La Alianza Española Contra la Pobreza considera «engañosa» la propuesta del G8 sobre la cancelación del 100% de la deuda multilateral de 18 países pobres. Tras conocer los detalles que se han divulgado del acuerdo, la Alianza considera que es «una medida escasa, excesivamente condicionada, sin garantías y claramente insuficiente para resolver el problema del sobreendeudamiento de los países más empobrecidos».
Las cifras hasta ahora anunciadas por los cuatro países que acordaron esta propuesta en el G8 (Estados Unidos, Reino Unido, Holanda y Canadá) llegaría en el mejor de los casos a los 16.700 millones de dólares en diez años. Sólo en los últimos cinco años los países de África Subsahariana han pagado 65.538 millones de dólares en servicio de deuda externa. En términos generales, de alcanzarse el tope anunciado, apenas supondrá el 10% de alivio del total de la deuda de los países de bajos ingresos. Si el objetivo real fuera permitir el cumplimiento de los Objetivos del Milenio sería imprescindible que se cancelara inmediatamente el total de la deuda a los 62 países más empobrecidos del mundo.
Los países seleccionados por la propuesta son aquellos que han cumplido las condicionalidades macroeconómicas impuestas por el Banco Mundial y el FMI en el marco de la iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC por sus siglas en inglés), es decir, que han alcanzado el llamado «punto de culminación». El marco de esta iniciativa se ha demostrado claramente insuficiente además de polémico durante sus casi diez años de existencia puesto que, además de imponer recetas macroeconómicas con un importantísimo costo social para los países empobrecidos, miden la capacidad de endeudamiento de un país en función de sus exportaciones, y no en función de garantizar la suficiente inversión en servicios sociales básicos para cumplir los Objetivos del Milenio.
No hay compromiso serio
Por otro lado los países del G8 mencionan que el alcance real de la propuesta de condonación se realizará hasta donde lleguen las aportaciones voluntarias de los países donantes, que aliviarían parcialmente el servicio de la deuda durante 10 años. «Una vez más, los países donantes evitan realizar un compromiso vinculante contante y sonante, y dejan a su arbitrariedad la inversión económica necesaria», asegura la Alianza. «Esta situación difícilmente liberará de forma efectiva los presupuestos nacionales de estos países, que deberán esperar continuamente la buena voluntad de los países donantes. Además, gran parte de la deuda de los países más empobrecidos alcanza plazos de amortización de 30 ó 40 años, lo que el alivio presupuestario no es más que pan para hoy y hambre para mañana.»
En el mejor de los casos, esta medida tan sólo saneará a corto plazo algunas cuentas públicas de países en los que la mitad de la población malvive con menos de un dólar diario, hasta permitir que estos países contraigan nuevos créditos y más deuda.