No Querida Derecha: ¡Qué verdad es que las apariencias engañan! Tuvimos a tu Josemari disfrazado de hombre de Estado durante el tiempo que le duró la púrpura y ahora, renunciando al centrismo de pelo en pecho que le caracterizaba, se ha convertido en una especie de subversivo del orden común establecido y espurrea un sarcasmo negativo sobre la validez de medidas que, por cierto, también se tomaron durante su gobierno, reclamando, en lugar de la aplicación de normativas comunes e iguales para todos, un código de conducta personalizado.

Como ese código de conducta se refiere al número de copas que cada cual sabe que puede tomar antes de ponerse al volante y como todos sabemos el número de muertos que esa apreciación causa cuando se deja al libre albedrío del consumidor, me parece que la idea del señor Aznar resulta poco práctica para gestionar un problema colectivo. Efectivamente, cada cual puede creer saber cuántas copas puede tomarse pero, para evitar accidentes o conductas irresponsables, me parece más conveniente que un aparatito te mida no el número de copas sino el efecto de las que te has tomado.

El posicionamiento individualista del sr. Aznar ya es suficientemente significativo. Lo son aún más las circunstancias, el tono, el estilo y la oportunidad de sus declaraciones, justo el día que lo nombran Bodeguero Mayor. ¿Contó las copas que se tomaba antes de hacer las declaraciones? ¿Se embriagó de liderazgo?. El caso es que un señor que se empeñó en llevarnos a todos por las montañas nevadas hasta Irak ahora dice que no consiente que nadie conduzca por él ni que nadie le diga cómo tiene que conducir. Ya se le sospechaba una tendencia a sacar pechito pero el estilo de estas declaraciones lo sitúa a una altura de chulapo que hace poco honor a su condición de expresidente y, por tanto, de hombre familiarizado con la necesidad de transmitir mensajes templados y responsables. A no ser que, como un niño inocente o como un loco irreductible, desinhibido, autosatisfecho, nos cuente su íntima verdad por desagradable que pueda resultarnos. ¿In vino veritas?.