Con el 25 aniversario del estreno de Cinema Paradiso, algunos cines vuelven a proyectar la película y eso dice mucho de una de las cintas más celebradas de la historia del cine. Conmovedora, didáctica, tierna, dura y presagio de lo que el cine vive en nuestros días. El film de Giuseppe Tornatore no deja de emocionar por muchas veces que se haya visto. Es la muestra palpable de que el cine tiene unas patas básicas: un buen guión, mimo en la interpretación, un ritmo narrativo acorde a la demanda de la historia y una banda sonora sutil. Parece fácil y no lo es. De ahí que se recurra con excesiva frecuencia a una postproducción digital exagerada para esconder las carencias de la esencia de este arte.
Una de las claves del éxito de Cinema Paradiso es, sin duda, la banda sonora original compuesta por Ennio Morricone. ¡Cuántas veces se han utilizado fragmentos musicales de esta cinta para comentar en la radio las películas de estreno! Es oír las primeras notas e identificar que se va a hablar de cine y no de ninguna otra cosa. Porque lo que Tornatore narra es la historia misma del celuloide, apogeo y decadencia en la vida de una Europa de posguerra. Igual que en su momento, Fernando Fernán Gómez escribió, rodó y protagonizó la obra culmen de la historia del teatro en la extraordinaria película El viaje a ninguna parte.
Hay más ejemplos de cómo bandas sonoras originales han traspasado las costuras de las películas para las que fueron compuestas. Tres citas. Una, la partitura de Nino Rota para El Padrino es ya sinónimo de asuntos de mafia. Dos, John Williams sirviendo una bellísima composición para La lista de Shindler que ya es marchamo del holocausto nazi en la II Guerra Mundial. Y tres, John Barry escribiendo la banda sonora de la impresionante sabana africana para Memorias de África y que está ahí cuando se tocan temas de este continente. Y me voy a permitir un cuarto título, éste he de reconocer que es una debilidad personal: El piano, con música de Michael Nyman. A partir de este este breve glosario, a cada lector le vendrán a la memoria otras bandas sonoras originales que asociarán a un momento de su vida o a un instante puntual de felicidad o dolor que sintieron viendo tal o cual cinta.
No considero banda sonora original la recopilación de canciones ya editas y pegadas a la película, al estilo de Tarantino, sin restarle mérito alguno a la ingente labor de buceo entre las miles de pistas de estilo pop, soul, rock, etc. hasta encontrar esa pieza que por letra y música se acopla a la escena en cuestión. Lo que resulta curioso es que, desde el punto de vista comercial, la publicación de la música de estas películas tiene -salvo excepciones- siempre mucho más tirón comercial y, por ende, revitalizador de temas que yacían en la fonoteca de las discográficas. Es lógico, puesto que en la mayoría de las ocasiones salen a la palestra temas musicales que ya fueron éxito en su época. Para mí, el mérito de Tarantino es que le da igual que las canciones elegidas fueran o no populares cuando se publicaron. Gracias a él reverdecen laureles unos y conocen al fin el reconocimiento merecido otros del que carecieron. En el anverso, es fácil constatar la ignorancia popular sobre los compositores de música original. ¿Quiénes, cuando acaba una película, se quedan con el nombre del autor de la música? Muy pocos; en realidad, cinéfilos con una sensibilidad añadida hacia la música.
Sobre la metodología para componer bandas sonoras, cada director tiene su librillo. Unos acaban la película y le mandan una copia al compositor, especificando en qué puntos quiere música y en cuáles prefiere el silencio. Otros mandan el guión una vez acabado y antes de empezar a rodar para que el músico vaya de inmediato trazando ideas. Lo deseable en ambos casos es que el diálogo fuera fluido, intercambiando ideas, como hace el director con el editor. Pero no ocurre eso en bastantes ocasiones, incluso con directores de prestigio, acabando la música original en el cajón o utilizada mínimamente.
Acabo sumándome a la alegría de que 25 años después se pueda ver en pantalla grande esa obra maestra que es Cinema Paradiso y escuchar su banda sonora con el sonido majestuosos de las salas de cine.