Domingo 24 de septiembre. El auditorio Carlos Marx, abarrotado, hierve rojo, ardiente, levantado puño en alto. La banda de música del Ateneo 1º de Mayo toca la internacional. El público pone la voz. Y también el corazón. El auditorio retumba y los decibelios y las razones de los cientos de aplausos entregados debieron atravesar la losa de Franco hasta remover sus huesos, que era lo único capaz de removerse en el cuerpo vivo del tirano. Esta vez la internacional suena a rojo y violeta. Es la para las mujeres comunistas luchadoras de la república, la guerra y el antifranquismo. Las veteranas, en primera fila, prieto y alto el puño, no pierden sílaba. Tampoco lágrimas. Las emociones van por dentro. Por fuera solo se ve la entereza, la energía y la lucha que las hacen ejemplares e imprescindibles. Suben al escenario ante un público que no cesa de aplaudir. Cada una es consciente de no ser más que la punta del iceberg de todas las mujeres que lucharon como ellas, miles y miles de mujeres anónimas: las comunistas luchadoras presentes, las que no pudieron acudir y las ausentes para siempre, porque el homenaje les llegó tarde, como a Juana Doña, a Marije Crespo, fallecida junto a su compañero este verano en un accidente de coche cuando salían de un homenaje a Pasionaria, y muchas más. Todas estuvieron en la memoria y en las palabras de las oradoras.

Maite Mola, como responsable de la Secretaria de la Mujer, presentó el acto aclarando la motivación: «Este homenaje no se os hace sólo por cuestiones afectivas, sino por una razón profundamente política, porque con vuestra lucha habéis abierto el camino y con vuestro ejemplo hemos aprendido la lucha por la emancipación y la igualdad»

Maite también recordó una anécdota de Juana Doña, cuando contó cómo se hizo feminista. Fue en los años 70, en Francia. Le invitaron a París a un mitin de las Petroleras y acudió, aunque pensaba que con el comunismo no hacía falta feminismo porque ya iba incluido, pero allí descubrió la doble explotación de la mujer, no sólo por algunos hombres, sino por todos los hombres, incluidos los nuestros, y que la lucha por la igualdad había que hacerla a la vez y que no era secundaria.

«Camaradas, somos comunistas, somos feministas, que no nos roben nuestro papel en la historia.

La revolucionaria Clara Zetkin decía ya en 1926: «La mujer no deberá nunca ser propiedad del hombre, bajo ningún disfraz ideológico. Esta transformación es la condición sine qua non de su emancipación en cuanto ser humano. La mujer debe dejar de ser una criatura pasiva y participar plenamente en la vida social y política. Eso es lo que hicisteis vosotras en momentos durísimos, participar de pleno en todo, arriesgando vuestras vidas», concluyó la responsable de la Secretaría de la mujer.

Desde la misma secretaría Cristina Simó reafirmó el compromiso en la continuación de la lucha que hicieron las veteranas: «Conservaremos viva la antorcha de la rebeldía, que pagasteis con el precio tan alto de las vidas destrozadas, no sólo por la muerte sino por el cansancio, por los años, por la amargura, por la vida que se nos ha ido de la mano, y aún así la respuesta es clara: Sí, merecía la pena».

Paloma Martín Torpedo se encargó de presentar el video Algunas de las nuestras, dirigido por Alberto Leal para la ocasión con material del Archivo Histórico, música y voces recitando la historia de aquellas mujeres y aquellos años de lucha. «Aquí estamos para no olvidaros nunca y que vuestros nombres no sean borrados de la verdadera historia». Y para que perdure, se apoyó con una exposición que recogió la historia de más de cuarenta mujeres ejemplares.

También participaron las tres anteriores responsables de la Secretaria de la Mujer.

Otra de las asistentes, dirigiéndose al auditorio declaró: «Estas mujeres, las que vinimos después, las que nos seguirán y las que estaban antes, somos todas un eslabón que nos hemos ido transmitiendo experiencias y nuestra manera de entender la vida. Estas mujeres, cuando estaban en la cárcel, las violaron, las mutilaron a sus hijos, no les permitían hablar.. y sin embargo hablaron»
También recordó que Dolores Ibárruri dijo un día: «luchamos porque las mujeres pudieran ser lo que quisieran ser, darles la oportunidad de ser lo que ellas quieran ser. Y les tocó vivir la República con unos valores que sacaban a las mujeres de las cárceles y les ponían a estudiar y luego tuvieron que luchar en la guerra civil.

Quizá por eso fueron privilegiadas, porque tuvieron la oportunidad de luchar por ello».

Elvira Ramos comenzó recordando a una compañera fallecida hace un año, Gertrudis García Collado, y llamando a los esposos, hijos e hijas, nietos y nietas, a seguir el ejemplo de Cayetano Salas, el esposo de Gertrudis, que recogió en un DVD el material del homenaje realizado a su mujer el pasado 8 de marzo. A imitar el trabajo que realizó la camarada historiadora Mari Carmen García Nieto con las mujeres de Vallecas, haciéndolas sentarse a escribir su propia biografía, con lo que gracias a ello hoy tenemos una historia impresionante de las mujeres de Vallecas escrita por ellas mismas.

«Yo invito a todos los familiares, a todas las personas que hagan lo mismo que ha hecho Cayetano con su esposa para que el año que viene tengamos una historia inabarcable que no se pueda poner en un DVD de 20 minutos», concluyó Elvira.

Y, por último, Marisa Castro se acercó al micrófono girándose hacia las protagonistas del homenaje, las señaló y exhortó al público: «Éstas son las únicas reinas antes las que nos inclinamos las comunistas y los comunistas», y luego ya les habló directamente a ellas: «Gracias camaradas, porque sois la historia viviente del Partido Comunista de España. Gracias porque sois España, la España de la dignidad, la España de la justicia social, la España de la igualdad, no la España de los patrioteros. Gracias a vosotras hemos estado aquí nosotras. Gracias por aguantar la falta de reconocimiento del propio Partido Comunista de España. Nos sentimos orgullosas herederas de vuestro legado y jamás cederemos en la lucha en la que habéis sido imprescindibles.»

Todo el acto estuvo cargado de emoción y entrega, pero el vello se erizó con el testimonio de las protagonistas. Voces muy jóvenes en cuerpos octogenarios transmitieron en un discurso claro, sereno, directo, conciso y profundamente político. La concreción de la lucidez mental que conservan estas mujeres. Cinco de las homenajeadas en el escenario tomaron la palabra en representación de todas las comunistas que lucharon y siguen haciéndolo.

Los testimonios de lo que vivieron siempre con la conciencia muy clara y muy alta y que conservan intocable la ilusión, la esperanza, la reivindicación de un mundo mejor, y de un futuro republicano, de igualdad y en paz.

Rosario SANCHEZ, la Dinamitera

«Perdí la mano. No me importó.
Iba dispuesta a perder la vida»

Un año antes de la guerra yo ya pertenecía al partido. Es el único partido al que he pertenecido, al que pertenezco y al que perteneceré hasta que me muera.
Pocas veces se nos ha reconocido algo a las mujeres así que agradezco este homenaje.
Yo luché en una época en la que las mujeres no luchaban. No salían de sus casas. Yo tuve la oportunidad. Salí con los comunistas. Luché con los comunistas. No tuve ninguna queja de ningún camarada. Perdí la mano. No me importó. Iba dispuesta a perder la vida.

Esperanza Martínez

“Las mujeres fueron doblemente castigadas”

Esperanza, Guerrillera de Levante y Aragón, en el 5º sector, comenzó su testimonio al grito de ¡Vivan las guerrilleras comunistas! Y lo concluyó con un ¡Viva la Libertad!, Y no se refería a la libertad que le robaron tan sádicamente, como a todas las luchadoras que sobrevivieron para contarlo, se refiere a la libertad por la que lucharon entonces, ahora, y siempre.
La memoria de las comunistas siempre empieza recordando a los compañeros de lucha, «En este camino han quedado muchas vidas, pero los que quedamos, aunque seamos mayores, aún tenemos fuerza para cumplir el juramento de proseguir en la lucha para reivindicar la justicia de los que no están, de los que quedaron por el camino, y esa es la tarea que nos hemos propuestos las comunistas y las guerrilleras». También recordó que los montes estaban sembrados de cadáveres de los fusilamientos del franquismo y que era hora de hacer justicia con los guerrilleros. Y subrayó que la democracia que hoy tenemos es gracias al esfuerzo de muchos hombres pero también de muchas mujeres, que fueron doblemente castigadas.
Esperanza no vivió la guerra, pero sí la posguerra. Como tantos republicanos vivió el franquismo en la clandestinidad. «Creo que los primeros momentos fueron los peores para los hombres, pero también para las mujeres, porque las mujeres no solamente eran fusiladas sino que también eran violadas, morían de hambre… hay que pensar en la cárcel de Ventas… cómo sufrían las madres cuando dejaban morir a sus hijos porque se negaban a denunciar».
Esperanza fue colaboradora con toda su familia. A su padre lo mataron en el monte. A su cuñado también. Entonces ella también se fue con la guerrilla para no dejarse coger. En el 51 pasó a Francia. Allí se hizo del Partido y le preguntaron si aceptaría volver a España para ayudar a cruzar la frontera a otros guerrilleros. La primera vez lo logró sin problemas, la segunda cayó en una trampa. Está convencida de que le delató el guía que le trajo. Y ahí empezó el peregrinar por las cárceles del franquismo: dos años de preventiva en Valencia, un año de tránsito en Ventas, uno en Burgos con consejo de guerra y condena de 26 años… y fue conociendo a las camaradas en las cárceles, como la de Alcalá de Henares. Redimió la pena con trabajo, y denuncia que este fue uno de los mejores negocios que hizo el franquismo: trabajo barato de los presos y dinero limpio para el Estado.

Angustias Martínez

«Los poderosos son poderosos
mientras lo permita la clase obrera»
Angustias debería llamarse Victoria, Esperanza, Pasionaria o algo semejante. Con este nombre equivocado y una voz de 40 años en un cuerpo octogenario Angustias arengó al auditorio a continuar la lucha. «que todos quedemos impregnados del deber que tenemos ante la sociedad…. porque vosotros tenéis un puesto irrevocable para conseguir que esta sociedad sea justa y buena con todos los ciudadanos».
Dice que España aún no se ha resarcido totalmente del franquismo y que quedan muchas cosas por hacer. Lo primero es no quedarnos dormidos, y ver qué soluciones podemos dar para la clase obrera y la sociedad.
Su visión de «otro mundo es posible» es clara y radical. Se resumen en una idea: los poderosos son poderosos mientras lo permita la clase obrera. El capital tiene mucho poder. De momento hay que empezar por restringirlo y luego a ser posible anularlo.
«Franco hizo mucho daño, dejó una secuelas muy grandes pero la fuerza del ser humano es más fuerte todavía y si nos lo proponemos podemos conseguir que España por fin tome el verdadero camino de una democracia auténtica y, a ser posible, yo a sí lo deseo para mí y para el pueblo español, una buena república democrática».

CARMEN RODRIGUEZ CAMPOAMOR

«Trabajar por el Partido es trabajar
por vuestras reivindicaciones»
Con 70 años de militancia, el agradecimiento que Carmen hizo en su breve intervención fue a la solidaridad, «porque si no hubiera sido por la solidaridad y la ayuda de la gente, ni mi marido ni yo hubiéramos llegado a los 90». Esa solidaridad fue la que también tuvieron los abogados de Atocha, «los abogados de todos» y es la solidaridad que pide que sigan ejerciendo los jóvenes: «os pido que sigáis luchando porque mejore nuestra situación, la de los hombres y la de las mujeres, pero sobre todo la de las mujeres» Y también les alentó a que siguieran trabajando por el Partido, porque «trabajar por el Partido es trabajar por vuestras reivindicaciones».

Concha Carretero

«Una de las cosas más grande de mi vida es haber pertenecido a la JSU»
El escenario del teatro auditórium es sólido. De no haberlo sido se hubiera hundido con el peso de todas las mujeres que Concha Carretero subió, una tras otra, sin olvidar a nadie. Nombres de mujeres con vidas ejemplares, impecables, íntegras, imprescindibles. Inolvidables
«Es un honor para mí hablar hoy de todas aquellas mujeres que trabajaron en la retaguardia defendiendo a la II República durante la guerra y que posteriormente pasamos a la cárcel en el mejor de los casos, porque otras murieron fusiladas». Desde hace tiempo gran parte de la militancia y el trabajo de Concha está volcado precisamente en eso «en la recuperación de estas historias nuestras para que se recojan y no queden en el olvido». Una de ellas, las de las Trece Rosas.
Con 89 años, Concha se define, ante todo, como veterana de la JSU porque sigue militando: «Una de las cosas más grande que me ha pasado en la vida, a parte de mis hijos, es haber pertenecido a la JSU, aquella juventud que tanto trabajó en Madrid frente al asedio franquista que duró casi tres años». Pero es una militante activa. O si no su discurso: «Camaradas es necesario recuperar nuestro pasado, nuestra dignidad y nuestros valores porque son valores vivos y aún tienen capacidad de ilusionar a las jóvenes generaciones. La lucha continúa y continuará. Siempre hasta la victoria definitiva. Es necesario traer a España una nueva república. Para ello contar conmigo». Y se despidió cantando a la joven guardia en homenaje a sus compañeros de la JSU.

Fotos: Gema Delgado