Señor Director:
Leo en el número 170 (Noviembre 2005), el artículo Escuela y Laicidad, firmado por Lola Abelló, presidenta de CEAPA, donde se afirma erróneamente que “Escuela Pública y laica, se puede considerar que en España no ha existido nunca”. La articulista cita la vetusta Ley Moyano (1851) y el Concordato de 1953, sin comentario alguno, y luego los Acuerdos de Enero de 1979, que además de preconstitucionales son, materialmente anticonstitucionales –violan y siguen violando, la vigente Constitución, art. 24 que se ha convertido en pura retórica-
¿Cómo puede la articulista haber ignorado y olvidado el ejemplar monumento jurídico- político que fue la Constitución de 1931 que diseñó el laicismo de la IIª República española?… ¿Cómo puede omitir su creación inmediata de una tupida y modélica red de escuelas primarias e institutos secundarios?… El golpe militar del 18 de Julio de 1936 tuvo en el asesinato de la enseñanza laica su primera gran víctima histórica, y España continúa ignorando y ocultando el cuerpo de esa víctima. Desde 1994, he venido actualizando la teoría y práctica del laicismo, depurándolo del deliberado confusionismo conceptual y terminológico sembrado por la iglesia católica y, también por la acción del PSOE y sus gobiernos –incluido el actual- con el resultado de que nuestro pueblo siga sufriendo y financiando un escandaloso régimen de privilegios del la fe católica en los diversos sectores de la vida pública, desde el simbólico o ceremonial hasta el educativo, económico, fiscal, y mediático no inferiores al otorgado por el franquista.
En los libros Elogio del Ateísmo (1995,pp.330-392), Ateísmo y Religiosidad (1997,pp.268-356), Opus Minus (2002,pp.147-172), La Andadura del Saber, 2003,pp.373-404), y Animismo, (2005,pp.209-217), he analizado el laicismo genuino cuya consistencia lógica no admite ni recortes ni excepciones. No debe usarse el término laicidad para designar el sistema laicista pues es un término que le hace el juego al lenguaje eclesiástica, para el cual los laicos constituyen al laicado o laicidad, que define “el sacerdocio común y universal de los fieles”. En Francia, desde la paradigmática Ley laicista de 1905, suele hablarse de laïcité porque este término no suscita allí ninguna ambigüedad, al revés de lo que está ocurriendo ahora en nuestro país.
Le ruego encarecidamente tenga a bien publicar esta misiva como CARTA ABIERTA en su próximo número, para un asunto tan vital y grave en el instrucción pública de nuestros niños y jóvenes, y en general para la lucha solidaria por el laicismo.
Atentamente, Gonzalo Puente Ojea