La invención de Hugo.
Título original: Hugo. AKA: The invention of Hugo Cabret.
Dirección: Martin Scorsese.
País: USA. Año: 2011.
Interpretación: Asa Butterfield, Chloë Grace Moretz, Ben Kingsley, Sacha Baron Cohen, Jude Law.
Guion: John Logan; basado en el libro «La invención de Hugo Cabret», de Brian Selznick.
Música: Howard Shore. Fotografía: Robert Richardson.
Montaje: Thelma Schoonmaker.
Diseño de producción: Dante Ferretti.
Distribuidora: Paramount Pictures Spain.
Estreno en USA: 23 Noviembre 2011.
Estreno en España: 24 Febrero 2012.
Cuenta Martin Scorsese que decidió adaptar el libro de Brian Selznick, La invención de Hugo Cabret (un precioso cuento que combina páginas con dibujos a carboncillo y páginas de texto de manera que los unos dan paso en la narración al otro y viceversa complementándose, sin redundancia ni repeticiones) para que por fin su hija pequeña pudiera ver una película suya. Esto unido al cartel de la película podría hacernos pen-sar que se trata de una narración dirigida al público infantil y por ello menos interesante para los adultos. Habríamos de dar por buena la impresión si entendiéramos que los adultos carecen -por haberla perdido- de sensibilidad para la fantasía, de incapacidad de dejarse llevar por una película al reino, tantas veces asociado en exclusiva a la infancia, de la ilusión y la magia. Scorsese desvela el espíritu mal llamado infantil que anida en todo cinéfilo -y él es uno de los más conocidos y reputados- y quiere hacer que sus espectadores (no sólo su hija) recuperen la maravillosa sensación que debía embargar a quienes en los orígenes del cinematógrafo se asombraban ante el hechizo de las imágenes en movimiento sobre una pantalla, y asustados creían que el tren se les echaba encima a su llegada a la estación de Ciotat. Ayudado por la fascinante fotografía de Robert Richardson, con un deslumbrante 3D que recomiendo encarecidamente no se pierdan, la magnífica dirección de Arte y los bellísimos Efectos visuales (todos estos apartados, además del sonido, han sido recompensados con un oscar, sin que quepa considerar, como se ha escrito, que son premios de consolación, pues se ajustan perfectamente al excelente trabajo desarrollado en la película), el director de «Taxi Driver» y unas cuantas obras maestras nos introduce en su cariñoso homenaje a uno de los grandes pioneros de la historia del cine, Georges Méliés, y recrea algunas de las escenas primigenias de otros tantos filmes producidos en aquellos gloriosos tiempos. Un París sublimado por el preciosismo de las estampas animadas, un niño huérfano con resonancias dickensianas, una historia tierna de redescubrimiento y reivindicación del genio olvidado y un elenco de actores encabezado por el niño Asa Butterfield (cuyo asombroso saber estar ya demostró en «El niño con el pijama de rayas», Mark Herman, 2008), el extraordinario actor británico Ben Kingsley en la piel de Georges Méliés, y el estrambótico, pero aquí contenido en su uniforme de policía de la esta-ción, Sacha Baron Cohen, por citar a los más relevantes de un reparto siempre perfec-to, brindan un delicioso espectáculo en el que los sueños de la creación se apoderan de la imaginación de todo espectador que sea capaz de entregarse como un niño al arrullo de la sala oscura y las luces, sombras y colores en la pantalla. Una declaración de humildad y amor por el cine y una no pretendida lección de cinefilia por parte de uno de los más grandes cineastas vivos.
RECOMENDACIONES
Los idus de marzo, de George Clooney. Clooney añade un interesantísimo filme a su carrera como director. La sombra poliédrica de Obama se insinúa en el cuadro de intrigas y mentiras de la competición política norteamericana.
Millenium, los hombres que no amaban a las mujeres, de David Fincher. Nueva versión de la novela del fallecido Stieg Larsson. La mano maestra de Fincher hace agradecido volver a ver la misma historia. Sólo hay que lamentar que los suecos hablen inglés en su propio país.
War Horse, de Steven Spielberg. Spielberg vuelve por los empalagosos derroteros en los que se solaza de tanto en tanto. Su inmenso talento visual y narrativo al servicio de un hiperglucémico relato marca Walt Disney.