El pasado 13 de julio se celebró en Oviedo el X Congreso del Partido Comunista de Asturias. Durante el proceso se abordaron más de 90 enmiendas parciales a los Documentos, de las cuales fueron asumidas o transaccionadas la mayoría y decayeron o se rechazaron las demás. Finalmente todos los documentos fueron aprobados por más del 60% de los votos, y con un 58,46% la candidatura encabezada por Paco de Asís se proclamó mayoritaria, en un proceso congresual muy participativo.
Mundo Obrero: El pasado mes de julio tuvo lugar el X Congreso del PCA, ¿cómo fue su preparación?
Francisco de Asís Fernández: En su preparación, el X Congreso del PCA fue un entramado de luces y sombras. Hubo especial empeño en realizar un congreso transparente y participativo. Se eligió una Redactora de los documentos amplia y plural. El CC aprobó su Propuesta de Documentos, que fue distribuida a toda la militancia junto a un documento alternativo que tuvo minoría en el CC.
El debate se desarrolló en dos fases: Una para estudiar los Documentos globalmente (36 días) y otra, de 40 días, para aprobar enmiendas y elegir delegados/as. Se registraron además dos plataformas de opinión, una de ellas invocando “la renovación”. Las Conferencias de base, eligieron sus representantes que, junto a natos y a los de la UJCE, sumaron 120 delegados/as al Congreso, abierto además a cuantos militantes quisieran acudir como invitados.
Pese a ese marco abierto y participativo, a las invitaciones al diálogo y a los encuentros realizados, no fue posible articular una propuesta unitaria ni evitar la circulación de bulos y descalificaciones “ad hominem” que terminaban dañando al conjunto del Partido. Sorprendía el surgimiento de una “oposición” anudada en vetos personales planteados, además, como innegociables.
Es en ese contexto participativo pero tenso como se llega al Congreso que a lo largo de la jornada registró el 100% de participación.
M.O.: ¿Cuáles son los pilares de la propuesta política del PCA para los próximos cuatro años?
F.F.: Lo primero a dejar claro es que el PCA es una Federación del PCE y las Federaciones no estamos para reinventar la política del Partido, sino para aplicarla. Hacerlo, sí, adaptándola a nuestra Comunidad para hacerla eficaz; contribuyendo a desarrollarla en Asturias y trasladando también al PCE nuestras experiencias de lucha, porque un Congreso que perfila política para cuatro años, no puede convertirse en una foto fija y, con el tiempo, amarillenta. Asistimos a una realidad efervescente y lábil con ritmos muy dinámicos y lo revolucionario es enfrentarse a los cambios, comprender las tendencias y anticiparse a los acontecimientos. Los acuerdos congresuales no son recetarios de cartón-piedra. Pero, dicho esto, hay que entender que las cuestiones de principio y los vectores estratégicos que configuran “la línea” del Partido, sí están reservados a los Congresos Federales; es preciso entender que Partido no hay más que uno y que el caos de las “taifas” territoriales en que históricamente se ha incurrido es uno de los mayores lastres para su fortaleza. En Asturias algo hemos aprendido de eso durante los últimos años, sobre todo en el plano de lo electoral, y aunque las responsabilidades por errores entonces cometidos no nos sean enteramente imputables, lo cierto es que el PCA no está dispuesto a repetir pasadas desventuras.
Así, para avanzar en Asturias en la conformación de un Bloque Social Alternativo y promover la máxima unidad en la lucha contra el régimen de la corrupción y el sistema de la crisis, es prioritario reconducir la excepcionalidad que aún perdura en las relaciones entre IUA y el Partido y lograr el retorno a IUA sin exclusiones.
Ello es hoy más necesario. En un escenario en que irrumpen nuevas realidades contrarias al bipartidismo, pero todavía de inciertos desarrollos políticos, hace falta una propuesta de convergencia abierta e ilimitada pero incluyendo ámbitos que no renuncien a su contenido de clase anticapitalista, a su identidad histórica, a su apuesta republicana y a su internacionalismo solidario. Para el PCE ese ámbito es IU, y por tanto, también para el PCA. Por ello hay que estar dentro, aportar esos contenidos y defenderlos en los frentes de lucha.
M.O.: ¿Cuáles son las diferencias y los puntos fuertes de la nueva dirección del PCA?
F.F.: La Dirección del PCA compagina la experiencia de los que siguen, con la renovación real que aportan los nuevos camaradas en responsabilidades.
Así, de 23 electos a la Permanente, 14 no formaban parte de la anterior (60,8%). De los 15 electos a Secretarías, 10 no desarrollaban tales funciones (66%). Su media de edad es de 38 años. Asistimos a una renovación auténtica y no a un fetiche a favor de “la moda” a efectos de imagen. La presencia de no pocos de estos cuadros, como activistas en diversos movimientos confiere a la nueva Dirección un marcado reconocimiento social y la frescura de su experiencia en la calle. Es un equipo cohesionado, con energía, solvencia política y en su mayoría con sólida formación teórica. Un núcleo capaz de dirigir colectivamente al Partido, de aportar eficazmente a IUA, cuando esté dentro, de moverse con soltura en ámbitos sociales y de ser una garantía de continuidad y recambio para años venideros.
M.O.: ¿En qué contexto político y social se encuentra Asturias y por tanto, cuál es el marco en el que el PCA va a trabajar?
F.F.: Asturias es una Comunidad muy castigada ya antes de la crisis, con buena parte de su tejido productivo desmantelado, comarcas deprimidas, el campo despoblado, juventud que emigra, servicios públicos degradados y un Gobierno PSOE errático con opacas colusiones con el PP, la última en materia presupuestaría, todo ello en un escenario de paro y precariedad, con una patronal insaciable y una corrupción incesante: pelotazos urbanísticos, fraude en los “fondos mineros”, caso “Marea”, escándalos de F. Villa, del Montepío de la Minería o de la Consejera de Bienestar Social.
Se da un excelente caldo de cultivo para la indignación, la rebeldía y el desprecio a los políticos del bipartidismo. Unas circunstancias que IUA no ha aprovechado cabalmente para jugar un papel destacado en la organización de la protesta, tal vez por una dedicación en plan “monocultivo” a lo institucional, en detrimento de su implicación en los movimientos, de su dimensión de movimiento político y social. Ello, y una excesiva vacilación en corregir comportamientos internos perjudiciales, conduce a una situación comprometida.
M.O.: ¿Y respecto al ámbito institucional y las próximas elecciones?
F.F.: Asturias es un territorio en el que se explican bien las causas que posibilitan la eclosión de opciones percibidas como “de cambio radical”. Ello no puede ignorarse ni pueden despreciarse las personas que comparten esa percepción con voluntad sincera “aunque no bien definida” de cambio. Ante los posibles efectos electorales del fenómeno no hay que perder el norte. Las elecciones son algo muy importante pero no son el alfa y la omega de una política revolucionaria.
La indefinición calculada es una estrategia para abrir espacios electorales. Pero en la contradicción entre una indefinición recaudadora de votos y la coherencia con unas propuestas claras, con contenido transformador de clase, aunque limiten el voto, alguien tiene que optar por esto último, lejos del cortoplacismo de unos comicios en concreto. Creo que en esa dirección debe moverse el Partido, comenzando por el debate en IU pero sin desdeñar junto a ella y, si es posible, desde ella, otros ámbitos de debate.
M.O.: A tu juicio, ¿cuál es la clave que debe mantener el Partido?
F.F.: Hay que mantener el mejor talante con todo el mundo y la más sincera voluntad unitaria. ¡Que sean otros los que digan que no! Pero en lo ideológico tenemos que conservar nuestra capacidad polémica y la coherencia con lo que creemos. No comparto el postulado de un nuevo sujeto político, el individuo-ciudadano frente a las organizaciones, como nidos de acomodo y corrupción. Primero, porque la realidad ya ha convertido a los protagonistas intelectuales del postulado en sus propios transgresores, pero sobre todo porque el paradigma que postulan, aunque no lo cumplan, tiene su filiación ideológica en el liberalismo burgués y confronta con la naturaleza colectiva y organizada del sujeto revolucionario tal como lo entendemos desde las fuerzas que se ubican en la concepción materialista y dialéctica de la Historia.