A pocos días de conmemorarse el aniversario del fallecimiento del camarada José Díaz, recuerdo cómo nos explicaba, con su habitual maestría, que cuando la burguesía no puede seguir dominando por procedimientos democráticos, apela a los métodos de dominación fascista. Esas formas de dominación tienen su expresión en la reorganización de los interlocutores políticos de los que se dota y, al igual que en el resto de Europa, aparecen nítidamente en nuestra escena política organizaciones que se reclaman abiertamente como tales, avaladas por unos medios de comunicación que tratan de normalizar su presencia, a la vez que blanquean sus mensajes y discursos. Sería un craso error confundir la aparición en escena de estos productos de la burguesía y sus partidos tradicionales, J. Dimitrov dixit, como parte del juego del espectáculo de la política, no entendiendo que son las avanzadillas de lo que está, no por venir, llegando. Y aparecen en un contexto de fuerte retroceso de las conquistas sociales y derechos obtenidos durante décadas de lucha de la clase obrera y los sectores populares.

La crisis de 2007, cuyos efectos devienen en estructurales, no fue un accidente derivado de una mala gestión del capitalismo, o del abuso de ciertos sectores del poder económico. Lejos de ello, esta crisis ha sido producto del desarrollo normal del capitalismo en su actual fase, en la que los monopolios ejercen un poder casi omnímodo, y se genera un mayor volumen de capital en la esfera especulativa, provocando la constante creación y explosión de burbujas, que son inevitables e intrínsecas al propio sistema. En esa situación, el sistema necesita incrementar las condiciones de sobreexplotación para mantener el nivel de acumulación de capital, y es ahí donde cualquier límite se les antoja elemento a batir. Cuando a la oligarquía, el actual marco jurídico ya no le vale, más que como excusa para reprimir (por cualquier medio) a quien ose levantarse contra sus tropelías, y levantan las banderas de su constitucionalismo, es cuando tenemos que levantar las nuestras: reclamando un proceso constituyente que nos lleve a una República Federal y Democrática.

La III República es la propuesta concreta que plasma la aspiración de una forma de Estado que rompa definitivamente con la herencia de la dictadura franquista y su desarrollo neoliberal, es la apuesta por la ruptura democrática. Y es el resultado de un proceso constituyente que pasa obligatoriamente por la confrontación radical con el sistema institucional, político, y económico vigente, con una alternativa que se ancle en la conquista de la soberanía popular, la construcción de una democracia política basada en la construcción de una democracia social y la creación de una economía al servicio de la mayoría de la población trabajadora. Dicho proceso es la única forma de dar respuesta a las inmensas movilizaciones que pretenden la constitucionalización de sus legítimas aspiraciones y derechos: incorporando las reivindicaciones expresadas en las Huelgas Feministas del 8-M; respondiendo a las legítimas demandas del movimiento en defensa de las pensiones públicas; incorporando las necesarias demandas de los movimientos en defensa de los servicios públicos; dando seguridad y cobertura a quienes padecen precariedad, desahucios e inseguridad vital.

Frente a los que pretenden defender el capital desde el más virulento neoliberalismo, con el desmantelamiento definitivo de los mecanismos de protección social, apostamos por una República Democrática fuerte con máxima capacidad de intervención desde el control planificado y democrático de la economía y sus resortes para ponerla al servicio de la mayoría social, y construyendo una democracia política basada en la construcción de una democracia social.

Hay que ser conscientes de la contradicción antagónica entre capitalismo y democracia, por lo que la alternativa republicana es conquistar la democracia desde la soberanía popular con la implantación de mecanismos de participación política que permitan el ejercicio permanente de los derechos políticos desde estructuras de poder popular, e integrando a los pueblos a partir de la libre adhesión desde identidades de clase.

La lucha por la III República es hoy construir una alternativa programática, social y política lo más amplia y unitaria posible, para romper con la UE, el euro, el régimen del 78 y la OTAN. Una alternativa que confronte y derrote social y políticamente la recomposición del sistema. Una alternativa democrática, social, feminista, ecologista, federal, con amplia base popular. Y esto debemos hacerlo desde la movilización social y política como instrumento para conquistar un futuro de justicia social y libertad en el marco de un nuevo proyecto de país.

El proceso constituyente de carácter popular y rupturista vendrá de la mano de la organización de contrapoder, de la creación de poder popular en torno a la movilización de los afectados por las políticas que aplica el régimen… Por esto, cuando en este mes de abril salgamos a las calles, respondiendo a los llamamientos unitarios de los espacios republicanos, debemos ser capaces de explicar que PAN, TRABAJO, TECHO, IGUALDAD Y DIGNIDAD… es REPÚBLICA. ¡¡A POR LA TERCERA!!

Secretario de Área Externa del PCE