La mayoría del Congreso de Perú ha votado en contra del proceso de destitución del presidente Pedro Castillo. Lo han rechazado 76 diputados y diputadas. A favor votaron 46: la extrema derecha de Keiko Fujimori, derrotada en las urnas por Castillo, y sus aliados en el Parlamento.
Si hasta hace algunos días se sumaba y restaba para evitar que se pudiera llegar a los 52 votos que necesitaba la oposición golpista y parecía que ya los tenían, ¿qué pasó para desactivar una situación política sumamente compleja y explosiva?
El presidente Pedro Castillo realizó una hábil jugada de ajedrez haciendo un llamado a los líderes de los diferentes partidos políticos con representación parlamentaria para discutir y trabajar una agenda común que priorice los principales problemas del país.
Este llamado, que se realizó en el marco de un encuentro con las organizaciones campesinas, estuvo marcado por la exhortación a trabajar deponiendo los intereses particulares, pensando en el país y dejando atrás los enfrentamientos entre el gobierno y los partidos de la oposición.
Esta movida política acabó descolocando a los sectores más duros de la oposición que no aceptaron el llamado al diálogo y optaron por ir hasta las últimas instancias en su desenfrenado delirio golpista. Otros partidos de derecha, también alineados en la oposición pero con cierto talante democrático, aceptaron la invitación al diálogo y asistieron a la reunión convocada en la Casa de Gobierno un día antes de la votación.
Ha jugado en beneficio del gobierno la feroz campaña mediática a la que ha estado sometido en los últimos días. Los medios de comunicación que han tomado partido abierto por los sectores golpistas anunciaron unos supuestos ‘audios bomba’ que demostrarían la vinculación del presidente Castillo con supuestos actos de corrupción, entramados ilícitos y pago de favores políticos.
Lo que fue anunciado y promocionado por el programa dominical Cuarto Poder, de América Televisión, como los audios que harían caer al gobierno, acabó resultando una estafa periodística. La campaña de desinformación tuvo como consecuencia que la derecha moderada inclinase la balanza a favor del presidente.
El gobierno pasó a la ofensiva, logrando contener al golpismo y mantener la unidad de todos los sectores progresistas, populares y de izquierda.
Pero no es el fin de la maniobra. Los sectores no democráticos y golpistas van a seguir en su intento de destituir a Castillo para desalojar del gobierno a la izquierda y a las fuerzas democráticas.
Es posible que el presidente deba corregir algunas decisiones o cambiar a algunos de sus colaboradores por legítimos cuestionamientos pero aprovechar esa situación para generar inestabilidad y seguir con el juego de la destitución no solo es antidemocrático sino también una operación ilegal e ilegítima contra el pueblo peruano.
Lima