En la ciudad de Esmirna (Izmir), en el extremo occidental de Anatolia y a orillas del mar Egeo, se celebró durante los días 18, 19 y 20 de octubre la reunión anual de los Partidos Comunistas y Obreros del mundo. En esta ocasión, el evento coincidió con el 100º aniversario de la fundación de la III Internacional, creada en 1919 bajo el liderazgo de V.I. Lenin, tras las conferencias de Zimmerwald (1915) y Kienthal (1916), que certificaron la ruptura de los socialistas revolucionarios con la Internacional Socialista por su apoyo a la I Guerra Mundial.
Los 24 años de la III Internacional (1919-1943) fueron decisivos a la hora de organizar al movimiento comunista internacional, en la contribución al desarrollo del movimiento obrero y campesino y de los movimientos de liberación nacional. Durante esos años convulsos, la existencia de la Unión Soviética y el liderazgo bolchevique ayudaron a orientar, organizar e implantar en todo el mundo las ideas comunistas.
Durante ese periodo, y en sus VII Congresos celebrados, la Internacional rectificó posiciones sectarias adoptadas en su VI Congreso que, teorizando la fase de “clase contra clase”, consideraba a la socialdemocracia como el ala izquierda del fascismo, prohibía las alianzas con otras tendencias ideológicas y el trabajo en los sindicatos reformistas y parlamentos burgueses.
Fue precisamente en su VII Congreso, celebrado en 1935 y siendo elegido Giorgio Dimitrov su secretario general, cuando la Internacional, corrigiendo los errores sectarios, ante el avance del nazi-fascismo concretó las políticas de frentes populares, amplísimas alianzas interclase (incluida la socialdemocracia y partidos liberal-reformistas).
Los enormes retos a los que se enfrenta el movimiento comunista internacional en la actualidad por la intensificación de la ofensiva imperialista, que asalta los derechos democráticos y la soberanía de los pueblos, que ataca directamente a los derechos laborales, sociales, civiles y a la sostenibilidad del planeta, requiere de nuevo construir amplias alianzas políticas y sociales frente a un capitalismo patriarcal dispuesto a todo, incluida la guerra, para garantizarse su dominio y su gigantesca acumulación de capital.
A la ofensiva antisocial, hay que añadir la apuesta de EEUU por reanudar una carrera armamentística convencional y nuclear, retirándose de los Tratados Internacionales, que limitaban o eliminaban los misiles de medio y largo alcance (INF), o amenazando con retirarse del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START III), significando así su decisión de ampliar su arsenal nuclear y su posible utilización que supone una amenaza cierta para toda la humanidad.
Los efectos del ultraliberalismo allá donde se aplica son demoledores por sus efectos contrarios a los derechos humanos y a las conquistas sociales alcanzadas por los pueblos tras centenares de años de luchas. En América Latina, la imposición de esas políticas a sangre y fuego por el Fondo Monetario Internacional y las injerencias y bloqueos económicos de EEUU ha vuelto a incendiar la mayoría de los estados:
Ecuador en estado de sitio, Chile en estado de emergencia, Brasil movilizada, Colombia en crisis humanitaria, Perú en permanente crisis política y Venezuela y Cuba asediadas de forma directa por los EEUU [1].
En Europa, la implosión de la Unión Europea produce de nuevo organizaciones de extrema derecha que, en algunos casos, llegan a compartir gobiernos generando políticas xenófobas a favor de las elites nacionales.
780 millones de personas, según NNUU, subsisten con menos de 1,90 dólares al día, 1.300 millones en la extrema pobreza, concentrándose el 83% en África Subsahariana y el sur de Asia.
Ante estos retos, en la reunión de Izmir, el Partido Comunista de España, Partido Comunista Portugués, el Partido Comunista Cubano y el Akel de Chipre, promovieron una resolución que expresaba la necesidad de confrontar con el imperialismo con iniciativas unitarias a favor de un mundo de progreso y justicia social, sostenible, de paz y cooperación.
El Encuentro Antiimperialista de Solidaridad, por La Democracia y Contra el Neoliberalismo celebrado en la Habana en noviembre o la iniciativa de la Asamblea Mundial de los Pueblos de convertir la última semana de mayo 2020 en una semana antiimperialista, fueron saludados por las 44 delegaciones que suscribieron la resolución.
La necesaria y enorme tarea de enfrentarse a las políticas criminales del imperialismo no puede recaer en exclusividad en el movimiento comunista internacional, antes bien, es necesario construir amplias alianzas sociales y políticas que protejan y den certidumbre a la mayoría de la población mundial damnificada al día de hoy por el capitalismo depredador.
La propuesta de convertir la última semana de mayo 2020 en una semana antiimperialista mundial puede ser un primer paso en esa dirección. ¿Nos ponemos a ello?
Nota:
1. El triunfo en Argentina del Frente de Todos, con la fórmula electoral Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner supone un serio revés para el neoliberalismo en toda América Latina y Caribe.