El pasado 1 de febrero nos abandonaba el camarada Manolo “Otones”. Manuel García González, así era su nombre real, nacía el 21 de agosto de 1931 en Otones, pueblo de la cuenca minera asturiana. Sus casi setenta años de militancia en el Partido, cincuenta de ellos junto a su inseparable compañera, camarada y amiga Alvarina, reflejan fielmente la larga y heroica lucha del Partido Comunista de España por la Libertad y el Socialismo. Desde aquellos mundos obreros que clandestinamente circulaban y se mimaban en las rampas de la mina a los piquetes de la última huelga general, Otones representa la figura del comunista ejemplar, que anteponiendo los intereses de clase a su bienestar individual, no cejó en ningún momento de estar en primera línea del combate revolucionario.

Desde muy niño conoció el significado de la lucha de clases y los horrores de la larga noche del fascismo. Forjándose como comunista dentro de la mina y colaborando con la guerrilla, Otones fue detenido por primera vez, en 1950, y sufrió en sus propias carnes la barbarie y brutalidad de las comisarias y las cárceles franquistas. Las numerosas detenciones, palizas y los más de doce años de cárcel no amedrentaron a Otones, sino todo lo contrario, lo hicieron ser aún más firme en sus convicciones. Las luchas de los mineros asturianos de los años cincuenta y la huelgona del sesenta y dos no hubiesen sido posibles sin la existencia de camaradas como Otones que escribieron con su propia sangre algunas de las páginas más épicas de la historia del movimiento obrero asturiano. Máximo dirigente de la Comisión Obrera Asturiana fue uno de los fundadores de las Comisiones Obreras y tras su última salida de prisión, en 1971, tuvo que marchar a Euskadi para poder trabajar, de donde volvió, una vez jubilado, a Asturias en la década de los ochenta. Su jubilación laboral no supuso, ni mucho menos, su jubilación política y sindical como acredita su activa participación, hasta sus últimos días, en el Partido, en Comisiones Obreras, en las luchas populares y en la actividad de recuperación de la memoria histórica desde la Asociación de expresos y represaliados de la dictadura en Asturias que él presidía.

En definitiva, nos abandonó uno de los imprescindibles que diría Bertol Brecht, pero su memoria y ejemplo perdurarán en todos nosotros y nosotras porque, como a él mismo le gustaba recordar, mientras que haya explotación aún queda mucho por hacer.
Otones, la lucha continúa.