La evolución de los acontecimientos tras el atentado contra los periodistas de la revista Charlie Hebdo, revela que hay mucho más que un ataque contra la libertad de expresión a unos supuestos valores occidentales. Al margen de las teorías de un atentado de bandera falsa, el asesinato de trabajadores de la cultura y gentes sencillas es a todas luces incalificable.

La revista Charlie Hebdo se había especializado en caricaturizar especialmente al Islam, el cristianismo y poco o nada al judaísmo. De hecho recogió y publicó las caricaturas sobre Mahoma de la revista danesa Jylland-Posten que en 2005 provocaron la reacción airada de decenas de miles de fieles musulmanes. La misma publicación que admitió que jamás haría lo propio, es decir caricaturizar a Moisés o al judaísmo y la misma que había publicado artículos laudatorios a favor del Tercer Reich.

En un gesto de enorme cinismo los políticos franceses y europeos han proclamado que este cruel crimen era un ataque contra la libertad de expresión. La misma libertad de expresión que se le niega al comediante francés Dieudonné, encarcelado y multado por la justicia gala por mofarse del judaísmo. Jamás hemos visto, por el contrario, a los gobernantes franceses ni a muchos europeos criticar el genocidio palestino; de igual forma no se vieron en Francia y ni en Europa manifestaciones en contra de las torturas a prisioneros musulmanes en la base de Guantánamo aún a sabiendas que muchos eran inocentes. Nadie cae en el detalle que todos los martes el presidente de EEUU se reúne con sus mandos militares y planifican los ataques con drones en Pakistán, Yemen, Afganistán… de aquella semana. Actúan de jueces y verdugos al margen de la ley internacional.[1] A muy pocos parece preocupar la libertad de expresión y los derechos humanos que son violados de esa forma. El cinismo alcanza cotas inimaginables, ver al presidente Rajoy en la manifestación de París, cuando publicar las caricaturas de la revista francesa en España, código penal en mano, estaría castigados con no menos de 8 meses de cárcel [2], es cuando menos paradójico.

Los focos mediáticos se concentran en los actores materiales de las muertes y dejan ocultos a otros responsables. ¿Por qué no pedir cuentas a Arabia Saudita o Qatar que financian a los predicadores radicales en las mezquitas francesas o españolas y tal como es de común conocimiento al yihadismo sirio? ¿Será tal vez por los pingües negocios que empresas como REPSOL, TOTAL, ODAS o RENFE por citar algunas… tienen con esas monarquías teocráticas?

Estamos asistiendo a una aceleración de procesos políticos que vienen de lejos. El atentado en París servirá de excusa. La gran beneficiaria es la extrema derecha europea que encuentra cada vez más puntos en común con la derecha conservadora. Las últimas elecciones europeas han sido un buen ejemplo. En Reino Unido, el crecimiento electoral del partido UKIP (16,09% en 2009 pasa al 24% en 2014) empuja a Cameron a buscar alguna forma de coalición electoral. El FPÖ austriaco se acerca al 20% y ha convocado una manifestación el día 2 de febrero contra la emigración. En Croacia el HSP supera el 40% de los votos. En Grecia las patrullas de Amanecer Dorado persiguen a los emigrantes, obteniendo un resultado que desde la nada les ha permitido alcanzar el 9,34%. En Dinamarca el Partido Popular dobla los resultados, alcanzado casi el 27%. El Frente Nacional francés arrasa cuadruplicando resultados. En Letonia el partido de extrema derecha ”Todo por Letonia” ha multiplicado por siete sus votos…

La sociedad francesa y la de gran parte de occidente han quedado conmocionadas. El nuevo fascismo se envuelve ahora con el ropaje del fanatismo religioso, pero golpea como siempre a los trabajadores y las gentes sencillas. La amplísima cobertura mediática ha generado una narración donde se definen campos antagónicos: occidente contra barbarie, laicismo, contra islamismo, buenos-malos… Hace muchas semanas que se intuía un gran atentado en París, el despliegue de miles de soldados fuertemente armados en la capital francesa, que a la luz de los hechos se ha revelado inútil, había generado una autentica psicosis de guerra que ha alcanzado su clímax estos días. El impacto emocional persigue utilizando la angustia y el dolor de la población, un vuelco social a favor de las guerras de Francia y Occidente contra los enemigos que los medios y gobiernos señalen. Ya se anuncia la inmediata marcha del portaaviones nuclear Charles Degaulle y su grupo de batalla a aguas del Golfo Pérsico o el Norte de África. El objetivo enunciado es el Ejército Islámico en Siria, el real, volver a intervenir en Libia. Los yhidadista, instalados en Libia por los comandos y la aviación occidental entre ellas la francesa, impiden en este momento que las grandes empresas de hidrocarburos maximalicen los beneficios económicos que esperaban conseguir tras derribar al coronel Gadaffi.

La matanza en París tendrá hondas y perdurables consecuencias sociales y políticas. Una será, aún más, el rechazo contra el extranjero especialmente si viene de países pobres. Para ello se aplicarán leyes cada vez más estrictas de control a “toda la población” sea autóctona o no. Las propuestas diseñadas por Cameron, Valls o Rajoy, van en la línea de restringir las libertades públicas especialmente ahora que la contestación política a los recortes sociales puede tomar forma electoral en muchos países europeos. La clase política francesa y especialmente el Frente Nacional sacarán rédito político. En esta especia de “causa común contra el terror” la población tiende a olvidar los casos de corrupción, la subalternidad política respecto a EEUU y la ineficacia de su clase gobernante. Al hilo de la fractura emocional se produce otra de carácter social especialmente en Francia: ”islamismo contra Republicanismo”. Es, sin dudar, una de las consecuencias buscadas de estos asesinatos.

El atentado contra Charlie Hebdo ha generado una especie de “Unión Sagrada” de la derecha, el centro y la izquierda. Hemos visto en las fotografías debidamente retocadas a multitud de dirigentes políticos responsables de la matanza de miles de inocentes en un afán cínico por lavar su imagen; entre ellos al premier israelita Benjamín Netanyahu y el primer ministro ucraniano. Debemos señalar los beneficiarios para hallar los instigadores porque ellos, además de los asesinos materiales son los culpables. La prensa francesa no ha querido recordar que fue el presidente Sarkozy y el actual presidente Hollande los responsables del genocidio libio y el crecimiento del integrismo en Siria. Todos estos politicastros ahora se rasgan las vestiduras. La Libia del coronel Gadaffi, era una auténtica barrera para la expansión del islamismo radical hacia Europa. El bombardeo implacable de la aviación francesa, inglesa y estadounidense sobre la ciudad de Bengasi, los cientos de miles de muertos ¿no han de considerarse como un acto de terrorismo? ¿Dónde estaba entonces la sociedad occidental?

François Hollande, uno de los presidentes peor valorados de la historia de Francia, desde la toma de posesión de su cargo el 4 de enero del 2015 decidió que podía ganar la guerra en Siria. El medio: los grupos yhidadistas; asesores militares, armamento, financiación… fueron enviados con el apoyo de otros gobiernos de la región especialmente Jordania, Israel y Turquía a la zona de conflicto. El propio presidente francés fue uno de los responsables del fracaso de las conversaciones de paz de Ginebra en 2012. Creía en la posibilidad de ganar la guerra y que las grandes compañías francesas de hidrocarburos explotaran sus ricos yacimientos. La empresa francesa Total estaba especialmente interesada en la zona de Deir Ez Zor que hoy está en manos del Ejército Islámico. Hace pocas semanas el actual presidente francés se jactaba públicamente de su ayuda a los “demócratas y luchadores por la libertad sirios”. ¿Cuáles? ¿Los que decapitan a periodistas y soldados prisioneros? ¿Los que esclavizan bajo el velo integrista a las mujeres? ¿Por qué se rasgan las vestiduras ahora?

El relato generado en torno a los asesinatos desvía la atención y pone únicamente el objetivo en los actores materiales. Los atentados en París son consecuencia pues de una política ciega, errónea e incalificable por parte de los gobiernos occidentales. Las guerras alentadas por la Unión europea, la OTAN y EEUU, han generado un caldo de cultivo, que más temprano que tarde se había de girar contra sus instigadores. Todo vale para “reordenar” Oriente Medio. La presión contra Damasco es constante, en Noviembre del 2014 el exministro francés Bernard Kouchner penetraba en el norte de Siria en zonas controladas militarmente por el Ejército Islámico. Fuentes periodísticas dibujan su papel como financiador y mediador por encargo entre el gobierno francés y el grupo terrorista. En paralelo, el 5 de enero del presente, EEUU y Turquía cerraban prácticamente el acuerdo para entrenar y armar a 15.000 terroristas “moderados” en un plazo de 3 años.

Israel, por otra parte, se ha convertido en salvaguarda de los militantes yihadistas. Según ha recogido la agencia ‘Al-Waght’ citando al diario israelí ‘Yediot Aharonot’. El ministro israelí de asuntos militares, Moshe Yaalon, habría reconocido formalmente que Tel Aviv coordinaba en la sala de guerra de la base turca de Ticrit las acciones militares de la oposición yihadista contra Siria. En la zona de los Altos del Golán controlada por el estado judío, tienen sus campamentos y hospitales atendidos por médicos militares israelitas. La fotografía del premier israelí dando la mano a los heridos de Al-Qaida es de sobra conocida. La imagen del asesino de miles de niños y mujeres palestinos desfilando contra el terrorismo por las calles de París es vomitiva.

El atentado pretende transformar, como hemos dicho, el dolor de la población a través de una reacción emotiva en una amplia movilización a favor de las guerras. Sectores de la derecha y la Extrema Derecha Europea se aprestan a empuñar las armas del racismo y la xenofobia utilizando para ello el lema de los cruzados cristianos contra el Islam “Deus lo vol” es un grito que se arrastra desde el pozo de los siglos y que se proyecta en una Europa desnortada y atemorizada.

NOTAS:
1. Hasta el momento son cerca de 400 ataques que han causado entre 4000 a 5000 víctimas, la mayoría civiles.

2. «Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos religiosos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesen o practican». Artículo 525.1 del Código Penal español.