Decía José Luis Sampedro que esta Europa es como un jefe que nunca se pone al teléfono, y sí, mandar manda, legislar legisla, pero cuando se trata de ayudar nada de nada.

Europa sigue en el camino del capitalismo salvaje con su apoyo a las recomendaciones del FMI sobre políticas de empleo, sus recortes salariales, sus alarmas por terrorismo…y como el jefe que nunca responde a la llamada, sigue obviando las necesarias respuestas que se requieren para solventar el drama por el que todavía, sí, todavía (aunque ya no salga en la caja tonta), pasan miles de personas a las que una convención, allá por el año 1951 y celebrada en Ginebra, llamó “refugiados”, dotándoles de un estatuto de protección. Dotándoles en realidad de otro papel mojado más en la enorme cartera normativa con la que contamos, con la que se podría evitar la tragedia de la huída hacia ningún lugar, del sufrimiento, la persecución, la desprotección, la humillación, la confiscación de bienes, las sanciones…y en multitud de casos, la muerte.

El número de migrantes y refugiados que cruzaron la frontera hacia Europa por mar o por tierra en 2015 superó el millón de personas, según información de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Con la denominada “crisis de refugiados” se aprobó un plan para reubicar a 160.000 personas (claramente insuficiente) que hoy ya tenían que estar reubicadas, pero sólo se ha reubicado a 300.

Hoy la mayoría de las miradas están puestas en la isla griega de Lesbos, a la que en 2015 llegaron 550.000 solicitantes de asilo de los 851.319 que entraron por Grecia. El 5 de febrero más de 60 países de todo el mundo prometieron en Londres aportar 9.000 millones de euros, 3.500 este mismo año y la otra mitad hasta 2020. También se aportaron 3.000 millones de euros a Turquía para atender a los refugiados pero este no es país para la solidaridad, como casi en general, la mayoría de los que componen esta vieja y putrefacta Europa. Hoy todavía esos miles de seres humanos siguen sin obtener una respuesta políticamente humanitaria (estos últimos datos sacados tras leer la entrevista a Marina Albiol en infolibre).

Estatuto del refugiado

En la ingente cantidad de normas con las que contamos tenemos la directiva 2001 de protección temporal en caso de urgencia, la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Convenio Europeo de Derechos Humanos, la convención internacional de los derechos del niño, la Convención del estatuto del refugiado o Convención de Ginebra de 1951 donde en su artículo 35 se recoge que «no se impondrán sanciones penales, por causa de su entrada o presencia ilegales, a los refugiados que, llegando directamente del territorio donde su vida o su libertad estuviera amenazada hayan entrado o se encuentren en el territorio de tales Estados sin autorización».

En nuestro país, España, la carta magna también protege a los refugiados en el artículo 13.4 de la Constitución española y recoge que «los ciudadanos de otros países y los apátridas podrán gozar del derecho de asilo en España». Derecho también incluido en la Ley de Extranjería, donde se establece que una persona podrá ser demandante de asilo aunque no disponga de visado para permanecer en España. También tenemos el Real Decreto 1325/2003 que prevé procedimientos de emergencia y de evacuación desde el origen que incluye la concesión de visados humanitarios y salvoconductos, documentación y permisos de residencia y trabajo, ayudas sociales y reagrupación.

Pero todo esto son bonitas palabras porque en la práctica se incumplen sistemáticamente, será porque también tenemos esas otras directivas y tratados que son a los que sí coge el teléfono el Jefe de la UE y atiende gustosa y rápidamente, para beneficio de los emigrantes con dinero, países amigos de la violación de derechos humanos pero con haber importante en sus arcas y las grandes corporaciones o multinacionales. Así Europa tiene su Directiva de Retorno o Directiva de la Vergüenza, su Tratado de Maastricht, sus Centros de internamiento de Extranjeros, su TTIP… y su FRONTEX (Agencia de la UE para el control de fronteras) que recibe cada vez más fondos para desarrollar acciones más que críticas y hasta una condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos por realizar expulsiones masivas.

En el fondo se trata de los olvidados, de los parias, de los invisibles, no son más que seres que deambulan expulsados de su territorio por guerras que ellos no han provocado y de las que mucho tiene que responder la misma UE que no les protege. En el fondo es lo de siempre pero hoy es más escandaloso por lo masivo, y por eso precisamos urgentemente alcanzar ese nuevo orden social, económico e institucional que erradique el dominio del capital y otorgue todo el poder a las luchas de la clase obrera, los movimientos populares y los movimientos sociales que trabajan desde décadas por el blindaje de los derechos humanos.

Precisamos una Asamblea Constituyente Europea elegida por sufragio universal como apuesta hacia una civilización europea que escoja negarse a seguir destruyendo aquellos viejos sueños de la Europa de la convivencia y la solidaridad, de la fraternidad y los derechos humanos. Urge terminar con la contradicción entre los papeles cargados de discursos basados en la solidaridad y la integración de los pueblos de Europa y la realidad de una Europa fortaleza que blinda sus fronteras.

Una Europa que no sanciona a los países que violan los principios de la protección internacional, que permite la devolución de personas con expulsiones masivas, que priva de derechos básicos y que permite el crecimiento de la violencia, del odio al otro, del racismo y de la xenofobia.

Esta UE, por acción o por omisión, lo que hace es generar miedo en la población, en la que huye y la que debe recibir, pero inculca miedo en lugar de solidaridad y el miedo sólo genera violencia. Y la violencia, fascismo.

Como decía Galeano ¿quién es este asesino en serie que mata todo lo que toca? Habría que meterlo preso, pero es que él tiene la llave de todas las cárceles, y es que hablamos del sistema, universal, que ha convertido el mundo en un manicomio y en un matadero. Estamos gobernados por una dictadura invisible.

Ojalá desaparecieran de nuestro vocabulario cuando nos referimos a las personas refugiadas las palabras expulsión, confiscación, represión, sanción, abandono, linchamiento, agresiones, vallas, naufragios, asfixia, ahogamientos, hipotermia, niños, racismo, xenofobia, fascismo…ojalá desapareciera el miedo Y ojalá podamos construir esa Unión Europea de la solidaridad, los derechos humanos y de la abolición de la deuda externa con los países empobrecidos a los que hemos robado sus recursos y alimentado sus monstruos. No queremos internarnos, pero nos están matando Europa.

Todas somos refugiadas.