Yo tenía veinte años. No permitiré que nadie diga que es la edad más bella de la vida.
Paul Nizan, Aden Arabia

Nizan puede salir de la fila, hablar de la juventud a nuestros jóvenes… Ellos reconocerán su propia voz. Y él puede decir a los unos: os morís de modestia, atreveos a desear, sed insaciables, liberar las fuerzas terribles que dan vueltas bajo vuestra piel, no os avergoncéis de querer la luna: nos hace falta. Y a los otros, dirigid vuestra rabia sobre los que la han provocado, no tratéis de escapar a vuestro mal, buscad sus causas y destruirlas.
Jean-Paul Sartre, Prólogo de Aden Arabia

Paul Nizan fue un intelectual cuya vida y obra son un referente ineludible de los años treinta en un mismo nivel que Jean-Paul Sastre o Louis Aragon. Su biografía, su conflicto y posterior dimisión del PC, y, posteriormente, su muerte trágica ocurrida en Dunkerque, el 23 de mayo de 1940 durante los duros combates que se desarrollaron en la región de Audruicq (Pas-de-Calais) han generado una excepcional y abundante bibliografía que sería necesario analizar para clarificar este afán desmedido por acrecentar o minimizar su militancia comunista, sobre todo a partir del ya famoso prólogo a Aden Arabia escrito en 1960 por su condiscípulo J. P. Sastre.

Un breve repaso por sus títulos nos anuncia cómo su vida y obra es un polémico territorio fragmentado en dos espacios: Nizan. Destino de un sublevado, de Pascal Ory; Paul Nizan. ¿Un revolucionario conformista? de James Steel; Paul Nizan Comunista imposible de Annie Coen-Solat; Paul Nizan intelectual comunista 1926-1940 de J. J. Brochier, traducido al castellano en Ediciones de la Flor con el título de Paul Nizan: intelectual revolucionario; y por último, Paul Nizan. El intelectual y la política entre las dos guerras. Si nos detenemos en las calificaciones que acompañan al nombre, sublevado, comunista imposible, intelectual comunista, intelectual revolucionario, intelectual entre dos guerras, ningún lector puede dudar que en estos estudios convergen intereses contrapuestos y, en algunos, interesados.

Nadie duda que toda discusión y debate amplía y profundiza la obra de un autor, pero en el «caso Nizan», hasta 1989, año de la caída del Muro de Berlín, sobre los estudios realizados pesó, en líneas generales, los parámetros culturales y políticos de la Guerra fría, análisis que sería necesario revisar para tener una visión más equilibrada de la bibliografía sobre Paul Nizan y así poder escuchar mejor y comprender qué nos dice hoy día una obra escrita en los años treinta del siglo XX.

Para ello, hemos realizado un paréntesis crítico y hemos acudido al lúcido, valiente y riguroso artículo, «Nizan» (1994) de Jorges Labica, director y coautor del Dictionnaire critique marxiste (1982), para encontrar otra perspectiva. Más allá de la beatería de un lado y de otro, nos sitúa en primer plano una pregunta dejando al margen el lugar común de la actualidad o no actualidad de Nizan. El interés de G. Labica es dilucidar a quién va destinada y dirigida la obra del autor de Los perros de guardia, pero sobre todo explicar las lecciones, mejor que lecciones, las tareas que deben ocuparnos en estos tiempos posteriores a Maastrich, nuevas guerras neocoloniales, nuevo orden internacional y una crisis financiera que cuestiona las bases del capitalismo que ha abierto una inmensa barrera entre la realidad económica y la realidad social. Más o menos como entonces, porque la aurora está aun por llegar. Estas tareas no son otras que la elección de un compromiso, el estudio sistemático del materialismo histórico y una conciencia de clase impregnada de haine (odio).

En Paul Nizan, el compromiso ocupa el primer lugar, pero un compromiso sin fronteras, mundializado, que se definiría por estar junto a los dominados y explotados de todo el mundo. Es en Bourg, cuando era un joven profesor de Liceo, donde inicia su militancia en tareas sindicales. Y en Aden Arabia escribe, después de recordar las clase en la Normal en las que los discípulos alrededor del maestro estaban dispuestos a alzar por encima de su cadáver la bandera mercenaria del idealismo crítico, lo siguiente: «casi por todas partes había gentes en los campos y en los suburbios; pero nosotros nos mirábamos para hacer como nuestros maestros y nuestros padres, tristemente acuclillados en los rincones, levantándose a veces para hacer reír a sus patronos, para entregarles un mando de ilusiones, de argumentos o de justificaciones. Bufones, cómplices: oficios del ingenio. De vez en cuando, nos rogaban que fuésemos pacientes: el mundo iba a ser salvado, próximamente.» Y vio que su vida no podía reducirse, como la del protagonista de su novela, Antoine Bloyé, a un pobre chorrillo de agua que desciende hacia la muerte. Y para esto tenía que cambiar de lugar. Y esto sí que fue una traición: abandonar el mundo burgués para, como apunta G. Labica, defender el derecho al sueño, a la libertad, al amor contra todas las alienaciones.

A partir de este momento de decisión y compromiso, comienza la vida de un intelectual comprometido. En 1927 Paul Nizan ingresa en el Partido que había surgido de la escisión de la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera). Como militante comunista realiza un viaje a Moscú en enero de 1934 para estudiar el marxismo en el Instituto Marx-Engels. En este mismo año se celebra el Primer Congreso de escritores soviéticos al que asiste para acoger a los escritores franceses, así como visitar Asia Central y el Cáucaso, viajes que van a ser las fuente de los relatos Sindobod Toçikiston y Le Tombeau de Timor. El Congreso de escritores va a ser muy importante en la formación literaria de Paul Nizan, como en la de otros compañeros de generación, porque es donde se define y articula la teoría y práctica del realismo socialista como superación y esquematización de la llamada novela proletaria.

Por una nueva cultura, colección de artículos seleccionados -de la abundante producción periodística y ensayística- por Susan Suleiman, es fundamental para conocer las reflexiones de un novelista sobre su propia obra y el proceso creador, tal como el mismo Nizan había explicado: «Llega un momento en la vida de un escritor en que se siente obligado a hacer explícitos los principios que rigen su creación (…)Esta necesidad de ver claro que todo escritor experimenta, se hace singularmente imperiosa para el autor que no ve la actividad literaria como un ejercicio gratuito.»

Clarificarse para criticar y desvelar va a ser la constante de un escritor militante en sus críticas literarias y ensayos filosóficos que nos pueden acompañar en la acción y, al tiempo, desvelar los nuevos mandarines culturales aposentados en la saciedad o en la autocomplacencia.