Me cuentan que en el programa infantil «Los Lunies» presenta, entre otras bodas, la de unos homosexuales. Nada tiene de extraño, ni siquiera el que escandalice tanto. Las cosas todavía son así en esta «España mía», en esta «España nuestra», que cantó Cecilia y representa tan bien los periódicos de la derecha. Lo insólito es que sea necesario el matrimonio de los homosexuales para parecer progresista. Por el camino que vamos para serlo, homosexual o no, bastará con casarse.

Televisión Española programa como quiere, entiéndase, como siempre, o sea, mal. Lo insólito es que en la Primera cadena, en los tiempos que corren de violencia de género, programen una película de ínfima calidad que se llama, nada más y nada menos, «Marujas asesinas». No sé si se trata de mala fe o de estupidez.

En Cuba se expulsa a varios políticos europeos y entre ellos a dos ex senadoras del PP que iban a participar en un foro de la disidencia. Este hecho ha levantado multitud de protestas, dejando en entredicho, como tantas veces, el régimen de Fidel. Lo insólito es que Bush pueda permitírselo todo y el comandante tenga que pasar siempre por carros y carretas. Y que a fuerza de repetirse la injusticia, nos parezca normal.

En Gran Bretaña se colapsa no sé si internet o las cadenas de televisión o las dos cosas. Para el caso es lo mismo, porque lo insólito es que lo que provoque el tapón sea un vídeo de los soldados británicos en Irak bailando en ropas menores. Se ve que está muy alto el termómetro de la imbecilidad.

¡Ménudo escándalo el de Carod Rovira!, fotografiado por Maragall jugando en Israel con una corona de espinas de las que se venden allí, al salir de las iglesias. Lo insólito es que desde la derecha se critique que sea Rovira quien juegue con la corona y no los turistas. ¡Todo sea por el consumo!