Que Felipe Alcaraz está en contra del mercado, casi nadie lo va a poner en cuestión. Y después de leer su nueva novela Tiempo de ruido y soledad (E. Almuzara, 2012) creo que nadie lo va a dudar nunca más.
Se trata de una contra-novela, lejos de la lógica de mercado porque su lectura desgrana el recién y actual escenario de Izquierda Unida, el Gobierno, los sindicatos…en contra de los vientos narrativos que llenan las librerías. Quizás, más que en contra, esté fuera del mercado porque Alcaraz ha reinventado la novela como género literario , y la hace como un espejo que estalla en pedazos en microrrelatos, relacionados todos por contextos y personajes, entre la realidad y la ficción.
En ese espejo te puedes mirar, encontrarás tu rostro o el de la realidad reflejada, el de un Gregorio Pruaño o un Luis Ángel, el de un Melchor Lanzargorta o un Gaspar Llamazares, o un elenco de personajes que ya han paseado por alguna novela suya anterior. Es complicado no entrar en el juego de buscar parecidos, conocer quiénes son los personajes y más complicado es no caer en la tentación de creer en la veracidad y verosimilitud de los mismos. A más de uno le va a encantar la imaginación dónde puede llegar en alguno de sus breves capítulos. Por adelantar sus grandes momentos: un economista progre, un tal Juan Porras, puede generar las delicias de aquellos que quieran echarse unas risas. Entre la realidad y el deseo.
Permitidme que os indique qué es lo que más me ha gustado de la novela. No se trata de los dimes y diretes de IU, ni mucho menos las palabras que pudiera decirle Juan Porras a Baltasar Garzón. Nada más lejos. Me ha encantado encontrar la descripción preciosista y austera de alguno de sus pasajes. Me ha gustado la descripción colorista y exquisita de La Habana y su malecón, y de alguna de sus mujeres. La novela gana la belleza de la inspiración de Alcaraz, que aflora aquí con su perfil más poético: “El Caribe, levantándose sobre sí mismo como un gran pecho, empezaba a atronar el espacio”.
Cuando la compró el secretario general del PCE, lo primero que preguntó : “ ¿Felipe me mata o no?”, en claro recuerdo a la gran novela que hiciera Manuel Vázquez Montalbán. “Centella, la respuesta la tendrás cuando llegues al final” le podría haber contestado el mismísimo Felipe Alcaraz en la novela si ésta la hubiera escrito Gregorio Pruaño. También un Zapatero acongojado y con responsabilidad histórica se confiesa antes los dirigentes sindicales; Cayo Lara recibe la llamada para que sea coordinador general; la crisis como escenario de nuestra cotidianidad; Santiago Carrillo conspirando; el intento de periódico de Teodulfo Lagunero;… el libro habla de hechos reales o no, elementos que nos retrotraen al pasado más inmediato. Pero lo que más me ha sugerido su lectura es lo que deja ver del presente y del futuro. Como si la invención tomara cierto cuerpo y pudieras ver los entresijos, por ejemplo, del debate de Izquierda Unida en Andalucía o la futura asamblea federal de esta organización. Un acierto de la novela, sin duda, es proponer como divertida y posible a la política. O mejor dicho, como diría Vázquez de Sola con su habitual propiedad, a “la politiquería”.
La frustración del político cansado o del ciudadano cansado de la política se vuelve hilarante con la pluma de Felipe. No sé si en el fondo él quería provocar sonrisas, que abandonemos la soledad a través de la ironía, que rompamos el silencio gracias al sarcasmo. No sé si simplemente quería romper el espejo de la realidad, pero a mí su lectura ha sido como un caleidoscopio con muchos colores y formas. No conozco ninguna de las intenciones que hay detrás de esta novela, se lo preguntaré al autor y creo que su respuesta me desconcertará, estoy seguro. Así que no te digo que la leas, porque Felipe Alcaraz ha escrito la novela que nunca te pensarías leer. La sorpresa forma parte de tu participación activa como lector.