La izquierda ha conseguido imponerse en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas y se augura una victoria sobre los conservadores en la segunda vuelta que tendrá lugar el próximo 6 de mayo. En efecto, la izquierda en su conjunto ha aumentado su representación y las expectativas para la segunda vuelta son buenas. No obstante el Frente Nacional, el partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen ha obtenido un resultado histórico consiguiendo un record de apoyo con un 17,9 % de votos en la primera vuelta.

Sin duda esta es una de las razones del sentimiento de fracaso ante los resultados por parte de los militantes del Frente de Izquierdas. Según los sondeos, la lucha entre el Frente de Izquierdas y el Frente Nacional iba a ser reñida. En cambio la diferencia ni fue detectada por ningún sondeo previo. El resultado del Frente de Izquierdas, un 11,1 de los votos, no es malo, pero se sitúa en relación con el ascenso de la derecha, muy lejos de las iniciales expectativas de los militantes de la Gauche.

Con todo ello y a pesar de las expectativas generadas tanto por los sondeos como por la propia campaña electoral del Frente de Izquierdas –mítines que se convertían en las manifestaciones más importantes del país, presencia mediática, influencia de sus propuestas–, el resultado parecía escaso. Con el paso de los días, sin embargo, el agua vuelve a su cauce y la militancia deja de comparar los resultados obtenidos con los que ofrecían inicialmente los sondeos, sino con los resultados anteriores y con la propia significación conseguida. En efecto el Frente de Izquierdas ha doblado sus apoyos respecto a las elecciones europeas de 2010 y se ha consolidado como alternativa de la izquierda por delante del centrista Bayrou. Las comparaciones no se pueden llevar más atrás pero otro de los éxitos que estas elecciones han apuntalado consiste en haber conseguido unir a la izquierda anticapitalista y transformadora. Mientras que en 2007 el PCF de Marie George Buffet apenas alcanzaba el 2 % de los votos frente a los trotkistas de la Ligue Communiste Révolutionnaire (4%) y cerca también de los (trotkistas también) de Lutte Ouvrière (1,3%) esta vez la izquierda transformadora se ha aglutinado en torno al Frente de Izquierdas y tanto la candidatura del NPA (1%) como la de Lucha Obrera (0,5%) han perdido fuerza.

Pero el éxito del Frente de Izquierdas en estas elecciones no se produce sólo en relación con sus propias expectativas y resultados anteriores. Como no deja de repetir Jean-Luc Mélenchon el movimiento que se ha creado ha llegado para quedarse. La presencia mediática, la confluencia en un movimiento de protesta común de tanta gente es ya en sí misma una victoria. Así lo resumía Mélenchon en la entrevista concedida a France 2 tras las elecciones: “estaremos en el poder de aquí a diez años”. Por otro lado la victoria de la izquierda de Hollande en la segunda vuelta depende del apoyo del Frente de Izquierdas. El objetivo primordial de la izquierda en estas elecciones casi se ha conseguido: “echar a Sarkozy” y parece estar consiguiéndose.

La segunda vuelta
A pesar de la desconfianza que puedan ofrecer los sondeos tras el resultado de la primera vuelta, la carrera final de las presidenciales se ha complicado para Sarkozy. Aunque la diferencia entre los dos candidatos parezca escasa en la primera vuelta (28,6% para Hollande y 27,1dd% para Sarkozy), la segunda vuelta es complicada para la derecha. La única posibilidad de Sarkozy es conseguir el voto del Frente Nacional, un partido muy extremista, que se dice anticapitalista y antieuropeo. Además este ejercicio de “derechización” puede entrañar la desviación del electorado de Bayrou hacia Hollande, lo que unido al apoyo de toda la izquierda y de los verdes contra Sarkozy dificulta las posibilidades del candidato del UMP.

Ascenso de la extrema derecha: consecuencias y responsabilidades
Capítulo aparte merece el resultado de la extrema derecha francesa. El Frente de Izquierdas la ha combatido durante toda la campaña, contra su intento de marcar la política francesa. Sin embargo en su lucha no ha recibido todo el apoyo mediático ni político que cabría esperar dada la gravedad de la situación. Al contrario, uno de los argumentos más escuchados durante esta campaña ha sido el que equiparaba los populismos, los del Frente de Izquierdas y los del Frente Nacional. Empleado por los medios de la derecha pero también por los de la izquierda. Tanto la UMP de Sarkozy como el PS de Hollande han seguido el juego al Frente Nacional con la criminalización del comunismo sin hacer frente al peligroso ascenso de la derecha.

Estas elecciones también han servido para alertar de las consecuencias de la derechización del discurso de Sarkozy en su vano intento por atraer para sí al voto del Frente Nacional. Sin embargo esta elección ha demostrado que esta opción no sólo es inoperante sino que también es perjudicial para la propia derecha. Con su discurso xenófobo y racista, Sarkozy sólo ha conseguido legitimar el discurso del Frente Nacional perdiendo votos por la derecha y también por la izquierda –que no se han transformado en un aumento de Bayrou porque este los ha perdido a favor de Hollande–. De Hecho, uno de los peligros que corre la política francesa es precisamente que el Frente Nacional sustituya a la UMP como referente de la derecha francesa. Este puede ser otro de los nefastos legados de Sarkozy, conseguir acabar con más de 70 años de gaullismo a favor de la extrema derecha.

Corresponsal de Mundo Obrero en París