El PCE, a lo largo de toda su historia, ha concebido la defensa de los intereses de la clase trabajadora, en el estímulo de la organización de la misma en organizaciones de clase fuertes y unitarias. Nos reafirmamos por tanto en la defensa de un sindicalismo de clase, democrático, plural y combativo, que además sea unitario, con vocación transformadora, de masas, internaciolista, igualitario, independiente y sociopolítico, es decir que trascienda de la lucha más inmediata en los centros de trabajo y se plantee como horizonte la superación del sistema capitalista de producción y la construcción de una sociedad socialista.
Los sindicatos de clase mayoritarios, tras algunas movilizaciones muy importantes impulsadas en 2012 y unas huelgas generales que, más allá de su importante nivel de seguimiento y del arrope que buscaron en la «Cumbre Social», no consiguieron doblar el pulso del Gobierno y alcanzar algún fruto tangible, comenzaron a tratar de resolver la contradicción entre incrementar unas movilizaciones de cuyo seguimiento estaban inseguros o volver a tentar una concertación sin la presión necesaria, lo que ineluctablemente conduce a resignarse con el «mal menor» que otorgue el gobierno. De cómo se resuelva esta contradicción dependerá en gran medida el futuro de la presión social frente a las agresiones del capital, en la que el partido se posiciona claramente con una estrategia contundente de movilización sostenida.
En el actual contexto político y social, en el que la dictadura de facto de los mercados impone el austericidio, la estrategia del «diálogo social» resulta inviable: la Troika no pacta con nadie, la Troika impone. Por ello, revertir los recortes y abolir las contrarreformas supone, antes que cualquier otra cosa, poner a nuestro favor la correlación de fuerzas entre el bloque de poder y ese bloque social alternativo que queremos construir. El papel de los comunistas en este ámbito debe ser por tanto también el de contribuir a recuperar el músculo de la movilización de los trabajadores y trabajadoras, con el objetivo de cambiar la actual correlación de fuerzas entre sindicatos y patronales, entre sindicatos y los gobiernos cuyas políticas solo están al servicio de patronales.
Es la democracia, la participación colectiva, la asamblea, la que determina la orientación sindical. Es necesario, por tanto, impulsar, una mayor participación de la afiliación en la vida sindical, así como la implantación de códigos de conducta en torno a la responsabilidad en la utilización de las horas sindicales, limitación de permanencia en los cargos, así como el aprovechamiento en su propio beneficio, etc.
Debemos trabajar para dotar a la acción sindical de una perspectiva global y socialista. También desde el sindicato debemos contribuir a la constitución del bloque social y político alternativo, tratando de aprovechar todas las luchas por cuestiones laborales para elevar el nivel de conciencia de los trabajadores. No se trata de esperar con los brazos cruzados a que vengan épocas revolucionarias, sino de trabajar para impulsarlas y propiciarlas, elevando la conciencia de los trabajadores a partir de su lucha cotidiana, preparando al movimiento obrero, también desde el sindicato.
Nuestro modelo sindical, defiende el avance en modelos organizativos que mejoren la participación en la defensa de los intereses de los/as trabajadores/as de las PYMES, de los/as parados/as, así como de los colectivos de autoempleados y autoempleadas. Se trata de millones de trabajadores/as a los/as que es necesario organizar, representar y defender, ya que son imprescindibles para la lucha sindical y política.
Este modelo sindical debe potenciar la participación de los afiliados en la vida política del sindicato, potenciando las asambleas de afiliados, la participación y creación de secciones sindicales participativas y comités de empresas, que permiten la imbricación de un mayor número de personas que las de delegados/as.
Debemos promover espacios de colaboración y trabajo militante en el seno del sindicato, que permitan la implicación del afiliado en la vida cotidiana, política y sindical de CCOO y que nos permitan trabajar con los elementos más conscientes de entre los afiliados. Del mismo modo debemos defender el modelo organizativo que permita el desarrollo de un sindicato político y social.
La lucha social y las alianzas que se establecen con diferentes movimientos sociales deben llevarnos a explorar otras formas de intervención para frenar el proceso de precarización laboral antes de que esta situación se extienda al conjunto de toda la clase trabajadora y sea una realidad de facto la desaparición de los convenios colectivos y la pérdida de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Las asambleas de precarios o la participación en movimientos sociales emergentes, así como el apoyo a las luchas sectoriales y la transversalización de las mismas a través de plataformas juveniles amplias y unitarias, puede ser una alternativa que permita a muchos jóvenes que no tienen capacidad de organización en sus centros de trabajo, comenzar a buscar otras vías de intervención.
Es el Sindicato que queremos y que a pesar de lo actual de su contenido, «sólo es» un extracto de las tesis sindicales de nuestro congreso y que se me antoja hoy una herramienta útil, sobre todo en un momento que aparecen propuestas de cómo se debe organizar la clase obrera, dentro o fuera de nuestro sindicato de referencia. Es nuestra herramienta acordada tras un gran debate y la debemos utilizar.
Algunos datos que nos recuerdan lo «alcanzado» con otras estrategias, legítimas por supuesto, pero que debemos analizar: las rentas del trabajo han perdido en los últimos años un 16%, que están en los bolsillos de los accionistas de las grandes corporaciones empresariales, es decir y aunque me tachen de populista, los trabajadores y trabajadoras le estamos pagando los lujos a una minoría de privilegiados. El Gobierno del PP le ha robado 5.000 millones de euros a los parados y paradas y ahora le quiere contentar con una paga de seis meses que significa un gasto máximo de 1.150 millones de euros; los otros casi 4.000 millones para grandes empresa y banca. No entro en la paralización y destrucción de la negociación colectiva, ni en que tenemos que seguir luchando por revertir las reformas laborales y por recuperar derechos que consideramos fundamentales como la vivienda, los servicios públicos, la sanidad y la educación universal de calidad.
Todo esto se hace con una organización de clase fuerte y combativa y que esté en la estrategia de movilización sostenida… Y los comunistas tenemos un modelo para conseguir esta organización y queremos ponerla en común con otros compañeros y compañeras, desde la humildad pero con las ideas claras.
Secretaría Mundo del Trabajo del PCE