La crítica que se realiza desde Izquierda Unida al modelo de crecimiento actual en nuestro país, se basa en la dependencia de éste en el sector de la construcción y en el alto consumo privado existente, lo que repercute en un fuerte endeudamiento de las familias y de la pequeña empresa y en la generación de empleo precario.
Este modelo de crecimiento determina una realidad productiva poco dinámica (tejido empresarial débil, poca inversión, atraso tecnológico, competitividad basada en costes, etc), lo que trae como consecuencia un aumento del déficit exterior; desequilibrio que se contrarresta con el aumento, a su vez, de la actividad inmobiliaria y del consumo interno.
Esta especie de círculo vicioso lleva a una incapacidad de reproducción del modelo (agotamiento estructural) y a la necesidad de una alternativa que tiene como objetivo la creación de empleo de calidad. Esta crítica puede calificarse como correcta, lo que sitúa la debilidad en la alternativa que se da.
Dicha alternativa puede resumirse en una estrategia basada en la apuesta por el aumento de la intensidad tecnológica de las empresas, con el objetivo de mejorar su capacidad competitiva para su mejor inserción en el mercado europeo (principalmente), y lograr de esta forma más empleo de calidad.
De lo anterior se desprende una propuesta económica que tiene su base en cinco elementos: el tomar a la empresa privada y su capacidad competitiva como unidad de análisis principal; el reducir el peso del mercado interno a favor del sector externo; el de tomar a la industria exportadora como el sector clave de la economía nacional (junto al de los servicios sociales); el situar al Sector público en las llamadas «políticas de oferta», sobre todo a través de su actividad científica, tecnológica, la innovación y el aumento de la cualificación de la fuerza de trabajo; y por último, el tomar a la Comunidad Autónoma y el municipio como marco de acumulación principal a nivel nacional, y por tanto, de articulación de alianzas político-sociales y electorales (programáticas), relegando el marco estatal central.
Las debilidades principales del discurso económico de Izquierda Unida.
El presente artículo se va a referir a las que considera las tres debilidades principales.
La primera debe tener en cuenta que el apoyo a una estrategia económica basada en el mayor peso del sector exterior debe tener en cuenta el marco en la que se desarrolla, que no es otro que el de ramas productivas plenamente transnacionalizadas. Las principales ramas productivas insertadas en el mercado exterior de nuestro país son dominadas principalmente por empresas transnacionales extranjeras o por empresas transnacionales españolas privatizadas, provenientes de las antiguas empresas públicas en el sector de las telecomunicaciones (como es el caso de Telefónica) o el energético (como el de ENDESA). Aumentar la capacidad exportadora de la economía española se hará, por tanto, cada vez más a través de sectores desligados de la evolución de nuestra capacidad de consumo y más basados en la evolución de los mercados internacionales, los cuales se encuentran dominados por sectores altamente inestables, como es el financiero. Mientras los sectores productivos nacionales, generalmente pequeñas empresas auxiliares de la gran empresa matriz transnacional, tendrán que adaptarse, o bien integrándose dentro de las empresas transnacionales, o bien desligándose cada vez más de la economía nacional, o bien desapareciendo. Esta dinámica puede agudizar problemas económicos endémicos de España, como el de su dependencia tecnológica y económica del exterior o el de su desindustrialización.
La segunda debilidad hace referencia al impacto negativo en el empleo. Una dependencia mayor de la evolución de los mercados internacionales redunda en un aumento de la flexibilización de la fuerza de trabajo, con el objetivo de adaptarla a las cambiantes condiciones de la demanda internacional. Junto a este aumento de la flexibilidad, tampoco se garantizaría una reducción de la temporalidad, debido a que la actividad exportadora de nuestra economía se concentra en sectores estacionales (el agroindustrial) o en sectores desfasados muy dependientes de bajos costes laborales (textil, calzado, colorantes, productos cerámicos, etc.).
El aumento de la intensidad tecnológica en dichos sectores tampoco sería solución; debido a que las necesidades competitivas de las empresas en el marco internacional, tenderán a ahorrar en fuerza de trabajo (capital variable) y sustituirlo por capital constante, es decir, por el desarrollo de innovación tecnológica ahorradora de fuerza de trabajo.
Por último, se puede dar lugar a una desarticulación productiva que conlleve a una fragmentación territorial, tendente a acentuar los problemas de desequilibrio territorial existentes en España. Al situarse el proceso de acumulación en el ámbito internacional, la globalización se convierte en fragmentadora a nivel territorial. El espacio nacional pierde importancia a favor del local, lo que demanda una progresiva sustitución de un Estado nacional por un Estado local, el cual garantice el aumento de la capacidad competitiva de los territorios por medio de estrategias económicas socialmente compartidas en torno a las necesidades competitivas empresariales (competencia sistémica). De esta forma unos territorios desarrollarán la capacidad para competir, y otros no, realidad que genera las bases materiales para que proliferen proyectos políticos basados en demandar más poder territorial en torno a esta estrategia -el de la competitividad sistémica-, alternativas políticas transversales a los espacios electorales de derecha o de izquierda, que adquieren la forma de proyectos que van desde el nacionalismo hasta el municipalismo. Sobre esta base política se pueden generar -si es que no se están generando ya- procesos de desarticulación productiva y de incoherencia sectorial, tanto desde el ámbito de los servicios sociales como del sector industrial.
De lo anterior se desprenden cambios y transformaciones en el discurso de IU propio de la década de los ochenta y los noventa, y el actual. Izquierda Unida ha pasado de una alternativa económica construida sobre el objetivo del pleno empleo a una dirigida a generar empleo de calidad o empleo decente; de una propuesta basada en la soberanía nacional a través de un sector productivo propio donde el Sector público ejerciera de motor, a una propuesta centrada en el sector exterior bajo el liderazgo de la empresa privada; frente a una estrategia basada en la planificación democrática de la economía se va configurando una estrategia basada en la mejora de la competitividad empresarial; y por último, frente a una alternativa económica a nivel estatal, surge una basada en estrategias territoriales diferenciadas a nivel de Comunidad Autónoma o a nivel municipal.
Las dificultades de una alianza con los sectores laborales más descualificados y precarizados.
En los últimos quince años se han producido transformaciones productivas en España con fuertes implicaciones sociales y políticas. La lógica de acumulación (modelo de crecimiento) de España se ha asentado en el dominio de tres sectores: el de la construcción, el turístico y el trabajo inmigrante. Las repercusiones sociales de dichos cambios se pueden observar en una fuerte rematerialización del trabajo (unida a fuerte descualificación), la generación de una precariedad estructural y la desvalorización de la fuerza de trabajo; realidades que marcan las condiciones laborales y sociales de la nueva clase trabajadora española, la formada por los jóvenes, la mujer y los trabajadores inmigrantes.
Un proyecto político como el de Izquierda Unida que no cuente con los nuevos sectores obreros provenientes de la construcción, del comercio y la hostelería, y de los empleados del sector servicios, del sector inmobiliario o del turístico, se deviene en imposible; mucho más en el caso de un partido de clase como es el PCE.
Es aquí el marco prioritario donde desarrollar las tesis del XVII Congreso; un Partido con plenas competencias para articular una práctica organizativa en los nuevos sectores laborales de nuestro país, y una labor ideológico-programática dirigido a articular una alternativa socio-económica en España. Es aquí donde está el debate.
* Técnico en economía y empleo del Grupo Parlamentario de IU en la Asamblea de Madrid. Fundación de Investigaciones Marxista