Ha muerto el rey del blues, B. B. King. Era el 14 de mayo. Ese día se nos iba el músico de blues más longevo que ha conocido el género. Considerado el ‘rey del blues’ precisamente por eso, por las muchas décadas pisando los escenarios de todo el mundo. Yo tuve la suerte de verle varias veces y en escenarios muy distintos. Tocaba en directo prácticamente todo el año. Una vez dijo que lo hacía por la numerosa prole que tenía que alimentar. Si lo primero es cierto, lo segundo era un chascarrillo. Porque a B. B. King le gustaba mucho parlamentar durante sus directos. Tenía algo de mesiánico, algo de divo. Y, por encima de todo, poseía el mejor pellizco de los guitarristas de blues. No era para nada excelso en los solos de sus interpretaciones. Unas notas bastaban para sacarle un brillo único a su guitarra, que él apodó ‘Lucille’. Luego estaba su voz, la más poderosa que haya conocido el blues en toda su historia.
Están sus discos para mantener viva su memoria. Sin embargo, ¡cuánto vamos a echar de menos sus directos! La enorme presencia física y artística de un hombre que parecía arrancar las cuerdas de su guitarra cada vez que uno de sus grandes dedos buscaba una nota breve, como un chillido hiriente y, a la vez, melódico. No sólo él, sino el grupo de músicos que le acompañaban, que aportaban a sus interpretaciones el guiño funky, soul y country a unos directos que hacían del blues una liturgia.
Poco a poco nos vamos quedando huérfanos de aquellos que teníamos en la cúspide de cada estilo. Es lo lógico, porque el mundo del rock y sus aledaños es ya un viejecito que frisa los 70 años. Fallecieron Elvis Presley como ‘rey del rock’, Michael Jackson como ‘rey del pop’, James Brown como ‘rey del funk’, Miles Davies como ‘rey del jazz’. Nos queda con vida Aretha Franklin, como la ‘reina del soul’, y sobre todo aún tenemos en buena forma al músico más grande por la inmensidad de su obra y por la inabarcable huella de su legado. Me refiero, claro, a Bob Dylan.
La estela del B. B. King la recoge, por enésima vez, un músico británico llamado Robin Trower. No es en nada joven, pero canta con la dulzura de la juventud y toca la guitarra con la limpieza y agilidad de un veterano. Es británico y ese blues de las islas ha tenido siempre un algo diferente, sin la aspereza o la rudeza del otro lado del Atlántico. Todavía podemos disfrutar de la maestría de John Mayall (Blues Breakers), Peter Green (Fleetwood Mac), Eric Clapton… Robin Trower despliega en todas sus vertientes la escuela inglesa del blues, aunque en su último trabajo aglutine versiones de clásicos negros. El disco, ‘Roots and branches’, es una obra delicada, elegante, sincera. En la escueta información que acompaña al CD, Robin Trower confiesa:
“Mi primeros pensamientos acerca de grabar versiones de algunas de mis canciones favoritas del blues y rhythm and blues fueron que sería divertido sin demasiada atención a la guitarra. Pronto me di cuenta de que debía hacerlo con arreglos originales para cada pieza si no quería que mis versiones palidecieran en exceso respecto a los originales. Sabía que no podría lograr el ideal, que es un sólo álbum con versiones, así que decidí añadir algo de mi propio material arreglado para que no desentonara de los clásicos del género”.
Robin Trower comenzó su carrera en los sesenta tocando la guitarra eléctrica y formó parte del grupo Procol Harum. Lleva 19 discos de estudio como solista, más nueve en directo y algunas recopilaciones. A sus 70 años es un maestro en el ámbito anglosajón, pero no fuera de las islas y del circuito bluesero de Estados Unidos. En este trabajo, recrea composiciones inmortales. Una, cómo no, el tema más versioneado de B. B. King, ‘The thrill is gone’, una pieza que se presta a la lucidez y brillo de cualquier guitarrista de blues que se precie. Antes incluye el conocidísimo ‘Hound dog’ que hicieran famoso Big Mama Thornton y Elvis Presley. Luego aborda ‘Little red rooster’ de Willie Dixon y ‘Born under a bad sign’ de Albert King.
Para algunos aficionados al blues, esta manera de entender el género más negro de la música se queda corta por ser algo blanda. No opino lo mismo.