Somos proclives, por naturaleza humana y también por hábitos políticos malsanos, a acumular esfuerzos en pos del apoyo a una declaración, informe, resolución o propuesta de trabajo para inmediatamente olvidarla y poner el énfasis en otra cosa. Pareciera como si nuestra misión como colectivo consistiera en lograr consensos en torno a piezas literarias las cuales pierden su interés una vez aprobadas. Naturalmente que esto tiene una lectura más que preocupante. En el fondo de la cuestión se trata de llegar a un armisticio entre las diversas partes contendientes y una vez proyectada la reconfortante idea de unidad cada uno sigue con su tarea predeterminada. Y esto que es grave en cualquier situación, en ésta es trágico.

La Conferencia del PCE celebrada los días 28 y 29 de junio tuvo un éxito alentador. El Partido lograba, con evidentes manifestaciones de satisfacción y también con no menos evidentes suspiros de alivio, un acuerdo en torno a la concepción que de IU tenemos y debemos tener. El documento tiene rigor en el análisis, correcta ubicación en la coyuntura, capacidad de convocatoria y un proyecto de IU que huyendo de las generalidades y declaraciones vaporosas desarrolla a través de puntos y compromisos concretísimos la Refundación de IU como objetivo, proyecto político y labor inmediata que el PCE hace a toda IU y por supuesto a aquella parte de la sociedad que tiene como interés común objetivo y subjetivo CONSTRUIR LA ALTERNATIVA. Es decir una tarea de regeneración y crecimiento en absoluto endogámica. Dicho de otra manera, la Regeneración de IU viene de la mano de un proceso participativo y constituyente desde las asambleas básicas e irradiando desde ellas haces de alianzas y estructuras tanto horizontales como verticales.

Supongo que todos y todas los que dimos nuestro voto, inmensamente mayoritario, a este proyecto nos comprometimos «in mente» e inmediatamente, a poner nuestro esfuerzo personal y colectivo al servicio de esta estrategia. Y al hacerlo supongo que fuimos conscientes de que se necesitaba un despliegue organizativo especial para llegar con la propuesta a todas las asambleas básicas de IU y a todos los colectivos posibles. Estaba claro, pienso yo, que éramos conscientes también de que este era el único camino para conseguir una Refundación de IU enraizada en los contenidos que le dieron vida en 1986, los que desarrollamos con posterioridad y las nuevas visiones hijas del momento, tal es el caso de la apuesta por la III República. Y junto a ello, con un especial interés, los compromisos personales y orgánicos contemplados en la decisión del Partido en su Conferencia de junio y que hacen referencia a la renovación de direcciones.

Y al llegar aquí planteo una serie de interrogantes que en mi caso son puramente retóricos ¿Y si no conseguimos la mayoría suficiente? ¿No es preferible asegurarla previamente y después pasamos a desarrollar el proyecto? ¿No es conveniente, con antelación a toda iniciativa asamblearia, conocer las fuerzas en presencia? ¿Podemos obviar el diálogo, el acuerdo y la negociación en el interno de IU? Estas preguntas tienen sin duda un pedigrí de razonable prudencia que les confiere a primer golpe de vista, un marchamo de «savoir faire» político. Lo que ocurre, y de ahí su peligrosa improcedencia, es que se plantean sin haber desarrollado y agotado todo el plan que se desprende de la Conferencia del PCE.

No debe olvidarse que las decisiones acerca de cambios, relevos, línea política, posibles acuerdos y estrategia y táctica a seguir son el corolario, el resultado, la consecuencia de un amplísimo proceso que desde abajo vaya conformando, precisando y planificando el proyecto que se someta a debate. Ahora o nunca. De no ser así caeremos en la enésima y estéril tentación de sustituir el debate por los acuerdos de gobernabilidad, sin haber consolidado antes y desde la participación abierta, nuestra fuerza como colectivo que pretende refundar IU. No es cierto que haya terminado el período de documentos y que comience el de acuerdos para conformar direcciones. El período de debate y toma de posición ante la propuesta refundadora comienza ahora, cuando debemos abrir la participación que conduzca a una posición consecuentemente respaldada por la organización y el entorno de izquierda más afín con el proyecto. La Conferencia del PCE no acabó el 29 de junio debe comenzar ahora poniendo en marcha el proceso constituyente para la refundación de IU. Esa es la tarea, que consecuentemente con lo aprobado, debe ponerse en marcha desde todos y cada una de las organizaciones del PCE desde el diseño federal que se apruebe.

La traslación de la Fiesta-PCE 2008 para más adelante ha sido un revés para el impulso del proyecto. Sin embargo y admitiendo que quizás no era posible realizarla ahora, eso no puede significar posponer la organización del proceso de debate. Nos jugamos demasiado para que la contrariedad de la suspensión de nuestra Fiesta sirva para poner sordina o frenos al trabajo con el que el PCE se ha comprometido.

He leído los acuerdos y tareas que se han programado para el otoño; son acertadas y se ciñen a las necesidades que abruman a los trabajadores y asalariados en general. Es muy importante organizar la movilización y tensar nuestras fuerzas pero ello no es posible si de manera paralela y simultánea no se organiza la participación que conduzca a una IU consecuente y combativa. Y eso solo es posible dando la palabra a la gente y enfrentándonos cada uno y cada una a nuestras responsabilidades en la tarea de convocar abrir y construir a plena potencia la nueva IU.

Cuando se acude a una mesa de negociación cada parte lleva sus credenciales. Y estas no son otras que el respaldo con el que cuenta cada una. Los que apoyamos el resultado de la Conferencia del PCE estamos en fase de habilitar, extender y potenciar nuestras credenciales; es nuestra obligación. Unas credenciales que en nuestro caso deben venir desde la fuerza que consigamos articular desde la participación en el sentido más amplio de la palabra. Después ya veremos.

Y es precisamente en ese proceso donde debemos inexcusablemente, dar ejemplo aplicando en nuestra propia carne política, organizativa y personal lo que el 29 de Junio tan ampliamente votamos. No hay otro camino.