LOS CRÍMENES DE OXFORD
Título original: The Oxford Murders
Dirección: Álex de la Iglesia.
Guión: Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría, basado en la novela de Guillermo Martínez.
País: España. 2008.
Intérpretes: John Hurt, Elijah Word, Leonor Watling, Julie Cox, Anna Masey, Jim Carter, Burn Gorman.
Estreno en España:18 enero 2008.
Álex de la Iglesia ha rodado «Los crímenes de Oxford» en inglés, en los magníficos escenarios que la trama exige, es decir con la lujosa pátina cultural que imprime la famosa Universidad, con un reparto encabezado nada menos que por John Hurt (de cuyo trabajo saboreamos la imponente voz y su deliciosa prosodia british, pese, ay, a su sobreactuación -no debía serle fácil a Álex de la Iglesia decirle que se contuviera un poquito-), Elijah Wood, cuya frágil apariencia le coloca en dudosas condiciones de sobreponerse al envite erótico en el que se envuelto, y Leonor Watling, en un papel más próximo al reclamo comercial de su golosa anatomía que al de un papel lucido.
Tiene el director vasco la capacidad de manejar cámara y montaje de modo que cualquier secuencia extraída de la película y contemplada aisladamente promete una función de cierta calidad, un nivel de solvencia más que digno, que por fortuna cada vez sorprende menos en nuestro cine; en casi todas sus obras encontramos incluso algunas secuencias de muy brillante ejecución, como la que traslada la cámara desde la sala en la que ensaya una orquesta, entrando y saliendo por una librería y recorriendo calles hasta penetrar por una ventana en el lugar en el que se ha cometido el primer crimen, en lo que parece un -falso pero muy verosímil- plano secuencia (en realidad se trata de distintas tomas hábilmente enlazadas).
En su contemplación acuden a nuestra memoria Brian de Palma o Alfred Hitchcock, sin que la comparación provoque sonrojo, y ello revela el grado de madurez visual y narrativa del que hablamos. Y de paso nos introduce en la película suscitando las mejores expectativas, que lamentablemente se verán frustradas a no mucho tardar. También tiene su gracia operística, con idénticas referencias a las que podrían añadirse otras muchas, la secuencia del concierto nocturno. Lamentablemente ésta se convierte en un resumen paradigmático de lo mejor y lo peor del filme: una sesión de sonoros, luminosos y efímeros fuegos artificiales que concluye en decepcionante anticlímax.
Un material literario de escasa consistencia, de título homónimo en el que se basaba el guión, no sugería grandes promesas. Para que se hagan una idea quienes no hayan leído la novela de Guillermo Martínez, piensen en las primeras obras de un Arturo Pérez Reverte tiempo antes de convertirse en consagrado (y extraordinario, si se piensa en «La reina del sur») novelista, también llevadas con similar fortuna a la pantalla, o sea nula: «La tabla de Flandes», «El maestro de esgrima», etc. Algunos enrevesados diálogos sobre matemáticas y otras nobles materias filosóficas simulan complejidad superpuesta a la resolución enojosamente trivial de las situaciones (por ejemplo, el protagonista pasa rápidamente de la dificultad del alumno recién llegado para darse a conocer al sabio profesor a no separarse ya más de él durante toda la película; por no hablar de su inverosímil habilidad para hacer caer rendida en sus brazos en los cinco primeros minutos a cualquier fémina que se le acerca).
Lo peor de «Los crímenes de Oxford» es que constituye todo un síntoma. Como revelan las candidaturas a los Premios Goya de este año, por desgracia lo mejor de nuestro cine está muy lejos de acercarse a la excelencia. Y para colmo de males la caída del número de espectadores es alarmante. Menos mal que Javier Bardem trae buenas noticias de Estados Unidos; pero ése es otro cantar.
RECOMENDACIONES
MICHAEL CLAYTON: de Tony Gilroy. Estupendo policíaco. George Clooney continúa en su impecable carrera.
SWEENEY TODD, de Tim Burton. Musical, terror gótico, la tétrica plasticidad del autor sólo para fans declarados.
JUNTOS NADA MÁS, de Claude Berri. Tierna historia de amor y amistad, sin más pretensiones.
AMERICAN GANGSTER, de Ridley Scout. No figurará entre los clásicos del género, pero se deja ver.
DESEO, PELIGRO, de Ang Lee. Una obra maestra, un prodigio de fuerza, erotismo y sensibilidad.