El año 2007 se ha caracterizado por el estancamiento de la Unión Europea que ha parido al final, un Minitratado vergonzante por no dar la cara ante la ciudadanía y aceptar las críticas vertidas en los referendum de Francia y Holanda al proyecto neoliberal. Pero además de este hecho los otros tres acontecimientos de importancia han sido, como consecuencia de este estancamiento y falta de perfil propio: 1) La renacionalización de la política, abandonando toda perspectiva comunitaria, con el acompañante del resurgir de la extrema derecha y de los chauvinismos; 2) La incapacidad para apuntar una política exterior independiente de los Estados Unidos, consintiendo el despliegue del Escudo Antimisiles y no acertando a solucionar el conflicto de Oriente Próximo, sobre todo el palestino-israelí así como el de Iraq, y empantanados en Afganistán; y 3) El resurgir, modesto, es verdad, pero con dinamismo, de la expresión política de una creciente voluntad popular crítica con el neoliberalimso y el actual modelo de Maastricht, como demuestra la evolución de las elecciones recientes en Portugal, Grecia, la consolidación de Die Linke en Alemania, la contestación social en Francia o en Italia.

La ausencia de una perspectiva comunitaria que pueda aglutinar a la sociedad europea da lugar a que se repliegue la actividad política al interior de las fronteras e incluso con tendencia a su disgregación como ocurre en Bélgica con la amenaza de separación entre la comunidad valona y la flamenca. Un acompañante obligado de ese repliegue es la xenofobia y el chauvinismo. No sorprende que en muchos países estén subiendo la extrema derecha y las actitudes racistas. Hay dos ejemplos que ilustran tal hecho, el auge en Holanda de estas conductas agresivas, o la hegemonía que han tenido en Polonia los hermanos Kaczynski y que aún perdura a pesar de su descenso electoral reciente. Hay que señalar que el caldo de cultivo está siendo la emigración como chivo expiatorio. Hasta tal punto que se ha dado en su seno una contradicción frontal llegando a la disolución el 15 de noviembre del único grupo parlamentario que había de extrema derecha en el Parlamento Europeo, el ITS (Identidad, Tradición y Soberanía), al arremeter Alessandra Mussolini contra los rumanos por su situación en Italia. Otra expresión de esta tendencia a la derechización de la sociedad por la falta de una alternativa es lo que ha ocurrido en Francia con la victoria de Sarkozy cuando a la vez persisten problemas sociales críticos como evidencian las huelgas y manifestaciones recientes. Se podría añadir a este panorama de tensión derechizante lo que ocurre en Italia en donde a pesar de un gobierno de centro-izquierda la influencia de Berlusconi y sus aliados persiste e incluso en momentos se acrecienta. El último ejemplo de este fenómeno es la evolución de la influencia de la derecha en nuestro país, en que a pesar del 11-M y su sentencia sigue estando el PP sólo unos puntos por debajo del PSOE.

La incapacidad para apuntar una política exterior independiente es consecuencia de esa falta de perfil propio, del estancamiento comentado. Son varios los ejemplos que ilustran este hecho. Por una parte está la presencia de tropas europeas en Iraq y en Afganistán, como aliados incondicionales de Estados Unidos con lo que está la UE incapacitada para ofrecer una solución a esos conflictos, pues es parte de la causa. El ejemplo más lacerante es la situación en Oriente Próximo, en concreto el conflicto israelo-palestino. Dejar que lleve la iniciativa Estados Unidos es condenar al fracaso la solución al estar la política exterior norteamericana en la zona dictada por la extrema derecha israelí. Sólo una UE independiente y con personalidad podría contribuir a su solución.

Quizás el ejemplo más claro de esa ausencia de política comunitaria es la conducta de la UE con nuestros vecinos. Para empezar asistimos impotentes a la proclamación de la independencia de Kosovo, tal como lo ha diseñado desde el principio Estados Unidos, en una clara demostración del fanatismo identitario cuando otras soluciones eran posibles. Por otra tenemos cómo en los dos grandes frentes naturales, el del sur (norte de África) y el del este (países de la antigua URSS, hoy CEI), esa ausencia de política global coherente está dando lugar a la consolidación de las posturas fundamentalistas en Marruecos, Argelia y Egipto, por una parte y a una reacción antieuropea en bastantes de los países del este europeo, sobre todo en Rusia. Todo ello ocurre mientras consiente la UE la permanencia de las bases de la OTAN, la organización de Fuerzas de Rápida Intervención o la creación de una Agencia Europea de Armamentos, la construcción del Escudo Antimisiles en la República Checa, con la participación de Rumania y Bulgaria así como de Polonia. En definitiva el alineamiento con la postura imperialista de Estados Unidos lleva a que nuestra política exterior sea cada vez más un calco de la norteamericana, como también se aprecia en las relaciones con América Latina.

Queda por último analizar el resurgir de la voluntad crítica, alternativa, aunque de forma modesta, de una parte creciente de la sociedad europea. Los datos que avalan tal afirmación se desprenden de cinco hechos: 1º) La evolución reciente de las elecciones generales en algunos de los países europeos (Grecia, Portugal, Holanda, etc.), en donde la suma de las fuerzas de izquierda anticapitalista llega a veces al 17% de los votos; 2º) El afianzamiento de Die Linke en Alemania como una fuerza claramente de izquierdas, alternativa, y con perspectivas que oscila su intención de voto entre el 17% y el 23%, obligando a una redefinición hacia la izquierda de la socialdemocracia en su congreso reciente de Hamburgo, con lo que se puede romper la Gran Coalición bajo Angela Merkel; 3º) La extensión de protestas sociales y sindicales, en países grandes como Francia, Alemania o Italia, exigiendo soluciones progresistas a los problemas presentes; 4º) La continuidad y afianzamiento de la dinámica de los movimientos sociales altermundialistas que bajo la fórmula del Foro Social Europeo, o la Plataforma por una Carta Social Europea, la Europa Anticapitalista, y los movimientos pacifistas, señalan el malestar creciente por la involucración de la UE en el militarismo norteamericano; y 5º) La celebración del II Congreso del Partido de la Izquierda Europea (PIE) en Praga que con su lema «Construyendo Alternativas» reúne a una treintena de partidos y a más de 200 invitados para mostrar que efectivamente hay un camino a la izquierda.

* Responsable Europa del PCE