Durante los días 10 y 11 de abril se desarrolló la VII Cumbre de las Américas. Un encuentro al más alto nivel de representantes de los países del hemisferio. Estas Cumbres, diseñadas originalmente como un instrumento más de los EEUU, desde hace años vienen teniendo diferencias sustanciales. El gobierno norteamericano resolvía las diferencias con el método de aislar a gobiernos rebeldes, por ejemplo Cuba nunca fue invitada a participar. Pero desde hace algunos años, esta situación se viene revirtiendo. Desde la IV Cumbre realizada en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005. En ella el presidente Bush pensaba dar una nueva vuelta de tuerca neoliberal con el tratado de libre comercio continental, y se encontró con la férrea oposición de los presidentes Kirchner (Argentina), Lula (Brasil), Tabaré Vázquez (Uruguay) y Hugo Chávez (Venezuela). Canadá y EEUU encabezaban la idea de aprobar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y contaban con la alegre apoyatura de sus fieles y neoliberales presidentes presentes, como el exdirectivo de Coca Cola mexicana y en ese momento presidente del país azteca, Vicente Fox. Por vez primera se produce una especie de rebelión gracias al posicionamiento de un grupo de presidentes y a la multitudinaria movilización popular que contó con el apoyo de figuras como Pérez Esquivel, Premio Nóbel de la Paz, el dirigente indígena boliviano Evo Morales (sería elegido presidente poco después), el exfutbolista Diego Maradona, artistas como Kusturica o Manu Chao entre otros. En el acto paralelo denominado Cumbre de los Pueblos, interviene el presidente venezolano Hugo Chávez quien indica claramente que “aquí en Mar del Plata está la tumba del ALCA. Vamos a decirlo: ALCA, ALCA, al carajo!», haciendo patente el destino de la idea de George W. Bush. En esa oportunidad el presidente norteamericano salió escapado, sin esperar siquiera a que terminara la Cumbre, y lógicamente no hubo Declaración Final consensuada.
Mucho ha llovido en estos 10 años transcurridos. Aparecen o se fortalecen organizaciones regionales como UNASUR o CELAC, independientes de los EEUU, crece la realidad tangible para los pueblos del ALBA, el proceso de paz en Colombia es una esperanza cierta aunque esté atravesando situaciones complejas, y el hecho significativo de la reválida democrática de los gobiernos progresistas y de izquierda, así como su ampliación continental.
Panamá es sede de esta VII Cumbre en la que participan 35 jefes y jefas de estado y de gobierno, con el lema “Prosperidad con Equidad: El Desafío de Cooperación en las Américas”.
Pero ya nada es igual. Esta VII Cumbre se desarrolla en un momento extraño del devenir político latinoamericano y caribeño. Por una parte una declaración de intenciones del gobierno yanqui de eliminar el bloqueo a Cuba, así como la invitación formal (por vez primera) a Cuba a participar en pie de igualdad y sin pedirle nada a cambio, y por la otra en medio de una escalada de agresividad verbal contra al gobierno bolivariano de Venezuela.
Al momento de plantear su discurso, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela fue muy claro y contundente, haciendo un repaso histórico que hubiera avergonzado a Obama si hubiera estado presente en la sala. Recordaba Maduro que en 1989 se produjo la invasión norteamericana a Panamá, en la que fueron masacrados más de 4.000 habitantes del populoso barrio de Chorrillos, cuyos familiares sobrevivientes aún esperan las disculpas oficiales del Gobierno de los EEUU. Menciona Maduro que dicha intervención militar se producía después de una declaración norteamericana señalando que Panamá era una seria amenaza contra los EEUU, la misma declaración que ahora Obama impulsa contra Venezuela. Por ello, continúa diciendo Nicolás Maduro que viene “en nombre de 30 millones de venezolanos a exigirle al presidente Obama que derogue el decreto que amenaza a Venezuela, así lo pide Unasur por unanimidad, Unasur ha aprobado un documento histórico rechazando y pidiendo su derogatoria, así lo pide por unanimidad la CELAC, los 33 países han dicho deber revertirse el decreto”.
También recordaba el presidente venezolano que en ese año de 1989 se producía la movilización de Caracas ante las medidas neoliberales del presidente Carlos Andrés Pérez quien ordenó reprimir sin contemplaciones causando más de 3.000 muertos entre la población civil. Esas matanzas no provocaron declaraciones de los organismos regionales ni protestas gubernamentales. No dejó pasar la oportunidad de conmemorar el fallido intento de golpe de estado contra el presidente Chávez y la implicación directa del gobierno de EEUU en el mismo.
Palabras de apoyo a Venezuela y al levantamiento del bloqueo a Cuba, y la observancia de la no injerencia, estuvieron en las declaraciones de los presidentes Correa (Ecuador), Cristina Fernández (Argentina), Evo Morales (Bolivia) y naturalmente Raúl Castro (Cuba) entre otros. Si con la diferencia de trato, ahora Cuba es buena y Venezuela es mala, esperaban los estrategas de Washington dividir, la táctica les ha salido mal. Aparece entonces el cambio de talante, vuelve el rostro amable del inquilino de la Casa Blanca y el presidente Obama, parece haber entrado en razones. Pero hacen bien gobiernos y pueblos de no fiarse “ni un tantito así” como decía el Che Guevara. El Imperio reconoce que está tocado, pero no acabado ni derrotado. Por tanto sus reacciones pueden ser más peligrosas. Hay que redoblar esfuerzos y atenciones, sabiendo que efectivamente los pueblos americanos están construyendo la unidad y el futuro que el Che soñaba se acerca de la mano de estas movilizaciones continentales.