La peculiar «crisis» de Airbus, con el anuncio por su presidente, Louis Gallois, del plan Power 8 de la matriz EADS para despedir a 10.000 trabajadores, 5.000 directos y 5.000 de las subcontratas, y de ellos 400 de las instalaciones españolas (4.300 en Francia, 3.500 en Alemania y 1.600 en Gran Bretaña), en medio de grandes beneficios empresariales y buenas perspectivas de ventas en la cartera de pedidos para los próximos años, es un ejemplo, por una parte, de la sinrazón del modelo neoliberal privatizador que se desarrolla en Europa y, por otra, del tipo de relaciones que las multinacionales europeas tienen con los trabajadores.
Resulta que empieza la aventura de Airbus como iniciativa pública de Francia y en coordinación con Alemania, Gran Bretaña, España y Bélgica se consolida como empresa europea competidora con la gigante norteamericana Boeing. Es precisamente bajo un gobierno de izquierdas, con Jospin y los comunistas en el gobierno plural de la izquierda cuando en 2001, por «imperativo» de la aplicación de los criterios de Convergencia del Tratado de Maastricht, se privatiza la empresa quedándose el Estado francés con sólo un 15% de las acciones. La entrada de capitales financieros internacionales de alto riesgo y cortoplacistas, entre otros Legardere o Daimler lleva a que los criterios de gestión de Airbus se orienten exclusivamente a garantizar crecientes dividendos a los accionistas, por encima de la estabilidad de los trabajadores o de cualquier otra consideración.
¿A santo de qué esa necesidad de despidos tan dramáticos y masivos en medio de una situación boyante de la empresa?. La razón no viene de las demoras en la fabricación del superjumbo A380, que en todo caso son ajenas al trabajo de los trabajadores sino que procede de la especial lógica del mundo de las finanzas especuladoras. Hace falta embarcar a la empresa en unas fuertes inversiones con el fin de avanzar en el campo de los nuevos materiales que sustituyan al acero por plásticos compuestos resistentes y a su vez hay que investigar en combustibles que eludan el encarecimiento y las limitaciones que vendrán de los suministros petrolíferos cada vez más inseguros. Todo ello con la finalidad de competir con la Boeing internacionalmente.
Justamente para atraer esos capitales en la cotización bursátil se desea dar una imagen de altísima rentabilidad, superior a la actual, y para ello la mejor señal es la de incrementar los beneficios a base de reducir costes salariales. El despido de 5.000 trabajadores directos antes del año 2010 supondrá un ahorro o beneficio de 700 millones de euros.
Como siempre se anuncia este Plan Power 8 sin posibilidad de negociar ni de plantear alternativas por parte del comité de empresa, europeo. A pesar de las buenas palabras y directivas aprobadas sobre los comités de empresa europeos y los derechos de información y participación en los consejos de administración, la realidad es que de nuevo se enteran los trabajadores de Airbus por la prensa quedando sólo el derecho al pataleo y a la huelga. De esta forma se coordinan los trabajadores de Toulouse, Hamburgo, Sevilla y Toledo, para una huelga europea en el mes de abril, calificada por José Alcazar, Presidente del Comité de Empresa de EADS-CASA, de «jornada histórica» al convocar a 160.000 trabajadores en 6 países y 23 centros de trabajo. Sin embargo las acciones no van más allá ante la ausencia de una alternativa global decidida y reflejan otra faceta preocupante, la difícil sintonía entre los sindicatos presentes en Airbus, sobre todo en la sede francesa.
Por otra parte coincide todo el anuncio y las movilizaciones con la campaña electoral francesa. De esta forma Sarkozy promete que ayudará, pero cuando gana las elecciones se pasa a apoyar la propuesta patronal contra los trabajadores. Segolene Royal dice que los departamentos franceses deben comprar acciones para que así las instancias públicas tengan poder de decisión. Y la propuesta de Marie George Buffet es la de recuperar el carácter de industria estratégica europea, con inversiones y planificación públicas, y de esta forma defender la estabilidad en el empleo y otra forma más responsable de gestionar la empresa con participación del comité de empresa en el Consejo de Administración.
Hay que señalar con toda rotundidad que el asunto de los despidos de Airbus es un ejemplo más de lo que supone el modelo neoliberal en Europa. Se aplica a rajatabla el dogma de las tres d’s (control del déficit público, deslocalización del capital y desregulación laboral) para así aumentar la tasa de ganancia e ir suprimiendo no sólo el Estado y los servicios públicos sino además obtener las ganancias políticas añadidas: políticas de expulsar la solidaridad del horizonte de los trabajadores, introducir el populismo e implantar la desesperanza en el corazón de todos sobre todo de los jóvenes. Sólo en estos tiempos se pueden contar los 5.000 despidos de Alcatel Lucent, los 9.000 de la fusión Siemens-Nokia, los 20.000 de General Motors, los 2.000 de VolksWagen en Bélgica y 50.000 en tres años en Alemania, etc., etc.
En efecto, esta crisis de Airbus demuestra que sigue más vigente que nunca la lucha de clases en Europa y que por ello hace falta una fuerza política y social europea que diga las cosas claras y plantee alternativas al modelo neoliberal. Alternativas que pasan en este caso por todas las facetas aludidas, la inversión pública a partir del Banco Europeo de Inversiones y los recursos públicos estatales, la participación de los trabajadores en los consejos de administración, la estabilidad en el empleo y la eliminación de las subcontratas, y sobre todo la modificación del marco legislativo y estructural europeo adoptando un nuevo Tratado Constitucional que esté basado en los principios de plena democracia, solidaridad, sostenibilidad y defensa de los derechos de los trabajadores.
Pero para ello hay que lograr la unidad de acción europea, lo cual es otra historia
* Responsable Europa PCE