Con la mecánica obstinación de un reloj el «clan de los financieros» vuelve a la carga reclamando «reformas» del sistema público de la seguridad social y de las cajas de ahorros. El gobernador del Banco de España, Mafo, un apodo que a mi me recuerda a un consigliere de la onorabile societá, ha pronosticado un negro futuro para el sistema público de pensiones.
Cuando un personaje de este tipo hace una advertencia así es para preocuparse. No por su clarividencia, pues basta ver las declaraciones que hizo el 25 de abril de 2007 a El País negando que fuera a haber un pinchazo de la burbuja inmobiliaria, sino porque delata que en los círculos del poder real hay voluntad de entrar a saco en el sistema público de pensiones a la menor oportunidad.
El movimiento de Mafo es de manual: lo primero meter miedo. Se siembra la inquietud y se crean las condiciones para abrir la negociación del siguiente recorte. Por cierto, ¿cuál es la alternativa? ¿Los fondos privados de pensiones?
Pues hace apenas un año el IESE (que no es precisamente la Academia de Ciencias de la URSS) ha publicado un trabajo de investigación en el que se muestra que la «rentabilidad promedio de los planes de pensiones fue inferior a la inversión en bonos del Estado» en los últimos 17 años. La razón, dice, es doble: las elevadas comisiones – el negocio que persiguen los promotores de estos fondos – y la «gestión activa», es decir, la especulación con los mismos.
El otro objetivo reformador señalado por el ilustre personaje son las Cajas de Ahorros. Aquí la excusa es la «despolitización» justificada por el espectáculo de Cajamadrid o el petardazo de la CCM. La receta, que ya se está cocinando por el Gobierno según los medios, oscila entre una opción de máximos y otra de mínimos. La primera sería la entrada de capital privado con acceso a la dirección y gestión, el sueño dorado de la banca que lleva años deseando meter mano a estas incómodas competidoras. La opción de mínimos llevaría al modelo «catalán», un 25% máximo de presencia pública en los órganos para consolidar el poder de las direcciones tecnocráticas – neoliberales, por supuesto – y el alineamiento global de las Cajas con las élites financieras del país.
En este caso la estrategia del miedo se materializa en la gestión del ritmo de caídas.
Dicen que tras CCM pueden venir Caixa Catalunya e incluso Cajamadrid, mucho mayores que la primera y, en el último caso, la cuarta entidad financiera de España por detrás del Santander, el BBVA y la Caixa. Un bocado apetitoso. Cabe preguntarse cómo ese Banco de España tan modélico y ejemplar ha permitido a estas Cajas meterse en berenjenales. ¿Qué clase de protección vende Mafo? ¿Son las inclinaciones liberales de este gobernador compatibles con la misión de preservar la integridad de unas entidades de carácter social?
Recientemente se ha nombrado un nuevo subgobernador del Banco de España y dicen que se le ofreció a Rajoy que señalara un candidato y éste rehusó. ¿Para qué iba a hacerlo? Él no necesita pactar la agenda de las privatizaciones, la Cosa Nostra se la impondrá al PSOE. Rajoy se sienta a esperar, como en 1996 cuando Felipe y Solbes le allanaron el camino a Aznar con el programa de adaptación a Maastricht. ¿Y la izquierda?¿Qué decimos a esto?