El aislamiento ante las epidemias ha sido utilizado desde hace tres mil años aunque a veces de forma indiscriminada y no siempre con los resultados esperados.
China decidió aislar bajo cuarentena a Wuhan, epicentro del brote, junto con otras decenas de ciudades. Las epidemias no son un fenómeno nuevo ni tampoco el aislamiento de individuos o comunidades para frenar los contagios.
Historicamente, la cuarentena fue utilizada como un método drástico para contener la expansión de enfermedades contra las que la medicina no tenía recursos. Frente a la lepra o la famosa peste bubónica, la fiebre amarilla, el cólera o el tifus, la viruela o la llamada gripe española de 1918, era el último recurso en un mundo mucho más interconectado de lo que a menudo se cree, donde la propagación de las enfermedades era en muchas ocasiones global.
A mediados del siglo XIX se avanzó en el estudio de los contagios y se sentó como base científica a la cuarentena. Conceptos como el período de incubación hicieron que se avanzara en la eficacia de estas medidas.
La histeria provocada por brotes epidémicos puede derivar en la estigmatización de las poblaciones minoritarias donde la cuarentena sirve como una herramienta de exclusion. “La enfermedad no es el único enemigo sino también los seres humanos que están posteriormente infectados” tal y como señalaba el historiador Duncan Mclean. Las epidemias a menudo despertaban reacciones marcadamente racistas entre la población.
Durante el siglo XX, la humanidad superó diversas pandemias. Ahora la preocupación es el coronavirus, una pandemia que nos ha obligado a parar el mundo y quedarnos en casa debido a su rápido contagio y al creciente número de muertes. Antes de esto, la humanidad tuvo que lidiar con varias pandemias como la gripe española, el cólera o la viruela. En España se han superado epidemias muy mortíferas.
Hasta la fecha, las cinco pandemias más letales han sido la viruela, el sarampión, la gripe española de 1918, la peste negra y el VIH (sida). En concreto, el más letal de los virus ha sido el variola virus, causante de la viruela, hoy erradicada gracias a la vacuna. Se calcula que mató a más de 300 millones de seres humanos. El sarampión, a unos 200 millones. La vacuna se introdujo en 1963.
El virus arbós y belles, conocido coloquialmente como gripe española, una de las crisis más graves de salud pública de la historia, mató en apenas dos años a más de 100 millones de personas.
Cuentan también que la bacteria yersinia pestis fue la culpable de la epidemia de peste negra que asoló a Europa a mediados del siglo XIV. En la península ibérica la población pasó de 6 millones a 2,5 millones de habitantes, mientras en el conjunto de Europa murieron 50 millones, perdiendo nuestro continente más de la mitad de sus habitantes.
El VIH, si no se trata mata de media al 80% de los infectados. Se expandió hace cuatro décadas y, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud, a finales de 2016 había en el mundo unos 37 millones de infectados.
Hemos llegado hasta el actual coronavirus. El 11 de marzo la OMS declaró una pandemia global, la primera de la historia por este tipo de virus y que arroja los siguientes datos: millón y mediode contagiados y cerca de 80.000 muertos, afectando prácticamente a todo el mundo.
Los datos de España son muy preocupantes, tanto en personas contagiadas, 166.000, como fallecidas, que son cerca de 17.000.
No será la primera ni la última vez que un virus de un animal llegue a afectar a los seres humanos.
Tampoco sería la primera vez que los arsenales de guerra biológica preparan patógenos nuevos como arma de guerra.
Aunque nos queden lejos las grandes epidemias de la historia, tenemos que tomar conciencia de tres cosas: que somos vulnerables, que hay que apostar por la investigación y que hay que reforzar la sanidad pública.
Salud y República.
Presidente de Honor del PCA y Coordinador de la Red de Municipios por la Tercera República