Empecemos por uno de los ejes centrales: el proceso de ‘neocolonización’ económica del sur del Mediterráneo a través de la deslocalización empresarial y los tratados de libre comercio. Este Foro venía, además, enclavado en una fecha crucial, dado que se cumplirá este año el décimo aniversario del Tratado de Barcelona por el que se establecía una zona de libre intercambio de mercancías entre la Unión Europea y los países del Magreb. Es por ello que a finales de noviembre, las máximas autoridades de los países firmantes van a reunirse en de nuevo en Barcelona a fin de evaluar el desarrollo de lo acordado en 1995. El FSMed tenía como objetivo articular una respuesta y que la misma sea visible coincidiendo con la cita euromediterránea.
Una de las ponencias más clarividentes a este respecto la proporcionó Iván Martín, profesor de economía en la Universidad Carlos III de Madrid. No fue complaciente con nadie, sino directo a los datos. Advirtió de que la asociación euromediterránea no es una nueva forma de colonización: «La colonización implica una ocupación militar, una dominación política y una explotación económica. Y esto no se da por parte de la Unión Europea. Sí hay una lógica de globalización por parte de las empresas transnacionales, los organismos financieros internacionales y la ideología neoliberal».
La asociación euromediterránea quería ser un cortafuegos a las obligaciones en ajustes estructurales y a las derivaciones de la competitividad cuando no contaban estos países árabes ni con una tradición industrial fuerte ni con mano de obra cualificada. Sus acuerdos contemplaban la modernización del tejido productivo, el diálogo cultural. No era sólo el libre mercado, agregó Iván Martín.
Diez años después, cuando se reúnan los países implicados, el resultado no es el deseado según los protocolos. Se han extendido la globalización y la dinámica de ajuste estructural económico. Los fondos de ayuda apoyan los planes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en un 15%; otro 30% para los proyectos privados y queda un residuo para los planes sociales.
Al desmantelarse los aranceles, el Estado pierde ingresos sobre las importaciones y desvía la carga a nuevos impuestos indirectos, a la reducción del gasto social pues el pago del cuerpo funcionarial y la deuda externa se comen casi toda la tesorería.
Añadió el profesor de la Carlos III que en estos años el impacto sobre las pequeñas y medianas industrias en los países árabes ha sido muy elevado: «Se abre el mercado y estas empresas se ven expulsadas; crece el mercado clandestino y el déficit comercial, que conduce a la necesidad de devaluar la moneda local y, por consiguiente, a elevar los precios de los productos».
La aplicación del libre comercio está en su primera fase y sólo Túnez lleva muy avanzado el proceso. No obstante, persisten los tres grandes escollos para el desarrollo del sur mediterráneo: uno, el empleo. En 15 años habría que crear unos 34 millones de puestos de trabajo, y aún así tres cuartas partes de las mujeres seguirían excluidas. Dos, aumentar los recursos financieros propios; tres, riesgos de desestabilización social ante la imposibilidad de atajar los efectos del libre mercado.
Terminó su conferencia defendiendo esta práctica económica, pero con cuatro salvaguardas: compensación a los sectores perdedores, ayudas estructurales internacionales, descentralización para que las regiones cuenten con autonomía política y económica e integración en órganos supranacionales.
Africa y sus resistencias
Siguiendo la ruta hacia el sur, varios representantes de movimientos sociales del Africa subsahariana trajeron la voz de los oprimidos, la denuncia de las privatizaciones del sector público, la explotación de sus recursos naturales y la evaporación del beneficio en manos de las grandes empresas transnacionales y los dictadores. Una de las consignas más extendidas por los pabellones y repetidas en los seminarios fue la condonación de la deuda externa ya que a primeros de julio, en Escocia, se reunía el G-8 con este asunto en primer orden.
La condena de esa deuda que asfixia las economías dos tercios del mundo, y no sólo de los 18 países reconocidos por el foro del G-8 (formados por los ocho países que detentan los mayores intereses sobre los países en pobres o en vías de desarrollo), se escuchó desde las organizaciones sociales contra la deuda externa por ser un instrumento de dominación político.
En Africa, explicaron delegados de Níger, Congo y Mali, no hay izquierda y derecha políticas: hay partidos conservadores que no quieren cambiar la situación actual. Allí no hay tradición obrera como para crear sindicatos y la mayoría de los que existen son de funcionarios. El asociacionismo de trabajadores es débil porque ha sufrido muchas derrotas. La sociedad civil se mueve aparte ante la inexistencia de servicios públicos esenciales para toda la población, porque la corrupción es una lacra demasiado poderosa, porque los derechos laborales se desconocen y porque el sistema político está controlado por los más ricos mediante la compra del voto.
Sin embargo, animaron a la lucha para imponer cambios: el pueblo tiene la calle y la solidaridad con otros pueblos en la batalla contra la miseria africana.
Migraciones y conflictos
Esa misma miseria es la que subyace en los movimientos migratorios hacia Europa, como se destacó en el coloquio convocado por la FCIM (Fundación Catalana de Investigaciones Marxistas). Allí, Jaume Botey recalcó que mientras persistan esas enormes diferencias entre el norte y el sur la migración es imparable, por mucho que se empeñen los gobiernos europeos en dar libertad al capital y cerrar las verjas a las personas. Las migraciones interesas -afirmó Botey- al sistema pues suministran mano de obra barata, sin derechos y porque asegura rentabilidad a corto plazo al capital.
Políticamente, se enfoca de dos maneras: es imposible aceptar más inmigrandos; o bien, reconocimiento de los derechos de aquellos que vienen de fuera, de la desigualdad y, a partir de ahí, un cambio estructural del sistema. Siguió luego Susana López, responsable de migraciones de IU, quien avisó de que a finales de año, en España, concluyen los dos años para la renovación de la inscripción en el padrón municipal. Si los inmigrantes no lo hacen, serán dados de baja automáticamente, sin previo aviso, perderán la justificación de los años de estancia en nuestro país y las posibilidades de solicitar el arraigo.
Recordó, por lo demás, que cuando «hablamos de las luchas de los inmigrantes lo hacemos por la defensa de nuestro Estado de derecho: hoy se recortan los derechos de los inmigrantes; mañana los de los demás».
Libertad de prensa
Y, ¿cómo responden los medios de comunicación en estos países del sur? Conviene traer uno de los párrafos finales de la declaración final de este Foro: «Este proceso de fraternidad y diálogo durante los días del Forum no ha podido contar con la participación y contribución de cientos de delegados y delgadas de los países del Sur a los que se les ha denegado el visado. Afirmamos el derecho de las personas a la libre circulación y, por lo tanto, llamamos a la suspensión del sistema de visados que impide el diálogo y el intercambio humano y cultural entre los pueblos de la región y que es responsable de tantas muertes en las aguas del Mediterráneo».
La mordaza sobre los periodistas independientes y el servilismo al Estado de los demás acallan las voces de protesta. En Marruecos, se han aprobado nuevas leyes que permiten crear una alta autoridad de medios audiovisuales, la ruptura del monopolio estatal y queda pendiente la apertura legal de radios comunitarias y rurales. Pero el gobierno alauita está dando pasos atrás, explicaron portavoces de la red de radios comunitarias italianas. La única posibilidad de abrir radios independientes es solicitar la licencia de radios ‘comerciales’ -justificando un fuerte capital de apoyo- con vocación asociativa en sus estatutos.
En Palestina proliferan estos medios; hay trabajos en red por radio, internet y de participación ciudadana en proyectos comunitarios. En Líbano, el país con mayor tradición en cuanto a libertad de prensa, la ley de 1992 ha cerrado muchas televisiones y radios que se oponían al gobierno. Persisten los medios estatales y los de confesiones religiosas, mientras que el periodismo independiente y libre se afana por hacerse un hueco. En Jordania, se dan dos tipos de licencias de radio: bien para información (pagan el doble), bien para entretenimiento. Así, se solicita permiso para la segundo y luego se cuela la información.
Y Túnez, donde en noviembre tendrá lugar la cumbre de la sociedad de la información al amparo de la ONU. Allí, denunciaron desde el FSMed, el régimen político es durísimo hacia los medios libres; los periodistas independientes son perseguidos o difamados diciendo que están vendidos al sionismo o que -en el caso de las mujeres- utilizan su cuerpo para atraerse a los jóvenes. La censura llega también a internet. Para acceder a un internet-café hay que inscribir la identificación, después se le asigna un código y se registran todos los movimientos por la red que, finalmente, son revisados por las autoridades.
Estos fueron algunos de los ejes sobre los que versó este Foro, el cual sí dejó espacio a la Asamblea de Mujeres y a la Marcha Mundial con la carta de las mujeres para la humanidad, lo cual se negó en el FSE de Londres.