Has muerto camarada sin avisar, de noche, cuando no tocaba, cuando tenías manantiales de política, de historia, de teoría, de humanismo comunista por descubrirnos, de opiniones para seguir luchando. El amanecer nos ha encontrado desolados, abatidos, tristes, incrédulos.
He leído reiteradamente tu última columna en Mundo Obrero, intentando con ello que salieras de la página y me dijeras con sorna: era una broma.
No te olvidaremos nunca, nos reencontraremos con cada momento que hemos compartido en tantas ocasiones difíciles. Seguirás siendo ejemplo. Un gran abrazo camarada.
El más sentido pésame a familia camaradas y amigos/as.