Francisco Frutos, en su última intervención como secretario general del Partido Comunista de España, dio un discurso sencillo, centrado en el balance de gestión de los últimos cuatro años del Partido. El informe obtuvo finalmente 364 votos a favor (84%), 14 votos en contra (3%) y 54 abstenciones (13%), de 552 delegados y delegadas acreditadas.
Frutos centró el balance en los dos ejes de trabajo aprobados en el XVII Congreso: Organizar y fortalecer el partido y recuperar IU como organización plenamente soberana e independiente, democrática, participativa, integradora y unitaria. Para lo primero, la clave estaba en «funcionar sin complejos», movilizando y ofreciendo soluciones a la sociedad. Los resultados son variables, «se ha avanzado en zonas difíciles y menos en zonas importantes», pero en conjunto «el partido ha sido un referente político, ha avanzado en su cohesión con decisiones políticas». Entre algunos de los avances más importantes citó la campaña contra la crisis, el impulso del Partido de la Izquierda Europea y el impulso de la recuperación de la memoria histórica.
Para Frutos, en Izquierda Unida los avances han sido más claros, especialmente internamente, pues «el clima y unidad internos permiten un trabajo en el que participe todo el mundo que acepte la política aprobada en la Asamblea y en cada momento». Pero queda lo más difícil, impulsar y desarrollar IU «hasta que reconquiste el apoyo social y la fuerza política y electoral perdidas». ¿Cómo?: «IU solo volverá a ser una alternativa de izquierdas fuerte si recupera a todas y todos los y las que, por razones de discrepancia política, están fuera y quieren estar dentro», según el informe aprobado.
En cuanto a la organización interna, los órganos se han reunido regularmente y el debate se valoró como positivo, alcanzándose un alto grado de unidad. Sin embargo, según se reconocía, «en la mayoría de casos esos acuerdos no han traspasado el umbral de Olimpo, no se han aplicado y desarrollado de forma creativa por los órganos dirigentes intermedios y, menos todavía, por las organizaciones de base». En este caso se puso como ejemplo el debate sobre el Manifiesto Programa como el error más evidente.
En el informe, los elementos positivos se situaron en primer plano, con el objetivo de contribuir a un XVIII Congreso de unidad y trabajo político. «Falta autocrítica», según reconocía Frutos en el resumen posterior a las intervenciones de las federaciones, pero esto se ha hecho «para no zaherirnos más entre nosotros».
La intervención estuvo en un tono contenido, centrado en el balance y el análisis político. Pero el secretario general saliente en sus última palabras aprovechó para hacer también un balance más personal: «Termina una etapa para mí. Ha sido un honor ser secretario general del PCE, más en un momento duro y difícil. Hemos mantenido los principios, ideas y valores. Tenemos problemas, pero los superaremos. Que el congreso sea un aldabonazo para avanzar en este camino».
Desde el XVII Congreso hemos optado por «salir de la segunda clandestinidad»
Felipe Alcaraz abrió los debates del XVIII Congreso del PCE. Insistió en la necesidad de la participación pues «las soluciones pasan por una movilización de la ciudadanía». Es necesario que la gente se involucre y movilice, necesitamos apelar a «ese instinto republicano de la gente para no convertirse en clientes de la democracia».
Realizó un recorrido por la actividad del Partido en estos últimos años. Destacó la necesidad de profundizar en el discurso y el programa superador del capitalismo, de la necesidad social del control social de los medios de producción.
También realizó un balance general de esta última etapa, desde el XVII Congreso, en que el Partido decidió «salir de la segunda clandestinidad, impuesta en el XIII Congreso». El objetivo era conseguir «un Partido fuerte para una Izquierda Unida fuerte», sin que el desarrollo de uno fuera en menoscabo del otro. Alcaraz insistió en que este Congreso debe impulsar un proceso de crecimiento del PCE como un partido fuerte, visible y territorialmente cohesionado.