La campaña electoral ha estado marcada por una absoluta «norteamericanización», sin contenidos políticos, plagada de promesas demagógicas y basada en un gasto desorbitado. Incluso los medios de comunicación han trivializado la parte política, primando los aspectos más frívolos de los candidatos (su bautizo, su primera comunión, el servicio militar…) frente a las propuestas programáticas o las estrategias de cara a un futuro gobierno. Sin duda, si el PSdeG hubiese necesitado atacar al BNG como en anteriores comicios, dada la debilidad y el estado de crisis interna de los nacionalistas, éste habrían sufrido un descenso aún más pronunciado.

Por otro lado, al margen de la derrota de Fraga, la fuerza del PP en Galicia proviene de su carácter hegemónico, y que no sólo se reduce al rédito electoral. Esta deducción puede intuirse del fracaso generalizado de las encuestas, que muestra claramente las particularidades del voto gallego, impredecible e imprevisible, fruto de una estructura caciquil y clientelar tejida durante décadas. Esta hegemonía sólo puede ser combatida con una alternativa clara al modelo político implementado durante dieciséis años consecutivos.

El resultado de EU-IU, analizado cuantitativamente y desde el exterior, puede percibirse como testimonial, pero hay que introducir un análisis cualitativo teniendo en cuenta determinados elementos:

– Los recursos materiales con los que ha contado EU-IU han sido muy escasos, limitados por un presupuesto de campaña raquítico e insuficiente. Pese a ello, la escasez ha sido compensada con el esfuerzo militante, la buena programación y un claro acierto en el diseño de la propaganda.

– EU-IU ha sufrido la absoluta indiferencia y el menosprecio generalizado de unos medios de comunicación volcados en la estrategia de reducir la disputa electoral a tres partidos políticos.

– La suma de votos de PsdeG y BNG superan por vez primera al PP y les permite formar gobierno. Teniendo en cuenta este dato y la llamada al voto útil centrada en la necesidad de derrotar a Fraga, el avance de EU-IU tiene un valor añadido, máxime cuando son los cuartos comicios electorales consecutivos donde EU-IU aumenta los sufragios y que las elecciones autonómicas arrojan siempre los peores resultados.

El voto de EU-IU alcanza sus mejores resultados en la provincia de A Coruña y se concentra muy especialmente en la comarca de Ferrol, creando importantes expectativas de cara a las elecciones municipales de 2007 para todo el territorio gallego, con fundadas posibilidades de extender la organización y las candidaturas a localidades impensables antes de estas elecciones.

Lo más importante para EU-IU ha sido su capacidad de aparecer como organización nacional gallega con un discurso unificado, claro y diferenciado, la cohesión de la organización de cara al trabajo colectivo, la visualización de cuadros políticos jóvenes pero con experiencia, con un gran futuro a corto y medio plazo y, cómo no, la confirmación de una candidatura sólida y solvente a la Presidencia de la Xunta encarnada en la persona de Yolanda Díaz.

El aspecto negativo de la campaña lo ha protagonizado ICV con su irrupción solicitando públicamente el voto para el BNG y sus previsibles consecuencias internas. En una visión general de los resultados, hay que hablar de la tendencia al bipartidismo imperfecto y limitación del pluralismo político en el Parlamento gallego, fruto sobre todo de una barrera legal situada en el 5% por circunscripción para aspirar a obtener representación. En comparación con la situación inicial de las primeras elecciones autonómicas celebradas en 1981, cabe destacar que el primer Parlamento lo constituían seis fuerzas políticas, entre ellas el Partido Comunista, frente a los tres partidos que lo conforman desde la inclusión en 1992 de la actual barrera legal.

La configuración del nuevo gobierno de coalición entre PSdeG y BNG introduce nuevas perspectivas con la apertura de un nuevo periodo. En Galicia hay un gran espacio de trabajo para la izquierda, para remontar la situación degradada que ha dejado la apisonadora neoliberal y reaccionaria de los muchos años de gobierno del PP.

Para ello, contarán con el apoyo unánime de los tres sindicatos mayoritarios y de una ciudadanía que les dio un respaldo electoral que quizá no tenga una segunda oportunidad. En definitiva, tras estas elecciones, Galicia se sitúa claramente a la expectiva de los nuevos tiempos.