Las agencias de calificación de la democracia le han asignado una triple A (AAA) a Manuel Fraga. Es paradójico que la máxima calificación otorgada por la oligopólica Unidad Editorial & PRISA se corresponda con las siglas de la organización de ultraderecha argentina (Alianza Anticomunista Argentina, para más señas) cuyo jefe, Rodolfo Almirón, ejerció de guardaespaldas del exministro franquista en los años ochenta. Ni el jefe ni su guardaespaldas han querido esperar al juicio y se han muerto a mala fe.

El extraoficialmente conocido como «Tirantes», «Zapatones» o «Capón de Vilalba» es, políticamente, el punto equidistante entre dos mandatarios gallegos. Comenzó con su maestro en el Pardo, el caudillo por la gracia de dios (¿se referirían a la capacidad humorística del altísimo?), y se va con un discípulo en La Moncloa, el de los «hilitos de plastilina».

Debería hacernos sospechar el hecho de que siempre se hable de los padres de la democracia y nunca se mencione a la madre. Nada extraño para un concepto tan manido como el de democracia. Basta un repaso a las primeras noticias del año.

Empezando por la campaña hollywoodiense para la sucesión en el PSOE y sus métodos yanquis de marketing electoral. El objetivo es renovar, dicen, la socialdemocracia. Bastante maltrecha debe estar cuando se debaten entre el superministro de Interior y la extrilateral ministra de Defensa. Renovar la socialdemocracia es, para el backstage del PSOE, celebrar un congreso con fair play existiendo feedback entre los delegados, para elegir un leader a fulltime entre un buen speaker y una chica cool, eso sí, garantizando un buen share en prime time. Total, dos candidatos/as y 970 cheerleaders, perdón delegados/as. Menos mal que el espíritu de Pablo Iglesias ya hizo las maletas hace años.

Así, el slogan de Rubalcaba(+ socialismo), al estilo de las promociones de Canal +, no ha convencido por igual. Carrillo (otro padre de la democracia, no de la interna, según recuerdan veteranos del PCE) dijo que de ser militante del PSOE votaría por Chacón. Figuradamente, claro, porque ya se sabe que lleva casi treinta años de exdirigente del PCE y no se los permiten los estatutos de su nopartido.

Visto el debate profundo y trascendental de cara al presidencialista 38º Congreso del PSOE, no resulta difícil intuir que va dirigido a una militancia muy formada ideológicamente, muy crítica políticamente y muy desempleada, institucionalmente hablando.

Es sabido que, según expertos de la troika, la crisis es fruto de la confluencia de Júpiter y Saturno, el desánimo de los mercados ante la falta de perspectivas por la caída de la demanda de la rana peluda en ciertas zonas del estado de Tennessee y sus repercusiones en el euro si no se llevan a cabo las necesarias reformas estructurales. Por eso asfixian a los trabajadores con más impuestos y una nueva contrarreforma laboral, por ejemplo. Por eso no existen responsables y es necesario que nos sacrifiquemos todos. Por eso, mientras las economías agonizan, dos expresidentes autonómicos se sientan en el banquillo de los acusados, y un miembro de la casa real (con, al parecer, menos glóbulos azules de los oficialmente declarados), un exministro de Fomento y un expresidente de diputación van camino de los juzgados. Y por si fueran pocos en el banquillo, el Tribunal Supremo juzga al magistrado estrella de este país que, pese a sus sombras, guarda entre sus luces el intento de investigar los crímenes del franquismo, los de Fraga entre otros.

Sin embargo, somos un país tan sobrado en democracia que además la exportamos. Quizá por ello las fuerzas del mal en forma de piratas somalíes atacan con una chalana, y en plena noche con marejada, a un barco militar español en aguas territoriales. A pesar de que un marinero de Betanzos les advirtió de las consecuencias por megafonía en perfecto dialecto somalí. El buque Patiño tiene base en la ciudad del papá espiritual de Fraga. Es por rizar el rizo.

Y digo yo… ¿aquí no haría falta una Revolución?

Y luego, ¿por qué me lo preguntas?