica en sus opiniones sobre algunos escritores de su tiempo. En su comentario a Viaje al final de la noche de L.F. Céline escribe: “Celine no halla en esta novela de la desesperación otra salida que la muerte: apenas si se vislumbran los reflejos de una esperanza que puede crecer. Céline no está con nosotros: es imposible aceptar su profunda anarquía, su desprecio, su repulsión general que no exceptúa tampoco al proletariado.”
Una vez que abandona la crítica literaria en 1937, su tarea periodística se ocupa del análisis político: El abandono de Etiopía, la mixtificación de la no-intervención extranjera en España: “¿Se dejará a la España republicana defenderse sola, al precio de la sangre obrera, de la sangre campesina, de la sangre de mujeres y niños?, se pregunta en uno de los reportajes sobre la Guerra civil española: Su extensa labor de periodista culmina en su libro Crónica de septiembre (1939), análisis de los acuerdos de Munich (septiembre de 1938), un libro en el que el autor ejerce como “historiador de lo inmediato.”
Paul Nizan escribe también tres novelas: Antonio Bloyé. El caballo de Troya y La conspiración que completan su obra literaria. Sin su conocimiento, su obra quedaría mutilada y no alcanzaríamos a comprender al “intelectual comunista” en los tiempos del fracaso de Munich, del frentepopulismo, del pacto germano soviético y de la amenaza del nazismo. Los personajes de sus novelas, casi todos jóvenes, viven la impaciencia y la fiebre de la revolución. Son parte integrante de un paisaje donde no se presiente la paz, sino la guerra.