Un informe de la Comisión Antimafia del Parlamento Italiano, cuando en Italia se investigaba a la Mafia, señalaba que el primer objetivo del crimen organizado es pasar desapercibido, era negar su propia existencia, porque nadie investiga lo que no existe, y que por lo tanto el primer objetivo de la lucha contra el crimen organizado es admitir su existencia, poner sobre la mesa su realidad.
Con la corrupción, hija predilecta de todas las mafias del mundo, podemos decir lo mismo, que el mejor caldo de cultivo para el desarrollo de una trama de corrupción, de especulación, es ocultar su existencia, mirar hacia otro lado cuando alguien la denuncia.
Señalo esto a cuento del argumento que se emplea en algunas ocasiones, incluso por gentes bien intencionadas, de que denunciar corrupción, poner sobre la mesa casos de especulación, puede dañar la imagen de este o aquel lugar. Nos lo dijeron en Marbella cuando empezamos a denunciar el entramado de corrupción que Jesús Gil estaba organizando en torno al gobierno local, y ahora lo dicen de las denuncias que Izquierda Unida y Manuel Fuentes realizan en Seseña.
Que sepa todo el mundo que lo que daña la imagen, el futuro de Seseña, no es que un grupo de ciudadanos denuncie que en torno a los negocios del «pocero» se ha organizado una «presunta» trama de corrupción en la que «parece» que gobierno y especuladores compartían hasta los asesores fiscales. Lo que realmente daña la imagen de Seseña y de cualquier otro municipio es que se ponga la institución al servicio de intereses privados que solo buscan el beneficio rápido, como decía aquella película: el tomar el dinero y salir corriendo.
Lo que realmente perjudica a Seseña es que se construya sin prever los servicios públicos, los equipamientos colectivos, sin contemplar las necesidades que pueden generar las nuevas construcciones.
Por todo ello, la marcha «en defensa de la ética política, contra la corrupción» tiene un primer objetivo, que es poner en evidencia que han existido prácticas corruptas al amparo de la especulación urbanística, provocada por un modelo de crecimiento donde lo importante, como decía aquel ministro del PSOE, era ganar el máximo dinero en el menos tiempo posible…y si para ello había que buscar «trucos» legales se buscaban; que la legislación, que los derechos ciudadanos no estropearan nunca un buen negocio, que el interés general estaba ligado directamente al interés de los promotores y constructores especulativos.
Que no se puede generalizar, por supuesto. Que no todos los políticos, ni todos los promotores y constructores son unos corruptos, por supuestísimo, precisamente por ello planteamos la necesidad de investigar, de aclarar, de limpiar tanto la política como el mundo empresarial, por eso nos gustaría una justicia mas ágil, menos blanda con los poderosos y menos dura con los débiles. Precisamente por esto hacemos la marcha para gritar que NO SOMOS TODOS IGUAL…QUE NO SOMOS NI PARECIDOS.
Precisamente desde el PCE, desde IU, tenemos el máximo interés en dejar claro que existe otra forma de gobernar, otra forma de hacer política, donde la legalidad esté por encima de intereses personales, porque detrás del «todos son iguales» está el alejar a la persona de la política, y si el ciudadano se aleja de la política se abre el camino al fascismo, porque cualquier proyecto político de izquierdas se basa en la participación de mucha gente en la acción política.
En conclusión, la marcha contra la corrupción no puede ser una actuación aislada. Tiene que ser un grito en el camino de la denuncia de la existencia de entramados sustentados en la especulación urbanística que han sido entre otros «elemento» los causantes de esta crisis que ahora sufrimos los trabajadores. Por lo tanto ahora más que nunca es necesario mostrar nuestro respaldo a las actuaciones política de quienes con toda valentía se enfrentan a las prácticas especulativas, limpiando la política de corruptos y dejando claro que no todo vale, ni en la política ni en el mundo de la construcción.
Este es el reto que la izquierda anticapitalista tiene por delante de cara a las próximas elecciones: lograr que la defensa de ética política sea un valor en alza y consigamos expulsar de las instituciones a los corruptos y a quienes les sean tolerantes…porque dejemos claro de una vez que quien no denuncia la especulación urbanística, quien no la combate activamente, se convierte en cómplice, activo o pasivo, pero cómplice de esta corrupción y como tal tiene que ser denunciado.