El resultado del Referéndum celebrado el pasado 18 de febrero encierra dos mensajes políticos.

El primero es que el nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía ha recibido un sí masivo que supera ampliamente el 85%. El segundo, que la participación ha sido baja.

El Estatuto, formal y jurídicamente, está aprobado. Se publicará en el Boletín Oficial y entrará en vigor con todas sus consecuencias.

Ahora bien, en la participación ciudadana se denota que la Democracia falla, que está enferma, que, aunque resulte extraño, en una sociedad de la información y el conocimiento, lo que han alegado muchos ciudadanos y ciudadanas es que no conocían el Estatuto de Andalucía.

Llama la atención que en las zonas rurales, en los pueblos más pequeños, la participación, en general, ha sido más alta que en zonas urbanas y el litoral.

Esto demuestra que el boca a boca, el mitin político, el papel de la alcaldía, garantizan una mayor formación política de sus vecinos en las zonas rurales, cosa que no ocurre en la zona urbana, por muy en la hora de Internet en la que vivimos.

Creo, sinceramente, que habría que haber enviado un ejemplar del Estatuto a cada elector y electora de Andalucía y que ha sido un error que la Junta de Andalucía no lo hiciera.

La gente recuerda que recibió un ejemplar de la Constitución en 1978 cuando se convocó el Referéndum Constitucional. No podemos olvidar que el Estatuto es una Ley Orgánica de corte constitucional y que en la práctica es la Constitución del pueblo andaluz.

Creo, asimismo, que ha faltado el debate televisado de los líderes de las fuerzas políticas andaluzas. Tampoco hemos recibido una gran atención por parte de los medios de comunicación a nivel del Estado Español. El juicio del 11-M, los problemas que se arrastran de la lucha contra el terrorismo y los programas del corazón en el marco de un bipartidismo asfixiante han mantenido, en la práctica, clandestinamente, el Referéndum de Andalucía.
Finalmente, se ha demostrado que el sí del PP no era muy sincero. En colegios electorales donde habitualmente gana la derecha, se ha registrado un repunte del No, y de mayor abstención.

Con la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía se impulsa de forma irreversible el modelo de Estado del siglo XXI: una España plural, de corte Federal.

Este modelo de Estado ha recibido y continuará recibiendo embestidas de los sectores más reaccionarios y conservadores desde la nostalgia de la España centralista.

Ahora se trata de desarrollar todas las potencialidades del Estatuto, consiguiendo buenos resultados en materia de Derechos Sociales y de mejora de las condiciones de vida y de trabajo del Pueblo Andaluz y, por otra parte, haciendo viable el funcionamiento del Estado Español en el marco de la solidaridad, y la convergencia de las distintas comunidades autónomas.

De ninguna forma el resultado puede interpretarse como el rechazo a la aprobación de un nuevo Estatuto que da más poder a Andalucía, más Derechos Sociales y más calidad democrática, pues el voto no ha llegado al 10 por ciento y ha sido el gran derrotado, luego los «rajoys» y compañía no pueden sentir respaldo a sus posiciones centralistas.

Sin embargo, se abre una reflexión sobre la calidad de la democracia, la participación ciudadana en los asuntos públicos. El agotamiento del actual modelo de democracia institucionalizada, debe dar paso a cauces de participación directa de la ciudadanía en los asuntos públicos en otra democracia, que es posible.

* Secretario Segundo del Parlamento Andaluz y parlamentario por Málaga