Vaya, alguien podría decirme que Fatuomata no es de Malí, que nació en Costa de Marfil hace 29 años. Y tendría razón. Pero esta mujer tiene sangre maliense por sus padres, su cultura, la forma de cantar y las letras de sus canciones. Su disco, ‘Fatou’ (World Circuit, con producción de Nick Gold, el mismo de ‘Buena Vista Social Club’) ha sido elegido el mejor de 2012 en la categoría de ‘música étnica’ por un grupo de periodistas musicales europeos de emisoras públicas (en España, Radio 3) especializados en este género de características peculiares: no es música folk o de raíz en su totalidad, sino que parte de la música del pueblo para introducir otros matices. Sobre todo, la música étnica ha sido permeable al soul, al funk, al jazz y a las arquitecturas musicales electrónicas.

Fatoumata vive en Francia, desde que escapara siendo muy joven en contra de la voluntad de su familia enrolada en una compañía de teatro. Su timidez taponaba su don para cantar, hasta que en una estratagema del director de la compañía la obligó a presentar una canción. Así superó ese miedo y apreció la emoción del público al oír su voz y sus dotes interpretativas. Porque Fatoumata Diawara canta al estilo de Rokia Traoré, por momentos recita, a ratos cabalga sobre el ritmo, luego se yergue como azuzada por un punzón con una tonalidad aguda para después deleitarse en una sencilla melodía de guitarra. Posee como Rokia Traoré una increíble capacidad de ajustar el canto al compás.

Sin embargo, ella tiene como mentor a otra cantante, Oumou Sangaré, la gran dama de Mali, para quien escribe una canción en este disco, ‘Makoun Oumou’: «Dedico esta canción a Oumou Sangaré, una mujer ejemplar. Le canto para que su ejemplo sea siempre recordado. (…) Oumou es una de esas mujeres a las que debemos apoyar. No llores Oumou», escribe Fatoumata a propósito de este tema. Y ¿quién es Oumou Sangaré? Una cantante respetada por los hombres y admirada por las mujeres. Canta al estilo Wassoulou, propio del sur de Mali, igual que lo hace Fatoumata Diawara. No alaba a reyes o héroes de la cultura ‘mande’, la principal de Mali, sino que da consejos a su comunidad, sobre todo a las mujeres. Fustiga la poligamia, defiende la libertad de la mujer, las conmina a luchar contra la opresión, contra los arreglos matrimoniales. Esa vena racial está viva en las canciones de Fatoumata.

Ella acumula suficiente experiencia como para saber qué es el dolor de dejar atrás a la familia, la soledad, la necesidad de sentirse amada, la incomprensión por ser diferente, sentir el desgarro de su tierra desde la lejanía, la empatía con las niñas atadas a hombres que no aman… Por todo ello, clama en una de las canciones: «Mujeres: yo os pido que nunca perdáis la confianza en vosotras mismas». Fatoumata canta como terapia ante la amargura acumulada en su infancia. Canta y sonríe. Dos herramientas imbatibles.